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—¿Cómo pudiste...?

—Mentiría si te dijera que siento esto, pero estoy harta: tú no eres suficiente para mí. Es una pena que te hayas enterado por tu cuenta, pensaba decírtelo pronto. Es lo que me ahorro. Se ha acabado.

—Te odio.

Esas fueron las últimas palabras del joven antes de salir corriendo de aquel apartamento que tantos buenos momentos le había proporcionado. Ahora no quería volver a ver ese lugar, mucho menos pisarlo. Tampoco quería saber nada de la persona que allí vivía. Él le había dado todo, pensaba que eso la cambiaría.

Todos le advirtieron y él estaba cegado por el amor. ¿Cómo pudo caer? Ahora sentía asco hacia sí mismo: su primera relación, ¿y qué? Tres semanas duraron, ni siquiera un mes. Pero no es cuestión de tiempo: ella nunca lo había amado; él tampoco. Pero le dolió haber sido reemplazado, le dolieron las promesas rotas y las sonrisas falsas.

La lluvia de primavera disimulaba las lágrimas que caían por sus mejillas. Su ropa, sus zapatillas y su pelo chorreaban. En cualquier otra ocasión se habría metido bajo un soportal, pero ahora quería mojarse y sentir el preticor de la atmósfera lluviosa.

No quería volver a su casa, tampoco a la de sus amigos, quienes se habían reunido para ver películas aquella noche. Sabía que solo necesitaba derretirse en los brazos de alguien, pero se negaba a admitirlo. Esa noche la pasaría solo, bajo la lluvia, y volvería a su casa al alba, cuando el aire frío hubiese llenado sus pulmones y la melancolía lo hubiese arrastrado a su hogar.

🥀; Ojalá los poquitos que me leen estén teniendo un buen día uwu.
—Lex.

sempiterno : choi youngjaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora