Continuamos avanzando por una de las avenidas que da al hospital. Era bastante ancha y las barricadas cada vez nos asustaban más. Pues podían tener algunas trampas. Algunas estaban hechas de huesos humanos y en otras, algunos tóxicos estaban ahí clavados. Airón estaba empezando a tener miedo, se le notaba pero no lo demostraba. A mí me empezaba a preocupar que no llegásemos vivos al hospital. Por suerte teníamos terreno para escondernos.
Hice gestos a Airón de ir por el carril de la izquierda y él me siguió. Estaba todo muy tranquilo. No había nadie, ni oímos disparos. Pero no bajaba la guardia. Si van con flechas, son muy silenciosos. Aún no sabía a qué clase de enemigo nos enfrentamos pero me daba bastante respeto. Continuando por la sinuosa calle, veía que los edificios tenían las ventanas rotas, los muros que protegían las casas, caídos. Posiblemente muchos vivieran en esas casas y disparaban desde el balcón. Pero no podía asegurar nada. Quería salir de ahí cuanto antes.
En ese momento, noto la mano de Airón en el hombro.
—Es por aquí, Sonia —me susurró.
—Vale —nos mantuvimos en alerta por toda la avenida. Oímos algunos gritos de tóxicos pero no sabíamos exactamente de dónde venían.
Comenzamos a ver más barricadas en el suelo. Muchas de ellas hechas con señales de tráfico. y ahí vimos el origen de los gritos. Un grupo de tóxicos se encontraba descansando en la avenida. Hice señales a Airón para que se quedase quieto pero...
—Sabes que puedo ayudar —no alzó la voz pero estaba montando un numerito.
—No tienes forma de ayudar sin que acabemos devorados. Quédate aquí
Nuevamente puso esa cara de enfadado. Y se quedó quieto. Saqué mi arco y unas flechas y apunté a uno de los tóxicos que caminaba junto a los coches. Solté la flecha y le dio de lleno. Quedaban todavía bastantes pero de momento no suponían un peligro y estaban desperdigados por la avenida. Aún así, vi que uno se encontraba en medio de la avenida. Apunté con la flecha y disparé. También lo mató.
—Vale —dije mirante hacia atrás—. Podemos continuar.
Airón comenzó a seguirme
—¿Airón? Joder... me cago en todo. Le dije que se quedara quieto, coño.
Me fui hacia atrás y comencé a buscarlo. Había un pequeño parque con las puertas abiertas. Pensé que allí se podría haber escondido. Era un parque con varios árboles y nada más entrar, un tóxico apareció justo delante mía. Le clavé el cuchillo en la cabeza y continué para darme cuenta de que había muchos más tóxicos. Deduje que ahí no estaba Airón así que me di la vuelta.
—¡Donde coño se habrá metido! —justamente escuché varios disparos—. No... no puede ser —Oí un montón de gritos detrás mía y muchos pasos, no solo detrás, sino a mi alrededor.
Comencé a correr todo lo que podía hasta llegar a donde venían los disparos. Una avalancha de tóxicos se dirigieron corriendo a toda prisa a por mí. Al final de la avenida se encontraba otro parque con árboles, ahí es donde veo a Airón cubierto en un árbol disparando cuando venía un tóxico por detrás suya. Disparé al tóxico y cogí a Airón del brazo con todas mis fuerzas.
—¡Airón! ¡¡Eres una mierda!! —corría sujetándolo del brazo mientras con el otro disparaba a aquellos tóxicos que se dirigían a nosotros.
—Quería ayudar...
—¡¡Te dije que te estuvieras quieto, joder!! ¿¡Y ahora qué hacemos!? —en mi voz había un tono de desesperación y de miedo—. ¡¡Estamos muertos!!
—...
Continuamos corriendo y disparando a los tóxicos corriendo por la avenida y esquivando las barricadas. Por suerte muchos de los tóxicos se quedaban clavados en las barricadas, pero al ser una avenida muy ancha, muchos venían de lado o de frente. Me vi confusa al ver dos avenidas ya que no sabía por dónde ir. Tiré con fuerza del brazo de Airón.
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Dos Pasos al Infierno
Ficção CientíficaTras una guerra bioquímica que ha asolado gran parte del planeta y transformado en monstruos a otros, dos jóvenes hermanos, tratan de buscar refugio en el norte de España, uno de los pocos lugares del mundo que no ha quedado totalmente destruido por...