Capítulo XI

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Tres días pasaron sin que el espectro visitara a su amiga, hasta que una noche Violeta se armó de valor y decidió confesarle todo a Ana con la esperanza de así poder evitar que lo mismo le ocurriese a otras.
-Despierta -Violeta sacudió con fuerza el hombro de Ana, que estaba dormida profundamente.
-Déjame en paz -Murmuró la castaña con cierto mal humor sin abrir los ojos y aún medio dormida.
-Dijiste que querías respuestas -El frío aliento de la muerta golpeó el rostro de Ana causándole escalofríos.
-Y no quisiste dármelas -Ana por fin abrió los ojos encontrándose con el rostro de Violeta cerca del suyo, dio un respingo a causa de esto y se sentó con rapidez sobre su cama.
-Debes venir conmigo si quieres respuestas a tus preguntas –dijo seriamente.
Violeta caminó hasta el closet de la habitación abriendo las puertas sin ningún esfuerzo.
-Son las tres de la mañana -murmuró Ana sorprendida al ver el despertador que reposaba sobre su mesa de noche –No iré a ningún lado a esta hora, estás loca.
-Dijiste que querías respuestas -Repitió Violeta mientras dejaba caer en la cama la bufanda preferida de Ana junto a su gorro, un grueso abrigo y unos guantes.
-Levántate, vístete y toma las llaves del auto de tu madre. Apúrate que no tenemos mucho tiempo.
-¿Qué? -Ana se froto el rostro debatiéndose mentalmente entre hacer lo que Violeta decía, conseguir respuestas y arriesgarse o quedarse segura en su casa con la duda.
Al final terminó usando lo que Violeta había puesto sobre su cama, escabulléndose a la habitación de sus padres y tomando las llaves del auto de su madre.
-No es una buena idea –murmuró Ana una vez que estuvo sentada en el asiento del coche negro –Apenas estoy aprendiendo...
-Deja de dudarlo y vámonos antes de que me arrepienta- Violeta sentada a su lado rodó los ojos, Ana tragó saliva antes de arrancar y emprender camino siguiendo las indicaciones de la muerta.

¿Quién mató a quién?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora