Capítulo 4: Tal vez no, tal vez si.

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Alexander Guevara. No me esperaba encontrar con eso en su perfil.
Aquel chico que yo había conocido aquella noche tenía 29 años. Sé que su aspecto era de unos años más que yo, pero nunca me hubiera imagianado que eran 12 años aproximadamente.
Eso no era lo único que me sorprendia.
Alexander estaba separado de su pareja y era padre de una niña y un niño que al parecer tenian 4 y 2 años.
Estaba en shock.
Pero no dejaba de pensar de que Alexander, me interesaba relamente. Pero era casi imposible que puediera haber algo entre los dos.

Pasaron algunas semanas. Ya estaba logrando un cierto punto de superación.
En la escuela le había comentado a mis amigas sobre Alexander.

-¿No te parece un poco viejo?.-dijo Martina riendo.

-Por favor Martina, no exageres.-dije.

-No es viejo, es joven aun- Dijo Barbara- pero tiene dos hijos.

-Eso es verdad- dije desepcionada.

-Pero lo mismo no pensabas tener nada serio con el ¿Creo?. -dijo Ludmila.

-Claro que no-respondí, pero ni yo misma podia creerlo.

Cambiamos el tema de conversación.

Esa tarde regrese a casa y no salí de allí hasta el anochecer. Conseji el permiso de mis padres y fuí a reunirme con Martina. La banda de mi vecino se había reunido y ensayaban.
Caminaba sola, era la única alma en esas solitarias calles de mi cuidad.
En una de las esquinas se había una reunión de hombres los cuales estaban bebiendo bebidas alcoholicas.
Comenzaron a llamarme y a insultarme. De pronto fueron acercandose a donde yo iba caminado.
Tenía muchisimo miedo. Escuche unos pasos detras de mí y en un momento alguien cruzó su brazo por mis hombros. Estaba aterrada y paralizada.

-No digas nada. Solo sigue caminado.-dijo aquella persona.

No pude detenerme a mirar su rostro solo queria estar lejos de esos hombres.
Luego de que el peligro termino, el muchacho que me había ayudado sacó su mano y pude verlo a los ojos.
De nuevo esos hermosos ojos.

-¿Alexander?. -dije por accidente.

-Veo que ya sabes mi nombre-me respondio mostrandome su hermosa sonrisa.

-Disculpa, y... gracias por salvarme, no se que hubiera hecho si no aparecias.

-No fue nada, solo quería que no te ocurriera nada.

Los dos nos miramos y nos sonreimos como dos tontos. Fueron segundos que parecian años perdida en su sonrisa.

-Y... ¿puedo saber a donde vas tan tarde y sola?

-Iba encontrarme con una amiga a unas cuadras de aquí. Tenía que entregarme una cosa.

-Esta bien, entonces me quedare contigo hasta que ella llege.

-No, claro que no Alexander. Ya te moleste mucho por hoy. Te lo agradezco.

-No te dejare aquí sola, ¿qué hare si algo te sucede?.

¿Qué haria si algo me sucedia?¿ Qué me estaba tratando de decir?.
Pero lo hizo espero conmigo.

-A propósito -dijo- tu sabes mi nombre, pero yo no el tuyo.

-Mi nombre es Lucía-Le sonreí.

-Me encanta tu nombre mi hija también se llama Lucía.-me dijo- tiene 4 años.

-Tienes una hija- disimule confusión.

-Tengo dos. Leandro tiene 2 años.

-Supongo que deben ser muy lindos.

-Lo son-me miró.- Hablame un poco de ti ¿cúantos años tienes?

-17 -dije corriendo la mirada.

-¿17? -dijo sorprendido.-No aparentas tu edad.

-¿Y tú?- le pregunte disimulando otra vez.

-Tengo 29-en un tono serio.

-¿Trabajas?-le pregunte.

-Si, tengo un trabajo aparte de la banda- me contó- trabajo en un laboratorio especializado en en investigaciones del espacio y donde contruyen satélites.

-¡Eso es genial!- dije- me encanta el espacio, en especial las estrellas.

-¿Y tú que quieres estudiar?-me preguntó.

-Quiero ser abogada.

-¡Wow! que gran carrera-dijo sorprendido.

En eso momento, mi celular sonó. Martina me decía que no iba a poder encontrarse conmigo como habíamos arreglado.

-Te acompañare hasta tu casa entonces-dijo Alexander.

Y así lo hizo, me acompaño a casa y despidio con un beso en la mejilla, después de intercambiar nuestros numeros de telefono.

Después de unos minutos mi celular sonó: "Espero que nos volvamos a encontrar. Alexander"
"Yo deseo lo mismo" le respondí.
Esa noche me dormi feliz pensando en él y en lo que había hecho por mi.
No se que estaba haciendo, si estaba cometiendo un error o no, lo único que sabía es que quieria conocerlo mejor.

Rompiendo ReglasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora