Capítulo VII

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La preocupación es visible en los ojos de Regina, la madre de Esteban. Está sentada frente al escritorio del director Francisco ya que insistió en tener una cita con él para aclarar bien qué había pasado en el salón.
Sus manos se mueven con nerviosismo, el simple pensamiento de que algo le pudiera ocurrir a su ahora único hijo la inquietaban.
Había perdido a una hija recientemente y junto a ella también se había ido una parte de su alma, mente y sobre todo de su corazón. Desde ese día ya no era la misma, porque perder un hijo es lo peor que le puede pasar a un padre.
Aún sigue entrando a su cuarto como todas las noches para arroparla y darle un beso de buenas noches, solo para encontrarse con la triste realidad; una cama vacía. Las semanas pasaban y Susan todavía llora acostada en la cama de Violeta hasta que se queda dormida y su esposo con lágrimas en los ojos la despierta y la lleva a su habitación.
Todo le recuerda a su hija; su cuarto, la casa, la escuela y sobre todo Esteban.
En cada minuto del día tiene esa sensación en el pecho, que duele, que quema. Es ese tipo de dolor que te consume el alma, y te hace sentir vacío. Quien haya asesinado a su hija, también mató algo dentro de la familia Saavedra.
¿Cómo puede una madre superar eso? ¿Cómo es posible seguir con una vida después de haberla perdido? - seguía preguntándose.
Regina sale de su ensoñación cuando su esposo la toma de la mano como para recordarle que estaban en la oficina del director.
Maximiliano está sentado a un lado de ella y luce igual de abatido que esposa, ambos con el rostro pálido, ojeras en los ojos y signos de haber llorado.
Regina empieza a recordar el día en que conoció a su esposo, el día de su boda y lo felices que habían sido cuando sus hijos nacieron. Eso era todo lo que tenía: recuerdos.
Pensar en su pasado solo le recordaba todo lo que había perdido y lo lejos que estaba de poder recuperar su vida algún día.
Su esposo, el amor de su vida, también estaba sufriendo lo mismo que ella y aunque intentara ocultarlo, estaba destrozado. Ambos lo estaban.
Cada uno se repetía mentalmente que tenían que ser fuertes por su otro hijo. Es verdad que lo habían descuidado desde la muerte de Violeta, pero no podían culparlos, por más que intentaban no podían retomar sus vidas.
Frente a ellos Francisco se aclaró la garganta.
-Creo que nunca pude decirles lo mucho que lamento lo sucedido con Violeta - Regina cerró los ojos con dolor al escuchar su nombre - y les pido una disculpa por no haberles dado mi más sentido pésame hasta ahora - los padres asintieron, aún tomados de las manos dándose apoyo.
-Gracias – susurró el padre más por educación que por otra cosa.
El director reflexionaba sobre que más decir con respecto a Esteban o Violeta. Sobre el primero no sabía que explicación darle a los padres, que no estaban conformes con su respuesta de que el viento había roto esas ventanas. Y sobre su hija, prefería evitar ese tema. Los pares ya habían sufrido bastante.
El señor Saavedra tomo la iniciativa en la conversación:
-Hemos pasado por muchos cambios estas últimas semanas director Francisco, espero que pueda entender nuestra preocupación por Esteban.
-Los entiendo, y les aseguro que no hay nada de qué preocuparse. Por el momento no tengo más información que darles, pero les aseguro que pronto aclararemos las causas del incidente –dijo rápidamente y un poco cortante.
-¿No sabrá algo sobre el caso de Violeta? –Regina habló por primera vez con la mirada en sus rodillas.
La pregunta tomó por sorpresa a los dos hombres en esa habitación. "No, lo siento" fue todo lo que respondió Francisco.
-No se preocupe, el tiempo hará justicia –dijo la madre más para ella que para el director.
-Si me permiten dar mi opinión –Maximiliano asintió- pienso que no es sano para Esteban seguir en esta escuela, he notado que está muy afectado y pienso que tal vez se pueda desarrollar mejor en un ambiente distinto al de esta escuela – hizo una pausa- ¿Han pensado en mudarse?
Regina deslizó su mirada lentamente hacia su esposo y se sorprendió al ver su expresión: estaba considerándolo.
-Nos quedaremos por ahora –se apresuró a decir mientras tomaba su bolso y salía de la oficina a tomar aire.
Francisco se levantó al igual que el señor Saavedra y estrecharon sus manos con educación sin decir palabra alguna. Maximiliano se reunió con su esposa y el director suspiró de alivio al ver por la ventana que los padres salían del edificio.

¿Quién mató a quién?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora