Capítulo 12: Camino al hospital.

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En la noche, pensé en la sala de los cadáveres colgando en la sala. En todo lo que pasó en aquel matadero y el sufrimiento de todos aquellos inocentes que murieron a manos del estado.

Mi cuerpo comenzó a temblar, seguía horrorizada y traumada con aquello. Jamás pensé que el apocalipsis corrompiese de esta cruel forma a la humanidad. Corrompiese hasta tal punto de haber creado una industria de comida con humanos. ¿Cómo lo harían? Criar humanos es jodido, y traer semejante cantidad de humanos a la fuerza también es complicado. Solo se me ocurre que el propio gobierno obligase por la fuerza a participar en semejante barbaridad.

Temblé aún más y noté una mano en mi hombro. Me asusté y me estremecí.

—¡Ah! —cerré mi puño y abrí los ojos con un profundo terror.

—Ey. Tranquila. —noté que por la voz era Sergio—. ¿Tienes frío?

Llevé la mano a mi ojo sin responder nada. Seguía asustada.

—Hmmm. No. Estoy bien.

—Estabas temblando ¿Qué te pasa? ¿Alguna pesadilla?

—No, de verdad. Estoy bien.

—Hmmm

De repente el chico me agarró la mano y me acarició el pelo. Eso me relajaba mucho.

—Sé que no lo estás. Pero te digo que me puedes contar lo que sea. ¿Vale?

—Sergio... Estoy muy cansada

—Vale. Pero me quedaré contigo.

El niño se mantuvo abrazado a mí hasta que cerré los ojos y me dormí profundamente. Estando abrazada a él, me sentí mucho más protegida. Por primera vez era él quien me consolaba, ayudaba y protegía y yo comenzaba a ver que poco a poco estaba madurando. Había rasgos en su voz que me comenzaban a recordar a mi padre y eso que él lo conoció muy poco.

A la mañana siguiente desperté muy tarde. Había sido la noche que mejor había dormido principalmente porque me sentía acompañada y arropada. Al poco rato Alex comenzó a quejarse de la herida y me acerqué a él.

—¿Cómo estás?

—Fatal. No puedo ni siquiera mover el pie —me miró apenado—. Esto va a ir para largo, Sonia.

Me agaché viendo como el vendaje tenía bastante sangre.

—Voy a quitarte el vendaje y veré qué puedo hacer.

—Bien. Intenta no ser muy brusca. Me duele muchísimo.

Cuidadosamente retiré el vendaje de Alex, la venda estaba algo pegada a la carne lo cual causó que se quejase bastante. Al retirarla por completo y ver la herida a la luz del día, vi que no pintaba demasiado bien. El cepo había desgarrado bastante el músculo y no sé si había roto el hueso. Necesitaba urgentemente una operación o habría que amputar. Revisé en mi mochila y ya no tenía ni puntos de sutura siquiera. Necesitaba material médico. En el refugio de Badajoz me enseñaron a realizar algunas operaciones, pero ninguna así. De todas formas no dejaría tirado a Alex. Le debo varias cosas, entre ellas salvarme a mí y a mi hermano.

—Escucha, me hacen falta materiales médicos que no tengo —miré a alrededor y pregunté—. ¿Alguien sabe de la existencia de un hospital o centro de salud por la ciudad?

—Airón y yo—respondió David—. Hace muchos años nuestro padre trabajaba aquí.

—¿Pero sabéis donde se encuentra o no?

—Si, pero está muy lejos. Desde aquí una hora mínimo —respondió Airón.

—Decidme cómo llegar.

Dos Pasos al InfiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora