Capítulo 12

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Contempló todo con gran emoción, sabiendo que las cosas iban a ir tal como las había planeado. Y eso le gustaba. Adoraba la sensación que le producía poder hacer de líder, aún si su pequeño grupo de ayudantes eran únicamente Mirio y Tamaki.

Se acercaba el cumpleaños de Kirishima, y, con ese motivo, los dos híbridos y el otro humano habían decidido planear una fiesta sorpresa en la cueva del par de hombres lobo.

Ahora, los tres estaban terminando con los preparativos de la celebración. El líder (es decir, Bakugou) daba órdenes en todo momento, esperando que todo terminase como lo había planeado hacía ya semanas.

Aquel día, Kirishima y él habían quedado en el bosque como de costumbre. Entonces, aprovechando que pronto sería invierno y las tardes eran mucho más cortas, utilizaría la oscuridad a su favor para guiarlo hasta la cueva. Una vez ahí, Bakugou le taparía los ojos y, cuando le diese la orden de mirar, encendería una fogata y entrarían en la segunda fase de la fiesta.

Esa fase era bastante sencilla y divertida a la vez. Se trataba del banquete que habían preparado entre los tres.

Tamaki, que ya llevaba días acompañando a Eijirou al bosque para pasar más tiempo con Mirio, cuyas heridas habían comenzado a cicatrizar y recuperarse con gran rapidez, había llevado varios ingredientes con los que preparar una merienda inolvidable. Pan, embutido, bolsas de aperitivos, tarros de crema de chocolate... Todo aquello que pudiese servir fue llevado al bosque. Además, trajo unos cuantos platos de plástico donde servir los bocadillos y los aperitivos, además de un par de zumos de frutas.

Quizás no sería el cumpleaños con más comida o invitados del mundo, pero se asegurarían de que Kirishima se lo pasara bien.

Una vez se acabasen toda la comida, pasarían a la tercera y última fase.

Esa etapa de la fiesta estaría más concentrada en Bakugou. El híbrido había pasado todo el fin de semana preparando una sorpresa para Kirishima; una cesta hecha manualmente que rememoraba el traje de caperucita roja que estaba usando el día de Halloween en que se conocieron. Había puesto muchísimo esfuerzo en ella, por lo que esperaba que le gustase.

Además, en esa etapa, Bakugou había decidido llevarlo a uno de los riachuelos más apartados del bosque. Era su lugar secreto, al cual acudía cada vez que quería pensar con claridad o relajarse por algún día malo.

En un principio, pensó que Kirishima no era merecedor de conocer ese refugio pacífico. Ahora, pensaba que no había nadie mejor que él para acompañarlo en sus múltiples tardes de reflexión. Por ello, había tomado esa complicada decisión de llevarlo consigo, y Mirio estuvo de acuerdo nada más se lo dijo.

Con esas tres fases completadas, el cumpleaños de Kirishima finalizaría sin ningún problema.

Los tres eran conscientes de que el pequeño pelinegro que pronto cumpliría ocho años no había tenido jamás una verdadera fiesta de cumpleaños, y se habían comprometido al fondo con esa tarea. Iban a hacer que ese día fuese inolvidable, pues su pequeño amigo se lo merecía más que nadie.

Aunque claro, deberían ser cuidadosos. Si Eijirou llegaba antes de tiempo, la sorpresa sería arruinada.

Por ello, nada más Bakugou acabó de servir cada aperitivo en su respectivo plato, decidió ir a la entrada del bosque y dejarles a Mirio y a Tamaki la tarea de preparar una hoguera para cuando el momento de la verdad llegase.

Si debía ser sincero, él era el más emocionado. No podía esperar a ver la gran sonrisa de Kirishima y sus ojos rojos y bondadosos repletos de felicidad. Aquellas dos cosas eran lo mejor que le había pasado jamás. Adoraba escucharle reír -o mejor dicho, hacerle reír-, hacerle sonreír de manera espontánea y hacer que olvidase todas sus preocupaciones. Juntos, todo lo que pudiese molestarles pasaba a un segundo plano.

¡Hey, señor lobo! [Kiribaku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora