Capítulo 11: Matadero.

64 5 9
                                    

RECOMENDACIÓN: Este capítulo es mi primer intento de causar terror/tensión de una forma verdadera y considero que el ambiente para el lector debe ser el adecuado para una mejor experiencia. Apague las luces, póngase los cascos e intente estar en el sitio más tranquilo y sin ruidos posibles. Dicho esto, que comience el capítulo

—¡No quiero ir hacia allí, Sonia! —me decía Sergio muy asustado. Podía sentir su respiración agitada sin ni siquiera tocarlo—. ¿Oíste el ruido? ¡No era yo! Estoy seguro de que era un tóxico, rugía, agitaba los brazos hacia mí y cuando di un disparo se escondió. No sé dónde —le coloqué la mano en el hombro tratando de tranquilizarlo

—Tranquilízate. Veamos qué hacer.

Airón no llegaba a creérselo del todo

—¿Desde cuándo los pestosos se esconden? No solía salir del refugio pero... las pocas veces que nos hemos enfrentado a un pestoso de esos, venían en grupo a por nosotros.

—Este es uno solitario. Sabe que es más débil que nosotros, pero cuenta con la ventaja del lugar y la oscuridad. Solo tiene que mordernos para contagiarnos. Y hacerlo por la espalda es más sencillo.

—¿Te has enfrentado con algunos tóxicos antes en estas condiciones? —me preguntaba David para intentar tranquilizarse.

—No. Como dice Airón, los tóxicos no se esconden. Este nos está buscando —asomé la linterna hacia la puerta del matadero, no veía mucho. Volví la linterna y vi a Alex tendido en el suelo.

—¿Vas a entrar? Estás loca. —Airón procuraba mantenerse firme, pero se veía a simple vista que tenía bastante miedo

—¿Qué otra opción hay? Alex necesita pasar un tiempo aquí por mucho que nos pese. Al menos hasta que pueda andar un mínimo. Iré sola. Vosotros quedaos vigilando en la puerta, voy a despejar la zona, restablecer la electricidad y vuelvo con vosotros —vi como el resto asentía sin mucho convencimiento y entré dentro del matadero, iba a cerrar la puerta cuando...

—¡Espera! —Airón sujetó la puerta decidido—. ¿Puedo ir...? —tragó saliva al ver cómo era el lugar de siniestro—. No... no...—suspiró decepcionado consigo mismo—. Ten mucho cuidado.

—Cierra la puerta.

(Avanzar hasta el minuto 4:23)

Sola ante el peligro. Nada más entrar vi lo que parecía ser la sala de recepción. En las paredes del fondo, los conductos de ventilación se habían caído, quedando colgados sobre las paredes, moviéndose de un lado para otro y chocando de un momento a otro contra la pared. ¡PLAC! ... ¡PLAC! ... ¡PLAC! ... ¡PLAC! ... Se me estremeció el corazón al notar una brisa de aire frío en mi dirección. Observé a mi alrededor con la linterna. Había una ventana abierta en la oficina, concretamente tras unos cristales rotos. Decidí dirigirme hacia la ventana con pies de plomo para acabar con el horrible ruido que producían las tuberías.

Atravesé la sala mirando en todo momento a mi alrededor y en busca de ese maldito tóxico cuando antes de llegar a la sala de la oficina, veo un enorme pasillo con numerosas puertas a los lados. El pasillo parecía no tener fin, pero el ruido no me dejaba pensar con tranquilidad así que simplemente seguí hacia la ventana para acabar con ese horrible ruido molesto que me aterraba.

Atravesé la oficina en silencio, los ruidos de los conductos se me hacían oír más fuertes. Apunté con la linterna en las mesas, pero no lo alcancé a ver. Eran unas mesas llenas de polvo y sangre, no sé si humana o de algún animal. Había un ordenador caído y destrozado, también con restos de sangre. Justo encima de la mesa había restos de un humano con una pistola, debido al miedo que tenía no comprobé el cuerpo. Me dirigí a la ventana con suma cautela. Tenía demasiado miedo como para querer saber qué había tras esa ventana. Así que solo la cerré sin pensarlo.

Dos Pasos al InfiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora