Capítulo 8: Mi familia

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Sofía:

Cuando me encontraba afuera del edificio, caminé hasta el auto y allí se encontraba el chofer.

- Señorita, la esperan- dijo señalando el auto.
Yo fruncí el ceño sin entender y entré en el auto, así entendí todo. Kenneth estaba sentado.

- Tardaste- afirmó sin dirigirme la mirada.

- Si, estaba hablando con las chicas, son muy buenas personas- dije sonriendo.

- Claro.

Nadie dijo nada más hasta que llegamos a la mansión. Yo entré, saludé a todos y subí a mi habitación. Me bañé y me vestí y encendí el televisor un momento; estaban dando las noticias:

<< Se sabe que Luis Walker es el más grande empresario y millonario del país, ahora él dejó a su hijo Kenneth Walker a mando de su empresa y se convirtió en el primer joven empresario y millonario de todo el mundo. Ahora asiste una mujer con él. ¿Será una de sus nuevas conquistas? Por el momento él no ha querido responder pero...>>

Apagué el televisor, no tenía ganas de escuchar más eso, cuando estaba a punto de salir de la habitación, algo me detuvo. Un sonido que provenía de mi bolso; me acerqué y miré el teléfono que Kenneth me había querido regalar. Contesté.

- ¿Hola?

- Hola Señorita Miller, el Señor Kenneth me dio su número. Llamaba para decirle que ya encontramos a su familia la tenemos aquí en un centro, ya le paso la dirección; mañana puede pasar a verlos.

- No, pasaré ahora. Tengo que verlos. Gracias.

Corté la llamada y salí de la habitación contenta pero a la vez confundida ¿Cómo llegó ese teléfono a mi bolso? ¿Cómo así que es mi número?

Bajé las escaleras rápidamente y me senté con todos a la mesa. Tenía que darles la nueva noticia.

- Tengo que decirles algo- dije sin ocultar mi emoción.

- ¿Qué pasa querida? ¿Porqué tan feliz?- dijo Kath.

- Es que me llamó el detective y ya tienen a mis padres. ¿Será que puedo ir a verlos ahora?

- Claro Sofía. Pero ve con Kenneth.

- Bien- dije desanimada porque él iría conmigo- ¿Te puedo pedir un favor?- le pregunté a Luis.

- A mi no me pidas nada- señaló a Kenneth- pídele a él.

- Está bien, ¿podemos hablar?- miré a Kenneth.

- Está bien, vamos al centro donde están tus padres y en el carro hablamos- habló por primera vez en toda la cena.

Terminamos de comer, nos despedimos, salimos y nos montamos en el auto el cual arrancó de una vez. Le di la dirección al chofer.

- ¿Cuál es el favor niñata?- preguntó desinteresadamente.

- ¡No me digas así imbécil!- grité.

- ¡Y tú no me digas imbécil!- se defendió.

- ¿Será que podemos dejar esto un momento?- pregunté acordándome de lo que tenía que hablar con él.

- ¿Qué es lo que necesitas?- trató de calmarse.

- Que me des un adelanto para pagar el detective.

- Mañana te lo daré.

- Gracias... oye, ¿Tú metiste ese teléfono en mi bolso?- asintió- no puedes entrar a mi oficina sin permiso.

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