Capitulo 27

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Capítulo 27

No había dejado de mirarla. Lucía tan hermosa, era la más bella de esa playa. Su figura perfecta enmarcada con ese diminuto traje de baño. Era ella su mujer y no soportaba ver como otros hombres la miraban y no poder hacer nada, pero eso sería diferente, pronto estaría a su lado. Solo era cuestión de aprovechar cualquier momento en que ella por fin estuviera sola.

—Los veré más tarde —sonrió Seika al despedirse de la pareja que salía rumbo a una cita romántica en un yate que Seiya había rentado. Ella caminaría por los alrededores y quizás haría algunas compras, lucía un short blanco y un top de color azul marino con sandalias alejándose por el lado contrario a donde la pareja caminaba.

Por un instante pensó que esa era su oportunidad para deshacerse de esos dos estorbos. Pero no, su corazón le pedía seguir a la mujer de su vida. Así una vez que se aseguró de que nadie la vigilaba y que la pareja se había marchado comenzó a seguirla. Era tan bella, que por donde pasara todos volteaban a verla. Caminó un poco más detrás de ella hasta que encontró una florería donde compro una de sus flores favoritas y continúo siguiéndola. Aprovecharía el instante en que ella se detuviera a observar algún aparador para poder acercarse a su mujer.

Sentía que alguien la seguía, pero quizás estaba siendo paranoica. En el camino se había comprado un helado y ahora buscaba un traje de baño. Observo los aparadores y vio uno que llamo su atención, disponiéndose a arrasar con esa tienda.

La contemplo desde afuera, no evitando sonreír. Eso no había cambiado en ella, podría acabar con una tienda entera si es que lo que vendían le gustaba. Sin darse cuenta unas lágrimas recorrían sus mejillas. Era ella, estaba viva.

No supo cuánto tiempo había pasado en ese lugar hasta que la vio salir con un par de bolsas que apenas si podía con ella por lo que vio ahí su oportunidad fingiendo que buscaba algo en su bolsillo choco contra ella— Disculpe...

—Ay porque no se fija por... —fijando su mirada en ese hombre sintiendo todo su cuerpo estremecerse.

Sonrió como la primera vez que la había visto— Discúlpeme señorita —dijo agachándose a recoger las bolsas que había tirado, era cierto, no lo recordaba— ¿está usted bien?

—Si... —tomando las bolsas, sin saber por qué la presencia de ese hombre la había prácticamente petrificado.

—Creo que ha comprado la tienda entera... —dijo rosando suavemente su mano— ¿gusta que le ayude a cargar tanta bolsa?

—Está bien no se preocupe —el roce de su mano había la había hecho cerrar sus ojos, como si no fuera la primera vez— disculpe... ¿acaso lo conozco?

Sonrió tomando las bolsas de sus manos— Tal vez, en nuestros sueños. Ande dígame ¿a dónde la acompaño? porque créame que no dejare que ningún hombre se acerque a tan bella mujer

Esas palabras resonaron en su mente como si antes ya se las hubieran dicho— Bueno voy al hotel de la costa

—Perfecto, yo la acompañare —dijo sonriéndole. Al menos podría estar cerca de ella de esa forma— y dígame ¿es turista verdad? porque nunca olvidaría a tan bella mujer en estas calles

—Si. Vine a pasar unos días en la playa ¿y usted vive aquí? porque se me hace conocido —volviendo la mirada hacia él estudiando sus facciones detenidamente.

—También soy turista, pero vengo muy seguido a este lugar —dijo volteando a verla— ¿se ha enamorado de mi señorita?

Desvió su mirada de inmediato un tanto sonrojada— Es que se me hace conocido —llevado la mano a su cabeza sintiendo pequeñas punzadas.

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