Tras encontrar aquellas marcas realizadas por los bandidos por todo el perímetro, tuvimos que vernos obligados a abandonar aquel refugio. Tanto Alex como yo le contamos la situación a los chavales. Lo entendieron bastante rápido, aunque había resistencia por parte de los hermanos de Alex a abandonar el refugio. La verdad, tiene bastante sentido, es complicado abandonar algo con lo que creciste durante toda la vida.
Me situaba sentada en el suelo comiendo algunas de las almendras que había recogido cuando Alex se sentó a mi lado. Aparté hacia mí las almendras
—Sonia, ¿A qué hora partimos? —preguntó Alex.
—Cuanto antes mejor —le dije apresurada—. Debemos partir a la ciudad antes de la noche.
Comencé a recoger todo mientras Alex comía todo lo rápido que podía. Una vez acabamos de comer, Alex decidió ir a por unas cosas a la otra cabaña mientras yo recogía. No tardé demasiado, pero él sí parecía apresurarse, así que me puse a afilar una hoja de acero que encontré de vuelta a la cabaña. David lo miró y se mantuvo interesado por lo que hacía.
—Sonia, ¿eso son cuchillos? —me preguntó el niño.
—No. Son dagas.
David frunció el ceño y ladeó ligeramente la cabeza.
—¿Qué diferencia hay?
Lo miré y dejé de afilar la daga. Pasé la daga por mi brazo, el chico esperaba que me cortase. Pero no sucedió.
—Las dagas no cortan, sirven para apuñalar. También son algo más débiles.
El niño asintió bastante interesado.
—¿Serán para ti?
—No, para mi hermano y para vosotros dos.
El niño me miró algo extrañado. Yo suspiré.
—Preparación para el combate ¿Entiendes? —me levanté del suelo y le otorgué una de las dagas al niño y otra a Airón.
—¿Tendremos pistola? —dijo Airón algo entusiasmado.
—No. Estas dagas son únicamente para utilizar en caso de que Alex o yo estemos en peligro. Vuestro único papel en combate es esconderos ¿Queda claro?
—Hazme caso— dijo Sergio mirando a Airón—. Si tienes un arma irán a por ti. Si ven que no supones ningún problema... pasarán de ti.
Airón se desilusionó rodando la daga al suelo
—Pff, está bien.
—Venga— los animé—. Ahora a preparar la mochila rápido que está por llegar Alex. Sergio, coge toda la comida, y alguna cosa que quieras llevarte.
—¿Y nosotros? —me preguntó Airón.
—No sé, ibas de mayorcito. Sabrás prepararte la mochila al menos ¿No?
—Eh... sí, claro—según vi como metía las provisiones en la mochila comprendí, efectivamente, que no tenía ni idea de prepararse la mochila. Arqueé una ceja cuando vi que David bajaba las manos señalando a la ventana. Enseguida nos callamos todos.
—¡Shh! ¿No oís eso? —susurró en voz baja.
Me quedé expectante observando a mi alrededor cuando vi la sombra de un hombre con un rifle pasando cerca de la ventana que daba al exterior y justo detrás de él unos cuantos más. Todos nos agachamos.
—Joder... ¿¡Ya están aquí!? —susurré incrédula. Aún ni me dio tiempo a reponerme de la pelea —. Airón ¿hay alguna otra salida?
—Sí, justo detrás de la ventana hay otra puerta, podemos avanzar por ahí.
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Dos Pasos al Infierno
Science FictionTras una guerra bioquímica que ha asolado gran parte del planeta y transformado en monstruos a otros, dos jóvenes hermanos, tratan de buscar refugio en el norte de España, uno de los pocos lugares del mundo que no ha quedado totalmente destruido por...