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—Papi.

—¿Qué pasa Miles?—El pequeño estaba lamiendo una cuchara, comiendo el merengue que le había quedado después de que Gerard preparara unos cupcakes.

—¿Cuándo vamos a traer a Lois?, acá si tenemos un patio para que juegue—Esa pregunta lo tomó desprevenido, igual a Gerard, que miró a su pareja esperando también una respuesta.

—Cuando pueda ir a buscarla, ¿si?, sé paciente—El castaño dió por terminada la conversación en ese momento, el menor continuó entretenido con lo que estaba haciendo, sin preguntar nada más.

Ir hasta la casa de su madre era algo que debía hacer hace muchas semanas, en especial porque extrañaba a Lois, y Miles cada vez preguntaba más seguido cuándo iban a visitar a su abuela, y aunque le haya explicado, de una manera más sencilla, que él y Linda tenían problemas, no lo entendía demasiado bien y no podía evitar extrañar a su abuela y su mascota.

El tatuado cada vez que veía a las personas pasear sus perros o simplemente estar con ellos, se sentía la peor persona del mundo, sentía que de alguna manera había abandonado a su perrita, así que tenía pendiente una visita a esa casa.

—¿Queres que te acompañe?—Preguntó el pelirrojo mientras decoraba los pequeños pastelitos.

—Creo que prefiero ir solo.

—Como quieras, cariño—Levantó la bandeja donde descansaban los dulces, pasó por su lado dejándo un beso en su mejilla, para luego ir hacia la sala y repartir su creación entre los cuatro niños.

***

Su auto parecía ir más rápido de lo que deseaba, o tal vez no quería llegar nunca al destino. A Frank le faltaba poco para llegar a la casa de Linda, a casi una semana de plantearse seriamente ir, luego de las insistentes preguntas de su hijo.

Ni siquiera todo el apoyo moral de Gerard antes de salir, lo hacía sentir mejor en ese momento. De todas maneras ya había llegado a la entrada, y no podía retractarse.

Tocó la puerta suavemente y luego guardó sus manos en los bolsillos, desde su lugar se podía escuchar que había varias persona en la casa, no sabía si sería mejor. Tal vez eso haría que su madre se controle y no arme un escándalo, porque confiaba firmemente en que eso haría.

Mientras esperaba pudo escuchar unos zapatos repiqueteando en la madera del piso, eso le hacia saber que alguien se estaba acercando. Intentaron girar la manija pero estaba con seguro, de nuevo los pasos se alejaron y luego volvieron junto al tintineo de unas llaves.

Esa vez si pudieron abrir la puerta, la persona que lo hizo era Linda, con una impecable vestimenta y zapatos. Pocas veces en la vida del menor la había visto así, tenía un peinado perfectamente formado y algo de maquillaje.

—Al fin te dignas a venir Frank—Acomodó su cabello, haciendo sonar las pulseras en su muñeca.

—Sólo vine a buscar a Lois—En ningún momento hizo contacto visual, esperando que ese momento tenso e incómodo se acabara lo más rápido posible.

La mujer murmuró un "pasa", y se alejó hacia el interior de la casa. Frank ingresó, pero permaneció a tan solo unos pasos de distancia de la puerta, escuchaba claramente que al menos dos personas más había en la casa, y no quería interactuar con ellas.

Después de unos minutos un hombre de bigote se acercó a la puerta con intensión de salir, al verlo parado ahí, sin ningún contexto, se confundió un poco.

Frank no intentó ser amable y ni siquiera le sonrió, sólo dijo un "hola" en un tono bajo.

—¡Hola!—Quiso darse un tiro cuando vió la alegría del señor, quien sonrió grande y le ofreció su mano. El castaño correspondió el apretón y miró hacia otro lado para que la conversación se terminara ahí.—Vos debes ser Frank, ¿cierto?.

Bonito. [Frerard]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora