11

181 38 1
                                    

Los chicos fueron a dar un paseo por todo el parque mientras Youngjae y yo nos dirigíamos a la montaña rusa. En su mirada pude ver algo de maldad cuando dijo:

—Subíos a algo mientras Alex y yo vamos hacia ahí. Ella tiene muchas ganas de montar, ¿verdad?

Estaba nerviosa y no puedo negarlo, pues me costaba andar y mis piernas temblaban. Además, me costaba seguir el ritmo de mi acompañante, pues él tenía unas piernas demasiado largas.

Llegamos a la atracción y, para mi desgracia, el parque aquel día tenía pocos visitantes, así que nada más llegar, un señor muy simpático nos hizo un gesto para que subiéramos a uno de los carritos para dos personas. Nos puso todos los elemntos de seguridad y, sin dejar de sonreír, gritó "buen viaje" mientras nos alejábamos del punto de partida.

Traté de agarrarme a la barra metálica que había enfrente mío, pero me daba la sensación de que estaba demasiado alejada de mi asiento. Para colmo, me sudaban las manos a causa de los nervios.

El trayecto comenzó en línea recta, sin curvas, ni bajadas, ni nada por el estilo. Trataba de respirar calmadamente. A mi lado, Youngjae sonreía satisfecho.

Unos segundos después, comenzamos a acercarnos a un carril casi vertical que parecía perderse entre las nubes. Cuando comenzamos a subir, sentí como mi cuerpo se apoyaba por completo en el carrito, y me recordó por un momento a las películas del espacio que solía ver con mi padre. Cuando el cohete despegaba, los astronautas quedaban completamente verticales y miraban el cielo a través de las ventanas de sus naves.

Así me sentía, y no era agradable.

Opté por agarrarme al brazo de Youngjae como si fuera un koala y él fuese un eucalipto. No hubo ninguna reacción por su parte, pues él mantenía su sonrisa, así que decidí quedarme así.

Continuamos subiendo más y más hasta que pudimos divisar la ciudad de Seúl a lo lejos. Era preciosa; se veían las sombras de los rascacielos con el sol tras ellos. El cielo aún seguía azul: era el día más largo del año, el solsticio de verano. Por un momento olvidé que estaba a muchos metros del suelo, aunque cuando el carrito avanzó unos milímetros, recordé que todo lo que sube baja.

Y caímos.

A partir de ese momento, todo fue más rápido. Primero una curva, luego otra, luego un looping, otra subida, bajada, subida, curvas, bajada, más curvas, otro looping... Sobra decir que no paré de gritar en todo el viaje, y probablemente corté la corriente sanguínea del brazo de Youngjae porque me agarré a él tan fuerte como si fuera mi posesión más preciada.

Bajamos por fin de la montaña del demonio. Youngjae reía como un niño pequeño y yo trataba de respirar pausadamente para recuperar el aire que había perdido gritando y tranquilizarme un poco.

—Estuvo bien, pero se me hizo demasiado corto. ¿Subimos de nuevo? —Youngjae no paraba reír, y eso era, en cierto modo, reconfortante.

—Nunca, ni en tus mejores sueños. No vuelvo a subir en esa cosa, he visto pasar toda mi vida por delante.

—No creo que sea un sueño si estás en él. Sería más bien una pesadilla. —Dijo divertido.

—¡Oye! —Le golpeé en el brazo. —¡No tomes tantas confianzas! Nos acabamos de conocer.

—Dijo la que me ha dejado marcas con las uñas por todos mis brazos y ha gritado MI NOMBRE hasta quedarse casi afónica. —Replicó él.

—¿Qué ha hecho qué? —Jaebum, Yugyeom y Jackson estaban parados a pocos metros de nosotros. —Vosotros dos, ¿qué habéis estado haciendo? —Preguntó Jaebum con una sonrisa.

Youngjae y yo nos miramos. Enseguida nos dimos cuenta de lo mal que había sonado lo que dijo el castaño frente a mi.

—¡Hyung! ¡Eres un malpensado! —Se quejó Youngjae. Yo, por mi parte, reí.

—Olvidando este... malentendido, hemos venido para buscaros. Nos queremos subir en aquella cosa —Yugyeom señaló un poste gigante del que colgaban unos columpios dobles que subían y bajaban mientras daban vueltas— porque pensábamos que después de esa monstruosidad os apetecería algo más relajado. ¿Vamos?

Ambos asentimos al mismo tiempo y comenzamos a caminar junto a los tres chicos en busca del resto.

—¿Estáis seguros de que no va muy rápido? —Pregunté cuando vi a las personas que bajaban de sus asientos.

—Oh, seguro. Va un poco más rápido de lo que parece, pero solo lo suficiente para sentir un airecillo agradable en la cara. Y hoy hace bastante calor, a pesar de que el sol se pondrá pronto. —Dijo Jinyoung. —Tae, subiremos juntos, ¿no?

—Por supuesto. —Tae sonrió con ternura.

—No sabía que vosotros dos os llevabais tan bien. Bueno, ni siquiera sabía que conocíais el nombre del otro. —Comunicó Youngjae.

—Tae es un buen chico. —Jinyoung se encogió de hombros. —Venga, ya nos toca subir.

Atravesamos la verja que recubría la atracción. Entré la tercera, justo después de Tae y Jinyoung, pero no sabía donde sentarme, mucho menos con quien. Entonces, Youngjae se acercó pegando saltitos y me agarró de la muñeca para conducirme al par de sillas colocado inmediatamente después del de Mark, Bambam y Jaebum, quienes se habían sentado en uno de los dos tríos de sillas.

—No te molesta, ¿verdad? —Dijo Youngjae mientras ataba su cinturón.

Yo hice lo mismo. La atracción me transmitía poca seguridad, pues colgaríamos de dos finas cadelas metálicas a una gran distancia del suelo.

—¿Molestar el que?

—Que te haya arrastrado para subir conmigo.

—Oh. —Negué con mi cabeza. —En absoluto.

Ndkfnrk Youngjae es un bebé socorrO.

sempiterno : choi youngjaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora