Capítulo 8: El refugio.

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Una vez acabada la triste conversación con Alex, Sergio y yo nos paramos a descansar. Estaba herida por culpa de un golpe de aquella mujer, la sangre brotaba por la frente deslizándose por mis mejillas hasta caer como gota en el suelo. Cogí una gasa de la mochila y la coloqué sobre mi frente, presionando la herida.

—Sonia, ¿te duele mucho? —preguntó Sergio sintiéndose culpable de mi herida. Yo le acaricié el pelo.

—Hmm, estoy bien, no pasa nada. —dije intentando sonreír, acto seguido me dirigí a Alex—. Alex, necesito que arranques algunos trozos de cinta americana, justo en la mochila. —dije sujetándome la gasa con las manos.

—Sí, está bien— Alex me entregó los trozos de cinta americana, consiguiendo así sujetar la gasa evitando perder más sangre de la necesaria.

—No es la gran cosa, pero me valdrá hasta llegar al refugio. Vamos, tenemos que irnos —me puse de pie con algo más de ímpetu. Pero en seguida recordé la caída de mi hermano. Lo miré tendido en el suelo—. Sergio, ¿puedes andar bien?

Él consiguió incorporarse aunque con algunas dificultades. Lo conocía bastante bien como para saber que no quería causar más problemas.

—Au, me duele pero creo que puedo caminar bien, aunque iré algo lento.

—Me vale, eso quiere decir que no tienes la pierna rota. Si te duele mucho avisa. No quiero que te lastimes más de la cuenta.

—Entonces, ¿en marcha? —preguntó Alex algo apenado.

—Sí, vamos allá.

Sergio, Alex y yo, comenzamos a caminar por el sendero en sentido al refugio de Alex. Fue un camino duro, silencioso, con un aire a dolor en el ambiente. Alex a pesar de todo, mantenía las esperanzas de encontrar a alguien del refugio con vida, pero las lágrimas inundaban su rostro, se le veía completamente roto pero preferí dejarle solo y que se desahogara, al fin y al cabo no podría hacer mucho. Sergio cojeaba bastante, pero no se ha quejado hasta ahora, supongo que no querrá molestar demasiado. Por otro lado, estoy deseando ir al refugio para poder curarme correctamente la herida que tengo en la cabeza, concretamente en la parte superior de la ceja derecha. Buen golpe me dieron.

Continuamos algo más hasta que ya divisamos el refugio a lo lejos, noté que una mano se sujetaba a mi antebrazo, era Sergio. Se encontraba agachado señalándose la pierna y mirándome con cierta preocupación.

—Sonia, no puedo más. Me duele mucho la pierna —dijo apoyándose en mi hombro.

—Vale, está bien. Ven, apóyate en mi hombro, luego nos curaremos en el refugio, ya casi estamos.

—V-vale.

Avanzamos algo lento, las heridas de ambos dejaban mella en nosotros y Alex me daba algo de miedo, no sé hasta qué punto estoy haciendo bien en ir con él.

—Vamos, Sonia date prisa, ya estamos llegando al refugio. ¡Ánimo!

—Sii, ya voy —cogí a Sergio en brazos y aceleré un poco el paso—. ¡Arriba, chico!

Corrí un poco y enseguida comencé a divisar el refugio. Una especie de 2, 3, o 4 cabañas, no sé cuantas serían, pero estaban apiladas formando una "L" en horizontal. Las cabañas eran de madera y no se llegaba a ver mucho más. Continuamos avanzando hasta llegar a él. Divisamos una puerta de pintura blanca desgastada y oxidada, entreabierta, En frente estaba la cabaña y justo a los lados había una especie de establo en el cual no habían caballos, sino provisiones de comida probablemente trigo, cebada, fruta...

Era un lugar bastante grande e incluso a lo lejos pude ver lo que hubiera sido un campo de cultivos. En seguida Alex comenzó a llamar a su familia esperando encontrar a alguien. Nada más acercarnos a una de las cabañas oímos una fuerte pelea. Y unas voces provenientes de la cabaña. Yo bajé a Sergio al suelo.

Dos Pasos al InfiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora