VI

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El día siguiente fue igual de glorioso en lo que a muestras físicas de afecto se refiere, aunque debido a el concurso de cultura general, estuvo clase y media sin la compañía de Lafayette y Alexander.
El miércoles pasó sin pena ni gloria, claramente el aumento los toques entre Hamilton y Laurens eran evidentes para todos pero nadie decía nada al respecto.

El jueves fue un día interesante.

Los últimos días por no decir las últimas semanas, las quejas e insultos de Lee se habían visto aumentadas pero John intentaba su mayor esfuerzo en hacer de oídos sordos.
Cada vez que escuchaba un insulto o chisme sobre el director tenía que morderse la lengua y caminar rápido a un lugar lejano a el origen de las voces.

Los jueves eran días con poca importancia para John. Consistían únicamente en ir a la escuela, descansar de ella algunas horas -las cuales utilizaba principalmente para practicar dibujo o para hablar con Alex, o ambas- y luego ir a una clase de piano que a pesar de solo durar una hora, a John le parecía un momento eterno, castigo por todos sus pecados.
Aunque por el regaño de Martha y de algunos maestros intentaba ver el lado positivo de las cosas, a veces le era imposible, siendo el día jueves el que pagaba por el odio y negatividad de Laurens.

Pasó parte del receso durmiendo en las piernas de Alexander y otra parte recargado en él mientras comía. Fantaseaba y respondía a lo que le preguntasen, aunque la mesa donde se sentaba estaba más bien silenciosa, con Lafayette estudiando y Alex extrañamente en su mundo, callado y por tanto extraño.

Se levantó excusándose para ir al baño y dejando a Alexander a cargo de su lonchera.

Iba desganado al baño cuando ya cerca de este comenzó a escuchar algunas voces para su desgracia muy conocidas.

—Me da asco solo pensarlo, pero hey, es la verdad. Ese Gilbert no sabe de nada, para quedarse en el concurso debió haberle hecho algunos favores— escuchó risas mientras apretaba sus puños, debatiéndose mentalmente sobre qué hacer— y ni hablar de su ahijado, ese tipo se la pasa insinuándose a cada persona con poder que tiene en frente.

Apretó la boca y contó mentalmente hasta diez.

—Bueno, de algún lado lo aprendió— agregó otra voz.

Escuchar a personas hablar mal de él mismo no le ponía mal, pero el escuchar personas hablar mal de amigos y en este caso, el chico que le gusta, lo enloquecía.

—Yo escuché que su madre era una prostituta...

Laurens se repitió mentalmente que no valía la pena meterse con idiotas como lo eran Charles Lee, Thomas Conway o Evan Edwards pero cuando se dió cuenta, estaba caminando hacia el origen de las voces y cuando pensó más y decidió que lo mejor era dejarlos seguir hablar, ya estaba plantado cerca a ellos, quienes le miraban con el ceño fruncido.

John, dándose cuenta de que era muy tarde para arrepentirse o pensar en algo mejor que hacer, caminó más rápido y firme hasta empujar levemente a Lee por lo hombros.

—¿Qué acabas de decir idiota?

—Exactamente lo que habrás escuchado—respondió con burla— Tu novio aprendió bien de su madre.

Un empujón más fuerte fue dado por John, seguido de un intento de golpe que Lee esquivó. Tomó con una mano las muñecas de Laurens para levantar su puño amenazante.
Estaba a punto de golpearle cuando se escucharon pasos cerca de donde se encontraban.

Loving and ShippingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora