Katsuki se quedó en blanco mientras observaba fijamente al niño frente a él. No entendía por qué había dicho eso. Él no había dicho jamás a alguien que lo había extrañado, ni siquiera a sus propios hermanos cuando partían hacia numerosas cacerías por los bosques y tardaban días en regresar. Pero era como si Kirishima fuera un imán que le había obligado a decir aquellas palabras.
Y al parecer, Kirishima no se había dado cuenta de la repentina vergüenza que hizo teñir sus mejillas de un profundo color rojo escarlata, pues continuó abrazado a él, sin intención alguna de dejarlo ir. Era un niño caprichoso indudablemente.
No tenía ningún problema con abrazarlo si así quería, pero después de tanto tiempo aguantando sus brazos alrededor de su cuerpo, sentía como si sus pulmones fueran a estallar por la falta de aire ante la presión del pelinegro.
—¡¿De verdad me extrañaste?! —exclamó alegre mientras, finalmente, se soltaba.
—Sí, sí —respondió con serenidad, sin poder ocultar un tinte de emoción en su voz.
—Vaya, ¿mi hermanito extrañando a alguien? —intervino Mirio, acercándose a ambos con una sonrisa sincera.
Era agradable ver cómo su hermano finalmente parecía estar a gusto junto a la compañía humana, por lo que no podía evitar esbozar una sincera y radiante sonrisa ante la visión de ambos niños.
—Tsk, déjanos en paz, Mirio —pidió Katsuki.
—No seas tan malo con tu, ¿hermano? —pidió Eijirou, observando al chico de cabello rubio claro.
—Exactamente, yo soy su hermano, Mirio Togata. Encantado de conocerte, Kirishima.
El mayor se acercó hacia el pelinegro mientras le brindaba la mano con una sonrisa jovial, dejando algo confundido a Katsuki. Togata era un apodo que Mirio solía decir que le gustaba bastante, más no era su verdadero apellido. Realmente, ningún integrante de su familia tenía un apellido oficial, todos habían heredado uno distinto al de los otros.
—¡Encantado de conocerte, Togata-kun! —Emocionado, Kirishima comenzó a mirar a todos a su alrededor. Ya no estaba solo; tenía a tres personas más con los que jugar, y entre ellos estaba Bakugou.
¿Qué más podía pedir?
—Bakugou, ¿te quedarás a jugar? —decidió preguntar finalmente, dándose cuenta de que tal vez su amigo lobuno no estaba ahí por un tema tan infantil como ese.
Katsuki se lo miró con el ceño fruncido por un rato, y antes de poder responder un seco "no", Mirio tapó su boca mientras sonreía cordialmente, intentando que su hermano menor no dijera ninguna tontería.
—¡Por supuesto, Kirishima-kun! —contestó Mirio, sonriendo animado—. ¡Aunque yo iré con Amajiki-kun! ¡Espero que no les importe!
—¿Ah? ¿Cómo que... —Mirio volvió a cubrir la boca de Bakugou, diciéndole por lo bajo un bajo "cállate".
—Bueno, chicos, os dejo, ¡les estaremos esperando en el parque dentro de un par de horas!
Bakugou refunfuñó por lo bajo cuando su hermano decidió por él los planes que tendrían aquel día, casi sin importarle su opinión. Supuestamente habían ido hasta la ciudad para pedir disculpas a Kirishima, no para tener una tarde de aburridos e infantiles juegos con el pelinegro.
Con molestia, soportó la mirada suplicante de su hermano mayor mientras este se marchaba junto a Tamaki, quien parecía encogido sobre sí mismo a causa de los nervios, sabiendo que era incapaz de desacatar la voluntad de Mirio.
Amaba a su hermano, pero la próxima vez que le pidiera algo como pasar tiempo con alguien contra su voluntad, le diría que se fuera a la mierda. O tal vez sería incapaz de decirle eso, después de todo, Togata era el único de sus hermanos que ahora mismo estaba vivo, y aun si él insistía en protegerle, Bakugou también quería protegerlo a él.
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¡Hey, señor lobo! [Kiribaku]
FanfictionKirishima Eijirou deseaba conservar su orgullo, y eso conllevó a que cumpliera todos los retos que sus amigos le hacían, y en la noche de Halloween, debe adentrarse en las entrañas del bosque, encontrándose con la presencia que más pesadillas y sueñ...