VII:Laffayette

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VII:Lafayette

Lafayette se consideraba a sí mismo un hombre ocupado. Solía pasar las tardes leyendo, practicando artes marciales, defensa personal y ejercitándose en general. Su gusto por pelear no era casual, su familia se conformaba en su mayoría de militares y, aunque no estaba seguro de querer dedicarse a la milicia, disfrutaba de las enseñanzas de su familia.

Ese jueves en específico, le daba una segunda oportunidad al esgrima. Cuando pequeño, su madre trató de enseñarle, pero lo dejó al lastimar a su primo menor con la espada (aunque claro, al ser pequeño la espada era de madera, por lo que no resultó ser un daño mayor).
Su madre le enseñaba la técnica adecuada y las formas básicas, mientras aseguraba que aprendería muy rápido dado su historial deportivo. Entonces comenzó a sonar un teléfono.

—Puedes ir si quieres...

—No, quien sea que esté llamando deberá esperar.

El ciclo se repitió dos veces más, por lo que Lafayette decidió apagar su teléfono sin siquiera mirar quién era quien se creía digno de molestarlo en sus horas de práctica.

Tras algunas horas, terminado el entrenamiento, Gilbert revisó su teléfono, encontrándose con varias llamada perdidas de John.
Respiró profundo emocionado de lo que le fuese a contar.
Entonces regresó la llamada.
Dos, tres veces.

Al ser ignorado, decidió mandar un mensaje a su amigo, excusándose con su práctica de esgrima y casi rogando que le contestara el teléfono. Fue en la cuarta llamada cuando escuchó la voz de su amigo.

Ya

—¿Para qué llamaste? ¿Pasó algo con Alex? ¿ya son novios?

—¿Crees que si ya fuéramos novios te estaría llamando?

Lafayette identificó cierta felicidad en el sarcasmo de su amigo. Se rió en voz baja, pensando que incluso feliz, John se empeñaba en parecer duro.

—Cuéntame entonces.

Laurens comenzó a relatar, con ilusión más escondida su asunto con Lee, comenzando por cuando los escuchó hablar cerca de los baños.

Te juro que fue demasiado irritante.

—No me diga— rodó los ojos imaginando a los idiotas de su escuela—Prosigue.

Entonces llegó la parte que más le interesaba a Gilbert.

—¿Te abrazó para separarte de el?

¿De qué otra forma podría haberme separado?

Un grito de emoción casi sale de Lafayette, pero se limitó a aclarar su garganta y decir un rápido "sigue".

Y cuando apenas llevaba unas palabras para describir lo que seguía, Gilbert ya lo estaba interrumpiendo de nuevo.

—¡Te dije que lo conquistarías! Ya lo tienes a tus pies. No necesitamos rituales satánicos o estrategias muy elaboradas...Ni siquiera tuvimos que comprarle una pizza.

Aún sin verlo, Lafayette supo que John había puesto una cara incómoda.

—Emm... Ugh, me siento estúpido contándote esto y oyéndote reaccionar así, me siento como una chica...

—¡John Laurens! ¿Te estás escuchando? No seas sexista, ¿qué diría Martha si te escuchara?

Hubo un corto silencio.

—Perdona.

—Prosigue.

Al llegar a la parte donde Alex curaba la boca de John, Lafayette pensó que ya no podría con más. Quería ponerse a saltar de la felicidad que sentía.

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