Nos fuimos del aeropuerto, juntos, tomados de la mano.
-Iremos a tu casa-me dijo Alexander- hablaré con tus padres.
Llegamos a mi casa. Mi padre no entendia completamente nada, mi madre ya era obvio que estaba enterada de todo lo ocurrido.
-¿Qué sucedió Lucía?¿dónde esta Danny?-preguntó indignado.
-Papá...
-Yo amó a su hija señor-me interrumpio Alexander-la amó como nunca he amado a nadie. Entiendo su preocupación, soy mayor que ella, tengo dos hijos, pero le juro que no puedo vivir sin ella. Si ustedes me lo permiten hare a su hija la mujer mas feliz de este mundo. No les fallare.
Mi papá quedo en silencio.
-Yo si apruebo lo suyo-sonrió mi mamá.
Largamos una pequeña risa de satisfacción. Mi padre seguía en silencio.
-La primera vez cometieron muchos erorres pero... les dare una oportunidad- dijo mi padre- pero eso si, estaras a prueba. No la haras sufrir, sino te las veras conmigo-señalo a Alex.
-No se preocupe- Alexander me miró-si alguna vez le hago algun daño, ni yo me lo perdonaria.
Le sonreí.
Todo iba mejor que nunca.
Alexander me llevo a conocer a sus padres y hermanos, ellos me recibieron en su familia y me hicieron sentir muy comoda.
Volví a ver a Lucía y Leandro, los dos ya habían crecido mucho. Con Alex le hablamos de nuestras relación, pues,ya tenían la edad suficiente para saberlo. Ellos me aceptaron y desde ese día fuí su segunda mamá. Con respecto a Victoria, solo veía a los niños los fines de semana, pero jamas nos volvió a molestar.
Me reuní con mis grandes amigas Barbara, Martina y Ludmilia. Ya eran todas una mujeres independientes que estaban formando sus propias familias.
Inaguré mi propio estudio jurídico y me pudé ir muy bien en mi trabajo. Alexander siguío trabajando en los satélites y también con su banda la cual ya había ganado una importante fama.Estaba en mi habitación, cepille mi cabello, me lo peinaron y decoraron los floricitas blancas, luego me pusé mi largo vestido blanco y mis zapatos. Me pusé mi cadenita en forma de estrella y tomé mi ramo. Salí y me subí al auto. Cuando baje, entre a la capilla donde Alexander me esperaba en el altar.
Ya había pasado un año de aquella vez que nos fuimos juntos corriendo del aeropuerto y habíamos declarado nuestro amor a mis padres. Ahora era el día de nuestra boda.
Nos pusimos nuestros anillos y nos dijimos "acepto" mirandonos. Salimos y sellamos nuestro amor frente a todas esas personas con un cariñoso beso, mientras los demas nos arerrojaban arroz y petalos de flores.Bailamos el vals juntos celebrando nuestro matrimonio.
Luego de un rato mi padre se nos acercó.-¿Puedo hablar con ustedes?-Nos preguntó.
-Claro que sí, suegro-Dijo Alex.
-Realmente quiero agradecerte, Alexander has cuidado de mi hija. No confiaba en ti, te lo confieso, pero eres una extraordinaria persona-dijo mi padre.
Me sentía tan feliz de escuchar a mi padre decir esas palabras.
-Espero que sean muy felices-nos deseo.
La fiesta siguío, pero ya podía soportar. Alex se tenía que enterar.
Me subí al pequeño escenario.-Hola gracias a todos por estar aqui-dije-Alexander, mi amor, tengo algo muy importante que decirte.
Alexander me miró y se sonrió. Me toqué el vientre.
-¡Vas a ser papá!-le dije emocionada.
Alexander pusó cara de soprendido y despues de felicidad extrema. Subió al escenario y me abrazo fuerte.
-Tengo un embarazo de 8 semanas-le dije entre lagrimas de felicidad.
-Soy el hombre mas feliz del universo-me dijo también llorando.
Lucía y Leandro se subieron al escenario y se sumaron al abrazo. Eramos una familia.Los meses iban pasando y la panza crecía, nuestro hijo se movía y pegaba pataditas. Ambos disfrutabamos de ese embarazo entre amor y música. Compramos todo lo nesario para su llegada, mientras sus hermanos descubrian lo extraño que era el mundo donde ese ser crecía cada día mas. Alex apyaba su cabeza en mi vientre y percibia como el bebé lo reconocia.
Cuando por fin lo tuvé en mis brazos, pudé descubrir que el universo conspiraba a nuestro favor.
Nació Fernandito, nuestro pequeño hijo.
El tiempo fue pasando, nuestro amor, había triunfado con el de Gustavo Cerati y Cecilia Amenábar. Nuestros hijos crecían, jugaban. Nuestro placer era admirarlos. Ya nada nos iba a separar, porque nos amabamos cada día más.
Un día Alexander tuvó un concierto, mientras estaba cantando me levanté de mi asiento, me paré frente a él. Nos mirabamos como aquella primera vez y nos sonreimos. Supé entonces que nuestro amor estaba intacto desde aquel día que nos conocimos.
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Rompiendo Reglas
RomanceLucía Sandivares, una adolecente de 17 años se enamora de Alexander Guevara, un muchacho mayor que ella. Ambos buscaran los momentos para amarse, escondiendo su relación de todos los conocidos y especialmente de los padres de ella. ¿Existe el amor c...