El Recceso

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Días después de no saber nada de Allison, conocí a una adolescente hermosa, su cabello es muy negro y lacio, sus ojos son enormes, cuencas brillantes, sus dientes son perfectos, blancos, su boca es muy generosa. Su boca es…
Ayyyyyy por favorrrrrr, su boca es caliente, húmeda, roja, rica, muy rica. Soñar sus labios en mi piel, es lo mejor que me ha pasado en los últimos tiempos (Aunque siempre repito esto con cualquier chica que conozco por una parte es verdad por otra parte es hasta que me la llevo a la cama y después de eso siempre se van y culmina todo, empezando de nuevo).

Ella es muy joven, tiene 20 años, y yo estoy un poco grandecita tengo 18 y medio (grandesita en experiencia =), pero a ella no le importa. La conocí gracias a unos relatos que me gustaba escribir y que a muchos de aburridos les gusta leer.

Conocí a Lisbeth en unas vacaciones de paz en el recceso que nos daban.
Yo estaba con unas amigas, y como en las tardes iba al parque detrás del campus, casi no había gente hacíamos derroches. Una de esas tardes llegó Lisbeth con su grupo. Era muy fácil distinguirla, ya que era la más hermosa, su piel brillaba bajo la luz del sol como escamas de sirena.

Sobre la banca pusimos una radio con música de los 80, y de a poco nos pusimos a bailar y se formó un gran grupo en el parque de chicas bailando.
A esas alturas ya habíamos sudado nuestra ropa, y nos habíamos procurado comprar algunas cervezas.

La tarde avanzaba, y yo no podía dejar de mirarla, al día siguiente lo repetimos y no podía perder la oportunidad de hablarle.

Me fui acercando  a donde ella bailaba, su cuerpo se movía con una plasticidad que me hacía estremecer. Cuando la tuve enfrente le sonreí y comenzamos a hablar, con tanta naturalidad que parecíamos conocernos desde siempre.
Toda ella irradiaba de sensualidad, alegría, pasión por la vida. Un rato más tarde nos encontramos sentadas solitas muy a la orilla de todo mal.

Yo descubrí nuevamente mis pechos y ella hizo lo mismo. Era hermosa, y estaba sentada a mi lado, bajo las escaleras del parque que nos tapaban. no hace falta decir mucho más, esa tarde Lisbeth era con la que me quería acostar ese día, y me la hubiera traído conmigo a casa si hubiera podido y al final sí pude.

Esa tarde no importaban los novios que cada una había dejado en campus, ni los amigos ni las familias, ni la gente que estaba en la parque.
Nos besamos y nos besamos, su lengua caliente se encontró con la mía y nos invadimos mutuamente. Besé sus ojos, y le dije “quiero tocarte, quiero sentirte vibrar”.
Solo me miró a los ojos y apoyo su espalda desnuda sobre mis pechos, separó levemente sus piernas torneadas y muy suaves. Mis dedos no podían esperar, levanté su falda retiré para un lado su panti y no pude contener mis ansias, me incliné a besarla y mis dedos acariciaron y presionaron su sexo palpitante. Comenzamos a respirar cada vez más fuerte, ella gemía, estaba muy excitada.

-Susana me gusta mucho, no te detengas, sigue, sigue – Lisbeth estas bien comestible, es rico tenerte sabes.

A esas alturas, ella estaba tan mojada que la pude probar,  saboreé mis dedos embebidos en su licor tibio.
Llegó a un profundo orgasmo y sin darme tiempo se incorporó y me empujo para quedar sobre mí. Con una habilidad que no todas las chicas tenemos, me arrancó la ropa y quedé totalmente desnuda, solo cubierta con su cuerpo que se restregaba contra mí.

De inmediato sentí sus dedos en mi vagina, ella fue prudente pero yo podía recibir todos sus dedos en mi interior. Que rico, que gusto, que manos tan tiernas, tan buenas.
Hicimos una aventura, nos cogimos tan rico bajo esas escaleras, dónde casi nadie cruzaba y antes de que nos corrieran del lugar por exhibicionistas, la invité a mi casa, a mi habitación como esperaba.

Caminamos de la mano, por las callecitas de la cuidad, nos besamos a cada paso. Me confeso que le fascina hacer el amor en la ducha, así que cuándo llegamos, nos metimos bajo el agua hasta que se nos acabó y entonces nos tiramos en la cama.
Hicimos una tijera perfecta y su sexo se fregó contra el mío mientras nos besábamos y nos tomábamos los pechos mutuamente.
No podíamos más, dormimos un rato, hasta que la luz del sol se nos ocultó.

Yo no quería que se fuera y ella no quería irse.

-Lisbeth, eres una chica hermosa, está tarde fui muy feliz.

–Susana, yo lo pasé genial eres una chica caliente, anda ven a la cama quiero sentir tus labios en mi zona íntima, una vez más.

Estaba sobre la cama para mí completamente desnuda, yo podía sentir su perfume íntimo y me llegó una idea a la cabeza y le dije:

-Lisbeth, quiero tomarte unas fotos, ¿me dejas?

–Claro yo también quiero tener un recuerdo de estas pocas horas, que valieron por todo el viaje desde el parque.

Posó para mi, sus tetas, su trasero, su sexo mojado, todo su cuerpo quedó registrado y viajó conmigo de vuelta a su casa pero antes de eso.
Yo también posé para ella en todas las formas posibles y para completar el atardecer, hicimos un misionero que nos hizo gritar de dolor y placer, porque en la locura hasta me mordió.
No podíamos parar, a pesar del cansancio, su cuerpo estaba otra vez sobre el mío, se apretaba contra mi sexo, mamaba mis senos como una niña muy traviesa, sus ojos me miraban fijamente y eso me excitaba más todavía.

Finalmente de todo eso nos fuimos calmando, enfriando, hasta que comenzó a vestirse. Yo no podía moverme, seguía desnuda. Antes de irnos besó mi sexo, mis pezones y mis labios.

Fueron las horas más increíbles de todas las vacaciones de receso que he tenido, durante semanas soñé con coger con Lisbeth. Nos seguimos escribiendo y ahora solo tenemos sexo por correspondencia. Cada una sigue con su vida, pero siempre tendremos esa noche como un increíble momento de pasión y entrega.

Ella LesbianaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora