Epilogo (uno muy pequeñito)

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Alex y John se sentaron a la orilla de la cama del mayor. Después de dos meses de relación habían decidido presentarse como pareja formal a la familia Laurens y, aunque esto no había ido tan bien como deseaba Alex, tampoco había sido un trágico desastre como temía John.
La reacción había sido incomoda de ver, especialmente por parte del padre. Los niños lo tomaron con mucha sorpresa y emoción y la madre se limitó a dar una expresión confusa antes de formar una pequeña sonrisa que, a pesar del esfuerzo de la mujer, no denotaba una sincera felicidad.

Henry frunció el ceño, dio media vuelta y mientras se alejaba dijo no tener problema con ello. Eleanor fue tras su esposo después de asentir a los muchachos y murmurar un "A mi me parece muy bien, felicidades chicos".

Ya encerrados en la habitación, acordaron no preocuparse por ello, pues sabían que con el tiempo la familia Laurens se mostraría más abierta.

—Y si te incomoda estar en tu casa, siempre puedes pasar a la mía— dijo el menor sonriendo.

Con los Washington no había problema alguno. El momento en el que George se enteró de su relación fue de hecho cómico.
Se encontraban comiendo los cuatro chicos y los tutores de Alex cuando George dijo:
—¿Cómo van en lo exámenes chicos?

—Fácil— se apresuró a decir Lafayette antes de meter spaguetti a su boca.

—Igual que siempre— acompletó Alexander.

Herc y John se limitaron a mirarse encogiendo los hombros.

—Herc, ¿sigues con tu clases de costura?
—Si señor, en poco tiempo podré confeccionarles trajes a usted y a su familia.
—Laf—empezó Martha— Tu madre nos dijo que estas volviéndote muy bueno con el esgrima.
—Oh, oui, o eso espero. Me parece que es muy útil y con el puedo acomplejar mi aprendizaje en varias artes marciales.
—Muy bien, ¿John? ¿Qué tal tu arte? ¿Cuando va a enseñarnos tus dibujos?
—Oh—dijo John— de hecho voy muy bien, he empezado a practicar mi representación de la figura humana y creo que voy por buen camino...
—Oui oui—lo interrumpió Gilbert— John a estado dibujando mucho desde que comenzó a salir con...
—¡Hey! —interrumpió Alex mientras John tosía— ¿huelen eso? Creo que se están quemando las galletas.
—Oh no— dijo Hércules levantándose y corriendo hacia la cocina.
—Entonces Laurens tiene una novia... — dijo George— ¡Enhorabuena chico! Aunque realmente creo que nunca te he visto con una chica en la escuela...
—Cariño, creo que...
—Solo te he visto con la joven Margarita pero eso ha sido altamente esporádico...
—Cariño.
—Oh, seguro es con una chica en línea ¿verdad? Estos jóvenes de hoy en día...
—George creo que no estás entendiendo.

George dejó de hablar por un momento. Miro a John antes de abrir ligeramente la boca y volver a ver a su hijo. Alterno la mirada rápidamente entre ellos antes de soltar un "Ahhhh".

—Oh Martha me siento tan tonto. ¿Cómo es que no lo vi venir?— y después se soltó a reír ante la incómoda mirada de la pareja.

Hércules regresó con las galletas y las comieron mientras los Washington, más enternecidos que sorprendidos preguntaban detalles de la relación.

Tomando delicadamente la cara de Alex, John plantó un pequeño beso en la comisura de los labios de su novio, antes de que este lo devolviera con mayor intensidad. Descubrieron cierto grado de adicción en los besos y mientras John investigaba y recitaba seriamente las hormonas que hacían posible ello, Alexander se dedicaba a escribir cartas y poemas con las más bellas metáforas y los más complicados juegos de palabras y concatenaciones y dilogías y cada recurso literario que aprendiese en su clase de escritura.
Tal era su gusto por besarse y tal era la distracción que estos besos causarían, que se verían obligados a limitarlos en temporadas de exámenes. Y eran tan elevados lo niveles de emoción y placer de los que se llenaban que la mayor parte de sus discusiones quedarían rápidamente olvidadas.
Era tal el amor que llegarían a desarrollar que, el terco de Hamilton cedería en distintas discusiones y el frío de Laurens diría las más tiernas y amorosas palabras que lograba concebir. Aunque claramente esto no sucedería con frecuencia en lugares públicos.

Era en la comodidad de la cama de Alexander donde se desenvolvían con más cariño. Acomodando el cabello del otro, riendo suavemente, mirándose recostados. Se creaba un aura donde destacaban las frases dulces y las miradas cómplices. Donde Alex olvidaba brevemente el futuro y John sus ideales de heroísmo.

En la escuela sin embargo, les era difícil mostrar su amor, más que por el miedo a juicios externos, por la política de no grandes demostraciones amorosas dentro de las instalaciones. No es que no se pudiesen robar besos pequeños de vez en cuando, pero en la mayoría de las ocasiones preferían evitar una mala mirada por parte de la prefecta.
Las miradas confusas por parte de sus compañeros de clase no suponían un problema. A veces jugaban a adivinar el tipo de reacción que tendría alguna persona al verlos besarse (sabiendo que a los desconocidos les daría exactamente igual).
John recuerda haber vistos una de las Schuyler darles una sonrisa triste antes de desearles lo mejor. Cuando ella se alejó, John fue detrás de ella y agradeciendo, pidiendo lo mismo para ella.
Ambos coincidieron en que la reacción menos divertida (pero quizá más obvia) fue la de Aarón, quien a penas y les prestó atención. Mantenerlo cerca ya no sería necesario pues su notoria relación evitaba cualquier tipo de coqueteos, pese a ello, siguieron conviviendo constantemente con el, llevados más por la costumbre que por la necesidad.

Soñaban constantemente con un futuro juntos, sin llegar a desperdiciar  el tiempo para quererse que el presente les daba.
Convencerían a Lafayette de dedicarse al deporte y no a la milicia y a Herc de estudiar corte y confección. Alex decidiría estudiar leyes y aunque el padre de John deseaba que su hijo hiciera lo mismo, este se decantaría por la biología. Y Alex y John vivirían juntos y  cuidarían del otro y se amarían igual que siempre. Y  tendrían un perro.

Ese era el plan, y George lo aprobaba, lo cual significaba que iba a cumplirse sin ningún obstáculo. Quizá con obstáculos. Tal vez muchos. Pero en definitiva, su plan iba a plasmarse en la realidad. Independiente de la cantidad de Lees que se encontrarán en el camino.

Dado su temperamento y la predisposición que ambos tenían a la violencia, sumado con sus constantes malas decisiones, antes de dejarlos vivir solos, George y Martha los enviaron a varios cursos que los ayudarán a mantenerse bajo control. De todas formas, cada fin de semana procuraban verlos.

El plan termina con un "Y vivieron felices para siempre" y es que, a pesar de la relatividad de este enunciado, podemos afirmar que tendría una vida larga y feliz, llena de nuevos conocimientos, amor y eventualmente, quizá, si Alex lograba convencer a John, un hijo o hija a quien cuidar.

Fin

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Hey, perdón. No voy a editarlo, así que me disculpo por los posibles errores gramaticales o en la trama.
Listo, termine. Y perdón

¿Qué te pareció?

Realmente, fue divertido hacer esto y me encantó leer comentarios (tanto que estoy casi segura de que no voy a borrar la historia). Agradezco mucho mucho mucho por leer.

Espero que lo hayas disfrutado y hasta pronto (bc tengo muchas ganas de hacer algo destiel y algo de rayita xdxdxd)

Loving and ShippingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora