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El día siguiente fue igual, (exceptuando la equivocacion en la vestimenta de Miles), y el otro también. Y un mes de clases fue totalmente igual que el primer día.

Ocasionalmente Frank le enviaba mensajes a Gerard o viceversa, pero nada más que eso. Volvió a hablar con su madre (como siempre) pero aún le daba un poco de resentimiento lo que pasó.

Había descubierto que Bandit no iba a la misma escuela donde Gerard daba clases. Le pareció un poco estúpido cuando se lo dijo por primera vez pero luego le explicó brevemente que así podían organizarse mejor con la mamá de la niña. Le pareció curioso que nunca le dijera "ex-novia" o "ex-esposa", por eso un montón de dudas surgían en su cabeza pero no quería prejuzgar a nadie así que no pensaba mucho en eso.

—Papi, me pusieron una nota en el cuaderno—Miles, iba en el asiento trasero como siempre, volviendo a casa.—Dice el profe Gee que mis papás tienen que firmarla.

—En casa la leemos, ¿sí?.

Estacionó el auto frente a el edificio donde estaba su departamento como todos los días, Hayley esperaba en la entrada, apenas vió el auto estacionarse se acercó para recibir a Miles.—Hola Hay, ¿podrías fijarte qué le pusieron en el cuaderno?, dice que le pegaron una nota.

—Está bien Frank—Hayley cargó al menor en brazos y sostuvo su pequeña mochila con una mano.—Que tengas un buen día—Se despidió, Frank le dió un beso en la frente a su hijo y luego saludó a Hayley, mientras se encaminaban hacia el edificio.

De vuelta en el atareado trabajo, recibió un mensaje, pensó en ignorarlo pero después llego otro.

El primero era de la niñera, ella envió una foto de la nota que su hijo había nombrado. En el papel hablaba sobre una convivencia, que intentaran asistir y la fecha y hora exacta. Abajo pedía que fuera firmado.

Respondió con un "Gracias Hay" y un corazón, luego abrió el último mensaje recibido. Este era de Gerard.

Gerard: Hola Frank, vas a venir a la convivencia??

Frank: Hola Gee, tengo que pedirle el día a mi jefe )": no creo que me lo dé pero lo voy a intentar

Respondió el mensaje y dejó el celular sobre el escritorio de un golpe porque pensó que había alguien detrás suyo, se dió vuelta y sólo era Pete.

—Ay, Gee—Dijo en un tono agudo y tonto.—Jejejeje—se rió  aún más agudo y de una forma boba para molestar a Frank. Por supuesto que lo logró, ganándose una fea patada en una de sus piernas.—¡Auch!, idiota.

—Vos te lo buscaste—Intentó volver a su trabajo pero Pete seguía detrás suyo.—¿¡Qué pasa!?.

—Ah si, te estaba por pedir la engrapadora—Frank se le quedó mirando unos segundos, su amigo sí que era especial. Le alcanzó lo que estaba buscando y se fue hacia su puesto de trabajo.

***

—Ya le dije que no es posible Iero—El señor Sanders, sentado en su sillon de más de mil dólares se negaba a darle un día libre. Según él eso no estaba en el contrato de trabajo.

—Es muy importante señor, por favor—Frank se daba asco él mismo. Rogándole a un viejo millonario que le diera un puto día libre, recordaba cómo en su adolescencia se prometió nunca tener que bajar la cabeza por nadie y en cómo el Frank con piercings, cabello rojo y una personalidad difícil de tratar se decepcionaría de él actualmente

—Ya tuvo suficientes días libres en el verano—La montura de sus anteojos daba algunos destellos por los pocos rayos de sol que ingresaban desde el ventanal. Pensó a qué se refería su jefe; esos días había exigido tenerlos porque Miles estaba enfermo, la fiebre lo atacaba casi todo el día y Frank no deseaba que estuviera con nadie más que con él.—Espero que pueda entenderme jóven Iero.

El brazo del señor Sanders quedó extendido en el aire, el castaño se negó a darle un apretón de manos, aún le quedaba un poco de dignidad. Sus ojos avellanas picaban insistentemente pero se resistió a llorar. Salió de la espaciosa oficina y fue a recoger sus cosas.

Subió al Taunus modelo 78 que lo esperaba pacientemente en todos lados. Se tragó todas las palabras que pedían por ser gritadas. Contó hasta diez respirando profundamente ¿en qué momento se había enojado tanto?.

Condujo hasta el pequeño supermercado cerca de su trabajo, compraría algo delicioso, al menos para terminar el día decentemente.

Sólo faltaba una semana para la convivencia y su última opotunidad de ir se había escapado.

¿Cuándo se había vuelto tan monótona su vida? Esa pregunta le llegó a la mente cuando, sin pensarlo, caminó directamente a la sección de pastas, su cerebro se había puesto en automático.

Mirando qué cargar en su canasto de compras, Frank se distrajo con un grupo de jóvenes bulliciosos. Se reprendió a sí mismo por pensar "qué ruidosos" ya parecía un anciano amargado. El grupo atacaba las estanterías con botellas de alcohol, ahí recordó que era viernes y que no haría más que quedarse en casa, tal vez jugaría un poco con Miles si él lo deseaba.

La nostalgia lo invadió cruelmente y entendió por qué esa palabra termina con algia. Esos días en los que salía con Ray y tomaba hasta no poder caminar. Sonaba horrible pero los extrañaba un poco.

Sintió una mano en su hombro, un poco confundido fue obligado a voltearse.

—¡Hola Frank!—Gerard estaba con una camiseta a rayas, su sonrisa se desvaneció al ver las lágrimas del rostro contrario.—Oh, ¿qué pasó, bonito?—Su expresión suave, su voz tranquila y dulce, casi parecía que estaba hablándole a un niño.

Frank pasó su mano por sus mejillas, ni siquiera había notado el momento cuando comenzó a llorar. Miró los llamativos ojos verdes de Gerard y se secó el rostro rápidamente, intentó ocultarse un poco mirándo hacia otro lugar.

—Nada, estaba pensando en unas cosas—Su voz sonó un poco gangosa, Gerard asintió, pasó una de sus manos en la espalda de Frank en señal de apoyo.

—Entiendo, ¿estás bien?—El pelirrojo se arrepintió de decir eso un segundo despues de haberlo soltado. Obviamente no estaba bien si se encontraba llorando, a menos que sea de felicidad pero claramente esa no era la razón.

—No...—Respondió Frank en voz baja, luego sonrió un poco pero no duró demasiado.—No voy a poder ir a el evento del jardín.

—¿Es por eso?—El más bajo asintió.—Muchos padres y madres no pueden ir, es normal, no pasa nada—Frank por un momento olvidó que ese era el profesor de su hijo, se avergonzó un poco por lo inusual de su vínculo y la situación en la que se hallaban.—¿No puede ir otra persona?.

El castaño agredeció la prudencia de Gerard al decir "persona" y no lanzarse a decir "¿no puede ir su madre?" Como mucha gente solía hacerlo.

El tatuado no había pensado en la posibilidad de que otra persona acompañe a su pequeño, aunque de todas formas no había tantas opciones; Linda odiaba los niños y...ya. Podría tal vez hablar con Jamia, pensó en hacerlo pero lo descartó en menos de diez segundos. Una chica de cabello naranja y sonrisa brillante se le cruzó por la mente.

—Tendría que preguntarle si puede ir—El pelirrojo le había dado un abrazo reconfortante, era bastante tierna la forma en que pasaba sus largos dedos en el cabello del castaño.

—Seguro que esa persona si puede, no te angusties tanto. Si nadie puede ir yo voy a estar con Miles, te lo prometo.

Se quedaron hablando un momento, luego siguieron charlando mientras compraban e incluso un buen rato en la salida del supermercado.

Era muy agradable para ambos hablar con el contrario. Al despedirse y perderse vista se sintieron libres de sonreir, aunque parecieran locos.

Bonito. [Frerard]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora