Capítulo 06

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Aguantó su respiración mientras observaba fijamente el rostro del niño frente a él, dormido y completamente relajado, aun sin creerse que hubiese podido simpatizar con él. Aun sin creerse que había podido finalmente presentarse ante él después de las complicaciones por las que habían tenido que pasar.

Pero ahora eso era lo de menos. ¿Qué es lo que debía hacer en una situación como la suya?

Después de haberse presentado, habían caído en un silencio incómodo y profundo que les hizo relajarse, y en menos tiempo del que se esperaba, el chico lobo cayó dormido. No podía arriesgarse a intentar cargarlo como la última vez, pues estaba demasiado cansado para hacerlo, pero tampoco podía dejarlo tirado en medio de la nieve.

—Señor lobo, ¿no había otro momento mejor para quedarte dormido? —preguntó en un suspiro, tumbándose a su lado mientras observaba el cielo con una pequeña sonrisa animada, llena de esperanza y optimismo por una mejor amistad junto a aquel joven rubio cenizo.

Hacía horas que había dejado de nevar, pero aun así, el firmamento continuaba teñido de un frío color gris que arrebataba las energías a todos los ciudadanos, y ni Eijirou ni Katsuki eran la excepción. Ambos pequeños estaban bastante cansados. Cada uno por razones distintas, pero lo estaban, sobrepasando el exceso de cansancio que sus cuerpos podían soportar.

—Supongo que es lógico que tuvieses sueño. Este clima no es realmente el adecuado para mantenerse despierto —musitó suavemente mientras cerraba los ojos al compás, intentando relajarse por un rato después de todas las emociones por las que había pasado.

El chico lobo a su lado se removió suavemente, y Kirishima no pudo evitar acercarse aun más a él, tapándolo con la mitad de la chaqueta que llevaba puesta ahora mismo, sonriendo con calidez. Hacía tiempo que no compartía un momento tan íntimo con alguien, y se sentía bien. Además, recordar que ahora contaba con la ayuda de alguien tan poderoso como Bakugou llenaba su corazón de energía y alegría. Una que desde hacía mucho no podía experimentar por culpa de sus padres y sus amigos.

Pero no podía dormirse. Hacerlo podría llegar a significar que pudiese volver a nevar, y con ella, ser atrapados entre el clima sin posibilidad alguna de escapar de la blanca nieve. Aun así, debía disfrutar todo lo posible de la calma del paisaje, de lo bien que se sentía poder estar acompañado de alguien como Bakugou. Sí, tal vez este le había hecho daño, pero debía comprender sus intenciones: él solamente deseaba defender su territorio, mantener a posibles amenazas alejadas de allí.

No creyó que podría conseguir pasos tan gigantescos en su creciente amistad con el chico lobo de una forma tan sencilla. ¡Y lo único que le había hecho falta había sido ir al bosque por culpa de sus padres! No debería alegrarse, pero finalmente había algo que le iba bien en su vida, por lo que estaba realmente emocionado por cómo las cosas se volverían hasta ahora.

Y sí, comprendía que lo más probable era que Bakugou no le consideraba aun un amigo, y es que no lo eran. Pero, en el fondo, sabía que habían dado el primer paso para llegar a serlo, y eso era lo que lograba acelerar el corazón del pelinegro. Porque en el fondo, a pesar del aura aterradora del chico lobo, este a sus ojos se asemejaba a un niño normal y corriente que solamente necesitaba algo de compañía para cambiar su actitud huraña.

Por supuesto, podría estar equivocado. Pero deseaba no estarlo, porque si no lo estaba, podría acompañar a Bakugou cada vez que este le necesitara, cada vez que se sintiera solitario. Porque él también necesitaba compañía sincera, ¿y quién podría ser mejor que ese extraño pero a la vez atrayente joven de orejas lobunas?

Giró su cabeza para contemplar a Katsuki, quien parecía estar completamente dormido, moviendo sus orejas ante el mínimo sonido. Parecía realmente un lobo, o mejor visto, un perro, solo que uno que tenía cuerpo y comportamiento humano con mínimos rasgos caninos. Lo que más le inquietaba de su apariencia era, sin lugar a dudas, sus ojos, rojos, oscuros y crueles pero a la vez llenos de la característica pureza infantil. ¿Cómo podía existir una combinación tan dispareja y extraña?

¡Hey, señor lobo! [Kiribaku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora