Capítulo 12: Insoportable

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Sofía:

Llegamos a la fiesta, no era muy lejos. Alejo me tomó del brazo y entramos; olía a alcohol y la música tenía alto volumen.

- Ven, sentémonos allí- señaló donde estaba la barra.

- Está bien- caminamos hasta allá.

- ¿Todavía no tomas?- preguntó Alejo

- No. Sabes que nunca me ha gustado- le recordé.

- Dame una copa- le pidió al señor que atendía, se la pasó y él se la tomó rápidamente- Vamos a bailar.

- No lo tienes que decir dos veces- me paré junto a él y caminamos al centro de la pista. Él colocó sus manos en mis caderas y yo rodeé su cuello con las mías; nos movimos al ritmo de la música.

Después de un rato, Alejo se acercó a mi oído- ¿Él no es Kenneth, mi socio?- dijo señalando con él mentón atrás mío. Volteé disimuladamente y allí estaba él bailando con una rubia.

- Sí, es él- dije tratando de parecer desinteresada- No sé que hace aquí.

¿Qué diablos hacía allí? ¡Maldición!

- Tengo una pregunta- dijo mirándome a los ojos.

- Salgamos para que podamos hablar mejor- le dije.

- Ahora sí- dijo cuando estábamos afuera.

- Pregunta- le dije mientras me sentaba en el andén de la calle, él hizo lo mismo.

- ¿Por qué ayer que estábamos allá en el salón, llegó Kenneth y dijo que su padre le decía que hiciera "eso"?- lo último lo dijo haciendo comillas con sus dedos.

- Te diré pero no te pongas celoso; sólo somos jefe y secretaria, en la casa conocidos- funció el ceño- Su padre me ha ayudado mucho y vivo ahí- expliqué- Él es muy distante y casi no se relaciona con las personas a menos que sea de trabajo. Me ha invitado a comer una vez y me ha regalado un teléfono. Creo que no lo hacía por gusto- me encogí de hombros- Es insoportable.

Le conté todo porque confiaba en él y no tenía nada que ocultarle, no me gustaría mentirle.

- ¿Y en qué te ha ayudado el papá de él?- preguntó intrigado.

- Pues verás...- le conté todo- son muy amables- finalizé.

- Yo... lo siento yo no sabía de esa situación. Te hubiera ayudado.

- No es tu culpa- dije con una sonrisa- ¿Qué horas son?- pregunté.

- Las ocho- dijo mirando su lujoso reloj.

- Lo siento, debo irme. La pasé muy bien contigo.

- Yo me quedaré a tomarme otros tragos. ¿Pides taxi?- asentí- Espero que esto se vuelva a repetir- dijo acariciando mi mejilla- dame tu número. Asentí y se lo pasé.

- No tomes mucho. Adiós- dije y le dí un beso.

- Adiós- se despidió y entró nuevamente a la fiesta.

Saqué mi teléfono y me dispuse a llamar, un carro se estacionó frente a mí. No había visto ese carro y me asusté.

- ¿Te llevo?- dijo una voz conocida y luego noté que bajaban el vidrio. Era él.

- No, pido taxi- dije mostrando mi teléfono.

- Vamos al mismo lugar, súbete- insistió.

- Te dije que no- dije seria.

- Si no lo haces tú, lo haré yo- dijo bajándose del auto, yo caminé lejos del auto. Él abrió la puerta y se acercó a mí. ¿Qué iba a hacer?

Se posicionó frente a mí, pasó una mano por mis piernas  y pasó la otra por mi espalda. Me cargó.

- ¡Déjame en paz!- grité- ¡Suéltame!

Él no dijo nada y me metió en el auto, cerró la puerta y le puso seguro. Luego él se subió, arrancó. Nadie decía nada. Yo estaba muy enfadada con él.

- Así que soy insoportable- afirmó, yo miraba a la ventana.

- Lo eres- dije- Espera... ¿Nos estabas espiando?

- No, escuchaba qué decías- dijo él.

- Es lo mismo- dije obvia.

- Si lo tomas así.

- ¿Y por qué estabas en la fiesta?- pregunté.

- Le mentiste a tu madre, sólo te seguí, me tenía que asegurar que no te pasara nada- respondió.

- No mentí, solo que no le dije que vendría a ver a Alejo- me defendí.-  Además, ahora te preocupas por mí.

- Ocultar la verdad es mentir también y no es malo preocuparse por los demás.

No dije nada, tenía una pizca de razón, pero no lo iba a aceptar. No iba a dejar que se riera en mi cara, eso es lo que el quiere. Humillarme.

Kenneth:

Me gustaba molestarla y mirar su cara de enfado.

La seguí para ver si iba con aquel idiota, no soporto que ella esté con él, que la pasen bien. Y no son celos

No son celos.

Sólo pienso que él no es bueno para ella, no le veo ni una pizca de confianza conmigo.

Llegamos a la mansión y le abrí la puerta, ya que tenía seguro. Entramos y ella subió las escaleras, iba a hacer lo mismo pero mi padre me interceptó.

- Ven a mi despacho- dijo serio. Yo lo seguí.

- ¿Qué pasa?- pregunté cuando entramos al despacho y nos sentamos.

- ¿Dónde estaban y por qué estabas con ella?- me miró amenazante.

- Sólo la cuidaba- me encogí de hombros.

- ¿Desde cuando cuidas de alguien?

- Desde que quiero y desde que tú me dijiste que la tratara bien- le recordé.

- Si, te lo he dicho porque quiero que cambies, mañana vamos al  campamento y quiero que por lo menos con ella te la lleves bien con ella- hizo una pausa- sólo quiero lo mejor para tí, ella es una buena chica y quizá ella te escuche, así no sea conmigo o con tu madre, hazlo con ella. Si tu la tratas bien, ella te tratará bien- finalizó.

- Lo sé papá, pero es difícil. Sabes que no confío en todos fácilmente- suspiré- lo voy a intentar.

- Te quiero hijo- dijo dándome un abrazo.

- Yo también papá- le dije sinceramente.

Salí del despacho y me fui directamente a mi habitación, al parecer todos ya se hallaban durmiendo.

Entré en el baño y puse a llenar la tina, mientras tanto me quité la ropa. Le eché jabón a la tina y me metí.

Por un lado necesitaba relajarme y descansar, mañana iríamos al campamento y pasaríamos un rato agradable. Despejar mis pensamientos y alejarme del trabajo.

Por otro lado necesitaba pensar en qué iba a hacer para tratar mejor a Sofía, porque yo sé que si no hago las cosas como deben ser nada va a terminar bien. Ella puede ser hasta igual que yo en lo temperamental.

Después de veinte minutos salí de la tina y me dí una ducha de cinco minutos. Me vestí y me acosté a dormir recordando la niñita que no salía de mis pensamientos.

Sofía, Sofía Miller.

 



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