Entonces, decidido a llevar la conversación por otros derroteros, añadió:
–Has dicho que, de momento, te estás centrando en tu trabajo... ¿Es por eso por lo que te marchaste de Gales hace dos años y viniste a Londres?
–Sí –respondió ella tras un prolongado silencio.
Ruggero arqueó las cejas con gesto interrogante.
–Yo... tenía novio –explicó Karol con desgana. Sabía que tenía que explicarse mejor, pero no quería contarle todo. Quizá algún día lograra perdonarse a sí misma por haber sido tan tonta, por haber permitido que Lionel la engañara de esa manera–. Rompimos y decidí comenzar una nueva vida.
–¿Por qué rompiste con tu novio?
–Porque... porque él se enamoró de otra –murmuró Karol.
–Ah, eso explica muchas cosas.
–¿Qué es lo que explica? –preguntó Karol irritada al notar la expresión de Ruggero, que parecía sumamente satisfecho consigo mismo.
–Para empezar, que te entrometieras en el asunto con Mercedes. Tu novio te dejó, supongo que te fue infiel, y ahora crees que todos los hombres, yo incluido, somos tan poco de fiar como él.
–De ti una no se puede fiar, desde luego –Karol no sabía cómo habían iniciado esa conversación ni adónde conducía, pero reconocía la veracidad de las palabras de Ruggero. La traición de Lionel la había hecho dudar de su capacidad para juzgar a la gente–. Es más, eres cien veces peor que Lionel –añadió apasionadamente–. Nunca pasas más de cinco minutos con una mujer.
–Cierto, pero yo no engaño ni soy infiel a nadie –contestó Ruggero–. Como regla, nunca salgo con más de una mujer al mismo tiempo, y siempre corto una relación antes de empezar otra. Desde el principio de las relaciones, dejo claro que no quiero nada serio ni duradero. No negarás que eso es mucho mejor que engañar a una mujer con falsas esperanzas.
–En otras palabras, eres el no va más de la virtud en lo que a las relaciones se refiere –comentó ella irónicamente.
–En mi opinión, sí –respondió Ruggero completamente en serio–.Desde luego, nada más lejos de mi intención que hacer daño a nadie.
Karol apartó el plato de comida que apenas había probado. Quizá Ruggero tuviera razón. Quizá fuera mejor tener relaciones con alguien que no quería comprometerse a tenerlas con un hombre que, en principio, sí quería, pero luego traicionaba la confianza depositada en él.
–Debiste romper hace ya tiempo y viniste a Londres –dijo Ruggero, interrumpiendo los pensamientos de ella–. ¿Y ahora? ¿Sales con alguien?
–No –murmuró Karol.
Ruggero se recostó en la silla y bebió un sorbo de vino.
–¿No te parece que ya llevas demasiado tiempo penando por ese tipo en Gales? Tienes que salir y divertirte. Y te sugiero que renueves un poco tu vestuario. No lo tomes a mal, pero con la ropa que llevas no vas a conseguir nunca atraer a un hombre.
Karol enfureció.
–La ropa que llevo no tiene nada de malo, es ropa seria y apropiada para el trabajo. ¿Preferirías que sirviera las cenas vestida de corista?
–Vaya, cómo no se me había ocurrido...
El brillo travieso de los ojos de Ruggero la hizo enrojecer, y el ambiente se cargó de una inexplicable tensión. Perpleja, bajó la mirada. Pero cuando volvió a alzar los ojos y los clavó en el rostro de Ruggero, se preguntó si no habría sido su imaginación la que le había hecho pensar que la tensión entre ambos había sido sexual.
–En cualquier caso, salgo, no me paso el día encerrada en la casa –declaró Karol.
–No creo que vayas a encontrar novio yendo a clases de cerámica por las tardes –comentó él burlonamente.
–No recuerdo haber dicho que quiero encontrar novio.
–¿Así que vas a permitir que una relación fallida te afecte durante el resto de la vida?
–No, pero...
–No puedes anclarte en el pasado, Karol. Tienes que seguir con tu vida.
Karol frunció el ceño.
–¿Lo dices por experiencia?
Ruggero le dedicó una inexpresiva sonrisa, pero ella notó cómo se le endurecía la expresión.
–No olvides que soy un playboy –dijo él con ironía–. Para mí no es problema ir de una relación a otra. Pero ahora en serio... no debe ser fácil trasladarte a una ciudad como Londres y hacer amigos. Podría presentarte a gente. Por ejemplo, mañana voy a asistir al estreno de un musical en el West End y luego a la fiesta del estreno, así que... ¿Por qué no vienes conmigo?
Era normal querer ayudar a Karol a hacer de Londres su casa, se dijo Ruggero a sí mismo. Era una cocinera fantástica y él no quería que se le ocurriera volver a Gales por no encontrarse bien allí. Quizá, si salía con ella un par de veces, la ayudaría a hacer amigos.
Karol tragó saliva.
–¿Estás invitándome a salir una noche contigo? –Karol quería asegurarse de que no había oído mal.
–Te sentará bien salir.
A Karol le dio un vuelco el estómago al darse cuenta de que Ruggero la había invitado a salir con él porque le daba lástima. Estaba a punto de rechazar la invitación, pero el orgullo se lo impidió. Ni aún penaba porque Lionel la hubiera dejado ni tampoco era la pobre víctima de una relación fallida que Ruggero creía que era. No había motivo por el que no podía ir al teatro con él.
–Está bien, te acompañaré –respondió ella rápidamente, antes de echarse atrás–. Nunca he asistido a un estreno. ¿Cómo deba vestir?
–A estos estrenos la gente suele ir con ropa de noche, las mujeres con vestidos largos, hasta los pies.
Karol repasó mentalmente su guardarropa y se dio cuenta de que no tenía nada apropiado para la ocasión.
–En ese caso, tendré que ir de compras.
Ruggero se sacó la billetera del bolsillo, agarró una tarjeta de crédito y la dejó encima de la mesa, empujándola hacia ella.
–Toma la tarjeta y cómprate lo que necesites.
–Ni hablar –respondió ella ofendida–. No te preocupes, puedo permitirme comprar mi propia ropa.
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Deseos Saciados {Adaptación/Ruggarol}
FanfictionLe dejó sumamente claro que la deseaba... pero sin ataduras de ningún tipo. ♡ Fecha de inicio: 29.01.19 ♡ Fecha de finalización: 26.04.19 ♡ Editada: 07.04.22 ♡ Aclaración: Está historia la había publicado en mi antigua cuenta @ruggarolbebos, la cual...