❥ 10

4.8K 581 314
                                    

Reigen siente que ha vuelto a ser un adolescente de quince años. Tiene el pulso tembloroso, le sudan las manos, se encuentra en medio de un silencio incómodo y no sabe qué tema de conversación sacar para romperlo.

Normalmente solía sentirse así al estar cerca de alguna chica de la cual se sintiera atraído en su época rebelde, sin embargo ahora se sentía así por un joven en sus plenos catorce años; un adolescente cuya mirada en ningún momento se posaba sobre él, tan solo viendo al frente. Igual de callado, avergonzado y nervioso.

Había dicho que nada cambiaría entre ellos... pero aún así le costaba tratarlo como siempre lo hacía, con fluidez y confianza. Al final de cuentas era sólo un adolescente! uno que estaba enamorado de un adulto de veintiocho años, nada más que eso!

─Maestro─Reigen pegó un sobresalto al oír la voz del menor después de largos minutos en silencio─, allí hay una heladería─Shigeo le apuntó con el dedo índice hacia una esquina, indicándole que allí podrían comprar los helados.

─Bien, vamos entonces─el mayor intentó verse sereno, como si los nervios no quisieran hundirlo y dejarlo bajo la presión que Mob le sobreponía sin siquiera saberlo.

Algunos minutos después, ambos se situaron en una pequeña plaza para degustar los helados. Shigeo optó por pedir un helado de chocolate, mientras que Reigen pidió uno de fresa; los dos comían en un nuevo silencio, mirando hacia cualquier parte que no fueran los ojos del otro.

Mob no quería pensar de más la situación, pero como su mente solía traicionarle constantemente, ahora mismo se sentía como en una cita; una cita indirecta propuesta por su maestro.

El menor disfrutaba de la compañía del otro, aunque anhelaba que éste le hablase, que le dijera cualquier cosa, que le preguntara algo sin sentido... o que por lo menos le mirase y le sonriera. Con eso sería feliz.

Casualmente los ojos de Shigeo viajaron directamente hasta los labios de Reigen, viendo cómo éste los relamía para quitar los restos del helado que quedasen en su boca. Todo su rostro comenzó a arder y al segundo devolvió la vista al suelo, sintiéndose un poco mal por tener semejantes pensamientos haciéndose lugar en su cabeza.

─Hey, Mob─lo llamó su maestro de repente, captando toda su atención─. Hay algo que quieras hacer hoy? recuerda que es tu día.

─Yo... ─el esper dudaba en si pedírselo o no, porque claramente le diría un rotundo no de nuevo. Aún así... por qué no hacerlo y ya? de alguna manera lidiaría con sus enfados y sermones, incluso si lo perdiera como consecuencia─. Maestro, hay algo que quiero darle, un... regalo, pero no quiero que lo vea, así que... podría cerrar sus ojos?

─Un regalo?─cuestionó Arataka con intriga─. Y para obtenerlo debo cerrar mis ojos?

─Sí. Por favor, cierre sus ojos─volvió a pedirle Mob, suplicando internamente que no lo arruinara al ser tan inexperto.

Reigen creyó que sería algo material lo que le daría, pero al cerrar sus ojos y a los segundos después percibir un ligero roce en sus labios, supo que había caído una vez más en los intentos del menor.

Se sintió dulcemente engañado.

Su discípulo no sabía besar, por lo que sólo mantuvo sus labios presionando contra los suyos, sin moverlos en ningún momento. Arataka abrió sus ojos para contemplar el rostro de Mob: éste tenía sus ojos cerrados con fuerza, las mejillas rojas y levemente temblaba. Estaba haciendo un gran esfuerzo para mantener a la par sus emociones junto con sus poderes.

Despacio Shigeo se fue alejando para volver a su posición anterior, tapándose la cara a toda velocidad. No podía creerlo, realmente lo hizo.

Reigen se llevó la diestra hacia sus labios, reconociendo en silencio lo suave y dulce que había sido ese beso, aunque bien fue un idiota al no haberlo visto venir desde un principio.

─Maestro... ya puedo estar en paz conmigo mismo─Shigeo se levantó, sonriendo sin mirarlo aún─. Mi primer beso ha sido con usted, y nada nunca lo cambiará; ahora puedo sentirme por fin feliz... porque a pesar de todo pude besarlo─el menor volvió a posar sus ojos en él antes de despedirse─. Gracias por este día, Reigen.

Todo había sido demasiado rápido. Mob no le dio ni tiempo a reaccionar o tan siquiera decir algo al respecto con relación a lo que había hecho. Lo besaba y así sin más se iba? con eso el menor daba por terminado el asunto? con un casto beso le daba la espalda a sus propios sentimientos?

Este era el fin? todo volvería a ser como antes?

─Debería importarme de todas formas?─claro que debería. Reigen se tocó los labios sintiendo un extraño vacío en su pecho, como si con ese "beso" Shigeo se hubiera llevado algo importante de su ser con él; habrá sido la chispa de la juventud que ya creía apagada? una esperanza? un sentimiento que sin saber cómo floreció dentro de él por su caprichoso discípulo?

"Además, tampoco creas que el muchacho no es consciente de esto. Se enamoró de ti replanteándose con total madurez las desventajas que le traerían sus sentimientos, y a pesar de ello decidió confesarse ante ti. Es más valiente que tú en ese aspecto."

Recordando aquellas palabras Reigen regresó a su apartamento, sintiendo la enorme necesidad de encerrarse y fumarse un cigarro; no tenía intenciones de darle muchas vueltas al asunto, simplemente debía aceptar la voluntad de su discípulo. Aquel "beso" que le dio significó una despedida para Mob, dándole a entender que ya no habrían más ideas, ni más intentos para conquistarlo. Sin embargo, Arataka se sentía disconforme.

Apenas llegó a su residencia, Reigen se dejó caer sobre el sofá, para enseguida encender otro cigarrillo y encontrar un poco de distracción en él. Qué era lo que sentía por su discípulo? qué clase de sensaciones le provocaba en su interior cuando cruzaban miradas o intercambiaban palabras? o podría ser que sólo sentía cariño de hermano mayor hacia Shigeo?

"Él me hace sentir joven una vez más. Me hace querer regresar a mi época de adolescente, me hace querer desear vivir mi vida como si fuese realmente... libre. Como si no hubiesen leyes interponiéndose entre él y yo..." Reigen se reincorporó del sofá ante este último pensamiento, inquieto y teniendo más dudas que certezas dentro de su cabeza.

─Siempre pude pelear y enfrentarme contra todo lo que te pudiera hacer daño... ─ fijó su vista en aquel techo desgastado, dejando escapar otra pequeña cantidad de humo a través de sus labios─. Ahora no tengo la fuerza para enfrentarme a mí mismo, debatiéndome entre lo que yo quiero y lo que es correcto.

Y es que te quiero a ti, Mob.

Diferente | ReiMobDonde viven las historias. Descúbrelo ahora