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Pasaron tres días desde la noche en la que el chico castaño salía hecho una furia de ese bar. Durante esos días, no salí de mi casa. Pedí unos días libres en mi trabajo en una ajetreada cafetería en el centro. Incluso utilicé mi móvil hasta dejarlo sin batería para no volverlo a usar.

Pero tras tres días viviendo como un oso, sin salir de mi cueva, Tae-Seob decidió auto-invitarse a mi casa porque no leía sus mensajes ni contestaba sus llamadas.

Así que, mientras me secaba el cabello después de un baño de una hora, oí el sonido del timbre, y ahí estaba él.

—Desgraciada, ¿qué mierdas pasa contigo? ¿Eh? —Dijo el castaño entrando en mi casa como si fuera suya. Me miró un segundo y me abrazó con sus confortantes brazos. —Estaba preocupado, no puedes tenerme así. ¿Qué pasó?

Le dediqué una de mis divertidas sonrisas y cerré la puerta principal.

—Volví a encontrarme con aquel chico del que te hablé. —Tae-Seob enarcó una ceja y me miró con su clásica expresión de duda. —Nos encontramos un un bar. Al igual que la primera vez, le dí a entender que le veía mal y le ayudaría si lo deseaba.

—¿Y...?

—Al parecer no lo deseaba, porque me mandó a la mierda.

Tae-Seob profirió una risa. Nos habíamos sentado en el sofá y ahora charlábamos animadamente de diversos temas.

—¿Qué tal con tu novio? Ash.. ¿Cómo se llamaba?

—Jaeseok. —Contestó el.

—Eso, el guapo gilipollas. ¿Qué tal está?

—Bastante bien. —Dijo él. —Se ha ido a Milán para no-se-qué desfile de moda, y me pidió que le acompañara, pero no podía dejarte sola.

—Puedo cuidarme yo.

—Cuando te dejo sola, te pones a acosar a un pobre chico con mala cara. ¿Y si es feo porque sí? Hay personas tristes que son guapas. —Comentó.

—Él no es feo, no sé de dónde te has sacado eso y no sé por qué sacas el tema de nuevo.

Un silencio inundó la sala y de repente, comenzamos a reír.

—Deberíamos salir. —Propuso mi amigo. —Llevas unos días encerrada, y he venido para sacarte de esta cueva, pero lo único que he conseguido es mantenerte dentro más tiempo. Ponte una sudadera y vámonos.

Asentí. Corrí hacia mi cuarto para vestirme del todo y a los cinco minutos nos encontrábamos ya en el ascensor, preparados para salir.

No estábamos muy seguros de a dónde podíamos ir. Ambos concordábamos en que lo que queríamos era sentarnos en cualquier lado para hablar. Al final nos decidimos por un lugar al que mi amigo y yo solíamos acudir: un parque cualquiera a las afueras de la ciudad.

La razón por la que ese sitio nos gusta es que nos conocimos allí hará unos trece años.

Yo había ido a dicho lugar para jugar con una amiga que a día de hoy conservo. Estábamos correteando por ahí cuando algo chocó contra mi cara: no lo hubiera creído si me hubieran dicho en una pedrada en el ojo sería en comienzo de una bonita y duradera amistad.

A partir de ahí, descubrí que algunos sucesos en la vida llegan como una piedra en la cara. Algunos son buenos, y otros no, pero en fin. Algunas piedras las recuerdas para toda tu vida.

Después de la gran ostia que recibí, vi a un chico acercarse y decir: "Habría sido mejor si te hubiera pillado con la boca abierta, pero en fin. Hola, me llamo Tae-Seob".

Una conmovedora historia.

El Tae-Seob de trece años después no había cambiado en absoluto. Mantenía la sonrisa adorable y pícara que le caracterizaba desde que era un infante, y las perlas negras de sus ojos relucían tanto como el primer día que le vi.

Ahora, él y yo nos encontrábamos a la sombra de un árbol junto al lago en aquel mismo parque. Ninguno de los dos hablábamos, pero el silencio no era incómodo.

—¡Ah! Acabo de recordar algo. —Suelta mi amigo de repente. —Esta noche voy a la fiesta de unos amigos, ¿no te gustaría venir?

—Sabes que odio ese tipo de reuniones.

—Nunca has estado en una.

—Y así lo prefiero.

—Prometo que será tranquila, de verdad.

Me di cuenta de que aún no dije el nombre de la protagonists ksjsj. Se llama Alex.

sempiterno : choi youngjaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora