Solo dos días hasta el lunes, se recordó Karol a sí misma. Pero la idea de esperar todo el fin de semana le pareció insoportable.
–Gastón te va a ver tan pronto como lleguemos a Londres – Ruggero empleó un tono de voz suave, conmovido por las lágrimas de ella–. Intenta no perder la calma. Yo me encargaré de todo, cariño.
Ruggero cumplió su palabra. Fueron a Manchester, al aeropuerto, donde les estaba esperando el avión privado de él y en pocas horas llegaron a Londres.
[...]
Al día siguiente, sábado, tenían una cita en el hospital con Gastón Vietto, el cardiólogo amigo de Ruggero. Era extraño encontrarse en su antiguo apartamento, en el sótano de la casa de Ruggero, pensó Karol al acostarse. Y había sido igualmente extraño que Ruggero hubiera preparado la cena. De hecho, la tortilla de hierbas aromáticas le había sabido de maravilla. Después, habían visto la televisión un rato.
Sorprendentemente, se habían encontrado a gusto el uno con el otro.Preocupada por los problemas de embarazo, Karol apenas pegó ojo aquella noche. Y, a la mañana siguiente, tumbada en la camilla del hospital para la ecografía, estaba tensa y pálida.
Gastón Vietto la trató con suma amabilidad durante la prueba, pero ella no lograba controlar el miedo.–Hay problemas, ¿Verdad? –comentó ella presa del pánico al ver que el médico, muy concentrado en su trabajo, no decía nada.
–Sí, eso me temo –contestó Gastón con voz suave.
Aterrorizada, Karol agarró la mano de Ruggero y él le dio un apretón cariñoso.
–¿Cuál es el problema? –preguntó Ruggero.
–El corazón. Se trata de una deficiencia del septum que resulta en una libre comunicación entre el lado derecho e izquierdo de las aurículas, la condición se demoniza «Comunicación interauricular». Tiene tratamiento, pero a los pocos meses de nacer, lo más probable es que haya que operar al bebé –el cardiólogo hizo una pausa–. Quizá incluso al poco de que nazca, eso dependerá de cómo esté.
Karol tragó saliva.
–¿Podría... podría morir?
–Mi equipo y yo haremos todo lo posible para que eso no ocurra –contestó Gastón con expresión seria, pero comprensiva–. Mentiría si dijera que no hay riesgos.
Entonces, al ver la extrema palidez de Karol, lanzó una mirada a Ruggero y añadió:
–Mientras Karol se viste, ¿Por qué no vienes conmigo a mi despacho? Ahí te daré toda la información que pueda darte de momento.
Ruggero se sentía vacío. Moviéndose como un autómata, se sentó en un sillón en el despacho de Gastón y se cubrió el rostro con las manos. El dolor que sentía era agonizante. Bebió de un trago el coñac que Gastón le había dado y trató de asimilar la información que el médico le proporcionó respecto al problema del feto para poder explicárselo a Karol después. Por fin, se puso en pie.
–Me voy a buscar a Karol. Me necesita.
–Tranquilízate, amigo –Gastón le puso una mano en el hombro y le acompañó hasta una puerta de cristal que daba a un pequeño jardín privado–. Vas a tener que ser fuerte para poder apoyarla.
Karol todavía tenía la llave de la casa de Ruggero, así que la introdujo en la cerradura y entró.
Ruggero no estaba en casa, pero tampoco había esperado que estuviera.
Después de la ecografía, tras cambiarse de ropa, había ido a buscarle, pero no le había encontrado. Al cabo de un rato, había vuelto para preguntarle a la secretaria de Gastón si sabía dónde estaba.
–Le he visto salir hace diez minutos –le había respondido la secretaria.
¡Se había marchado del hospital! La había dejado ahí sin avisarle de que se iba. Solo se le ocurría una explicación: Ruggero debía haber decidido que no podía exponerse al dolor de poder perder otro hijo.
Karol bajó al apartamento y se puso a recoger la poca ropa que había dejado allí. De repente, ya no pudo seguir controlándose, se dejó caer en la cama y rompió en sollozos. Tenía miedo y se sentía desesperadamente sola.
Nada más entrar en su casa, Ruggero oyó llanto procedente del sótano. Los sollozos se le clavaron en el corazón, pero al mismo tiempo sintió un gran alivio de haber encontrado a Karol.
–¿Por qué te has marchado del hospital sin mí? –le preguntó él entrando en el dormitorio del sótano donde estaba ella–. Te estaba esperando cuando Gastón vino a decirme que te había visto meterte en un taxi, y yo creía que...
Ruggero cerró los ojos al recordar la confusión y la angustia que había sentido al enterarse de que Karol se había marchado del hospital.
–No sabía qué pensar –admitió él con voz espesa.
Ruggero abrió los ojos y algo estalló dentro de él al ver el rostro de Karol bañado en lágrimas.
–Cariño... –a Ruggero se le quebró la voz al saborear sus propias lágrimas. Ver a Karol así le angustiaba más que nada–. Amor mío, no te preocupes, saldremos de esta.
Los hombros de Karol se sacudieron con el llanto.
–Yo... creía que te habías ido –dijo Karol con voz ahogada–. Creía que me habías abandonado porque... porque no podías soportar este problema con mi embarazo.
–Cielo, jamás te abandonaré.
Ruggero se secó las lágrimas y se arrodilló al lado de la cama para estrecharla en sus brazos. Karol olía a rosas y, a pesar de la tormenta emocional, sabía que le pertenecía a Karol y que ella era la persona a la que había buscado durante toda su vida.
–Voy a cuidar de ti y de nuestro hijo –Ruggero le acarició el rostro y, con temblorosa emoción, suplicó–: Por favor, cariño, cásate conmigo.
Karol sacudió la cabeza, las lágrimas seguían resbalándole por las mejillas.
–No hay motivo para que te cases conmigo. Puede que no llegue a tener un niño –la sola idea de perder el bebé le resultó insoportable–. Y si no lo tuviera, te verías atrapado en un matrimonio sin sentido, con una esposa a la que no quieres.
–Ángel mío, sí te quiero. Quiero que seas mi esposa, mi amante y mi mejor amiga... durante el resto de nuestras vidas. Te amo, Karol –añadió él con voz enronquecida por la emoción–. Esa es la única razón por la que quiero que te cases conmigo, no tiene nada que ver con los derechos sobre nuestro hijo ni ninguna otra cosa.
Ruggero notó que a él también se le habían saltado las lágrimas, pero no hizo nada por evitarlas.
–Sé que estás asustada, pero Gastón cree que todo saldrá bien y que la cirugía para corregir el defecto del corazón será un éxito.
Clavó los ojos en Karol y vio algo en las profundidades de los de ella que le animó.
–Sea lo que sea que nos depare el futuro, quiero que lo compartamos. Eres mi mundo, mi amor, mi vida... sin ti... sin ti no soy nada.
Atónita e increíblemente enternecida por las palabras de Ruggero, Karol le puso la mano en el rostro y le secó las lágrimas. Había llegado la hora de ser honesta con él.
–Yo también te amo –dijo Karol con voz queda–. Sé que parece una tontería, pero en el momento en que te vi por primera vez sentí como si me hubieran atravesado el corazón con una flecha. Conocía tu fama de mujeriego y me dije a mí misma que enamorarme de ti sería la mayor estupidez del mundo, pero... pero mi corazón se negó a seguir los consejos de la razón.
– Principessa del mio cuore, ti amo –susurró Ruggero antes de besarla con una ternura infinita.
ESTÁS LEYENDO
Deseos Saciados {Adaptación/Ruggarol}
FanficLe dejó sumamente claro que la deseaba... pero sin ataduras de ningún tipo. ♡ Fecha de inicio: 29.01.19 ♡ Fecha de finalización: 26.04.19 ♡ Editada: 07.04.22 ♡ Aclaración: Está historia la había publicado en mi antigua cuenta @ruggarolbebos, la cual...