Capítulo 07

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Bakugou se removió en la roca que le servía de cama, intentando ignorar las risas burlescas de Mirio. Odiaba que le echaran en cara sus errores, y al parecer el estúpido de su hermano no lo comprendía.

—Búscalo y discúlpate —insistió el mayor de ambos, entrecerrando sus ojos con una sonrisa divertida.

—No iré a la ciudad —se rehusó.

No lo haría. Aunque si tapaba sus orejas y su cola, podría perfectamente ir a investigar por el paradero de Kirishima.

Pero se negaba a pasar tiempo con el resto de tontos humanos.

—Puedo acompañarte. Conozco a uno de los amigos de ese niño.

—¿Ah? —Confuso, observó a Mirio—. ¿Desde cuándo haces amistades con humanos?

—Fue en una de mis expediciones —explicó—, me encontré con un niño, pelinegro y algo tímido. No era Kirishima, pero lo vi hablando con él.

—Tal vez solo era un conocido suyo —dijo sin darle importancia—. No tiene por qué ser su amigo.

Si podía, daría todas las excusas del mundo para poder escapar de la obligación que le estaba imponiendo Mirio.

—No, es su amigo. Los he visto pasear juntos varias veces —intentó defender su opinión—, así que ahora mismo iremos a la ciudad.

—¡No iré, Mirio! ¡Deja de insistir! —gritó el rubio cenizo mientras se daba la vuelta, cruzado de brazos.

—¡Katsuki, llevas una semana deprimido por no haber visto a Kirishima! ¡Deja de ser tan testarudo y arregla tus errores ahora que estás a tiempo!

¿Ahora que está a tiempo? Claro, Mirio creía que si no se disculpaba con ese tonto humano, se arrepentiría de por vida, pero eso no iba a suceder.

O quizás sí.

Giró su cabeza para apretar sus puños, odiaba que la gente a su alrededor tuviese razón cuando le mandaban a hacer algo. Le hacía sentir algo más inferior, nadie tenía derecho a mandarle u obligarlo a hacer algo.

—Así que, ahora mismo te pondrás todas tus chaquetas y taparás tanto tus orejas como tu cola —le mandó Mirio, pensativo.

Probablemente estaría pensando si lo correcto sería ir en su forma humanoide o convertirse completamente en lobo. De esa manera, podría encontrar a ese par de humanos mucho más rápido.

—Katsuki, no tenemos todo el día, apresúrate —ordenó con prisas el de ojos azules, dirigiéndose a la entrada de la cueva.

—Ya voy, ya voy —dijo desganado, ocultando sus rasgos lobunos tal como su hermano le dijo.

Perfecto, ahora debería ir a la ciudad por primera vez, donde estaban todos los humanos que en el pasado se habían deshecho de cada uno de sus hermanos.

La rabia comenzó a fluir por su infantil cuerpo mientras gruñía.

Algún día, se vengaría de todos aquellos que no aceptaban a su especie. Comprendería que hubiesen eliminado a sus hermanos si estos hubiesen hecho alguna rebelión en su contra, pero ellos jamás habían molestado.

Siempre habían intentado congeniar con aquella raza superior e inferior a la vez, pero el único resultado que habían obtenido fue la muerte.

Y Katsuki, si no hubiese sido retenido por Mirio, podría haber salvado a la mayoría de sus hermanos cuyos cadáveres ahora reposaban en el corazón del bosque.

Sí, se vengaría, pero ahora no era el momento.

—¿Qué estás planeando, Katsuki? —preguntó Mirio mientras salía de la cueva, observando la nieve casi derretida—. Sé que esto no te hace gracia, pero ese niño... No puedes perderle.

¡Hey, señor lobo! [Kiribaku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora