15. La desición pt1.

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La quietud la sorprendió dormida, acurrucada ante los pies de un gran árbol. El sol se había alzado ya y las hojas cantarinas zumbaban al chocar contra el viento.

Un poco más lejos, quizá a su derecha, el hermoso silencio que rodeaba todo, se veía interrumpido por los incesantes sonidos comunes de la vida.
Quizá fuese esta la razón por la cual Hyō abrió los ojos y olisqueo el aire, descubriendo en él el irreconocible olor a madera quemada. Levanto su cuerpo con ligereza y estiró sus brazos, recibiendo a cambio una punzada de dolor en su brazo derecho; giro su cuello dejando pasar el dolor y estiro su pecho, tratando de aligerar la tensión que ahí se había creado.

Estaba hambrienta, de eso ya se había dado cuenta, su estomago gruñía y su nariz despierta de nuevo olisqueaba el aire encontrando ahora en el olores que embriagaban sus sentidos y la guiaban hacia una dirección muy concreta. Entonces sus pies se movieron dejándose guiar por su nariz.

El suelo se sentía fresco bajo sus pies y el frío aire chocaba contra su rostro, pasando a través de su fino cabello en un intento de peinarlo hacia atrás, pero claramente estaba muy pesado pues solo alcanzaba a mover algunas hebras. Era otoño y eso lo podía ver en los arboles, los colores cambiaban tanto. Sus paso atravesando caminos la llevaron hacia un claro en el bosque y desde lejos ya lo podía vislumbrar por completo.

Justo en el centro yacía una fogata y por encima de ella un cuenco.
Un joven de cabellos claros iba y venia con diferentes tarros y plantas, lentamente las depositaba en el cuenco y agitaba con animo una gran cuchara de madera.

"Así que de ahí viene tan dulce olor" pensó Hyō.

Ahora que lo veía con más atención aquel joven, el de los ojos turquesas que se mantenía claramente ocupado, había sido aquel que había curado sus heridas. El olor que se cernía a su alrededor era cada vez mas fuerte y Hyō no podía ignorarlo así que siguió acercándose y al estar ya a su lado el gruñir de su estomago delato su presencia.

-Eh no!, todavía no está lista- dijo el joven mientras protegía la olla con sus manos, miró de reojo a su lado y al encontrarla ahí parada pareció congelarse a medio acto, casi inmediatamente recobro la compostura y la observo detenidamente.

La repentina reacción del chico le regreso la razón. No conocía a estas personas y ella era tan a extraña a ellos como lo eran para ella. ¿Cómo debía comportarse?

-¡¿Que te paso en la frente?!- rompió Yoon distrayéndola. Hyō movió su mano por instinto y toco su frente, sintiendo al tacto una textura rugosa bajo sus dedos. No recordaba haberse echo esa herida, pero en realidad no recordaba ninguna.

- Siéntate - le ordeno este y sin atreverse a desobedecer Hyō se dejo caer cruzando las piernas.

Yoon tapo la olla, se levanto limpiando sus manos en su ropa y se dirigió hacia un montículo de cosas que reposaban sobre las raíces de un árbol, tomo de entre ellas una bolsa de color crema y se sentó frente a Hyō. Saco un pequeño frasco de color verde y lo dejo a un lado, con un trapo humedecido en la mano limpio la herida y al terminar, dejando salir un gran suspiro, abrió el frasco, en el interior se hallaba un bálsamo de color claro que desprendía un olor fresco, saco con su dedo una pequeña cantidad y lo puso sobre la herida. Hyō se estremeció al contacto del frío bálsamo pero no se alejo.

-Gracias- Susurro a la vez que yoon se apartaba y retomaba sus labores de cocinero.

Hyō permaneció sentada y lo observo por un rato, no sabia si la había escuchado pero no parecía ser el caso.

Yoon al reparar en su mirada llamo su atención y señalándole el montículo de cosas en el que Hyō ya había reparado, le menciono que aquellas cosas las habían encontrado el día anterior y le incito a mirar por si algo de ahí le pertenecía.

Hyō se levanto y se acerco hacia donde yoon le había señalado y al llegar a su destino reconoció entre tantas cosas lo que había traído consigo desde su campamento. Su cantimplora, sus dagas de caza, sus trajes de entrenamiento, su atlatl, sus macuas, todo estaba allí.

Desenvolvió uno de los trajes y acaricio con sus dedos las telas, tal era la suavidad que apenas recordaba aquel sentimiento, enterró su rostro entre las telas y aspiro el olor que guardaban, ¡Aun estaba ahí!, de pronto sentía tanta calma. Desenterró su rostro y bajo la mirada hacia sus ropas, solo entonces se dio cuenta de lo sucia que estaba.

Recogió entre sus brazos sus pertenencias y abandonando a lado de Yoon sus Macuas, atlatl y dagas de caza, se interno en el bosque.

Hyō iba corriendo.

La ramas de los árboles la vieron pasar y se extrañaron al mirar la ligereza con la que sus pies tocaban la tierra.

Se detuvo al llegar al río y se despojo de su vestido con la libertad de una niña, se arrodilló en el lago y con un trozo de tela anteriormente enjuagado limpio su rostro y cuerpo, evitando la herida que el joven de ojos turquesas le había curado. ¡Cuántas cicatrizares , viejas y nuevas!.

Paso con cuidado la tela por su brazo derecho y trastabilló al contacto con la herida, era profunda eso seguro, pero aquel joven le había curado con excepcional destreza y el dolor, aunque agudo, ya no era tan fuerte.

Siguiendo el camino de sus manos limpio su cuello y espalda; cuando llego a sus pies los miro detenidamente por un rato y con profundo respeto hacia todas las heridas que se habían creado ahí, los enjuago en el río temiendo el dolor que provocaría de otra manera.

Acerco su rostro al agua y lo miro, nada había cambiado, ahí estaban sus ojos, nariz y boca, la expresión quizá era lo único que había cambiado, acerco sus dedos al agua y agito esta con débiles movimientos de arriba a abajo contorsionando así su reflejo, ¿Que debería hacer ahora?, dejo de agitar el agua y mientras las ondas se disipaban vio otro rostro mirándola desde el agua, era aquella chica pelirroja, ahora la recordaba. Esos ojos le habían mirado con tanta calidez que incluso ahora recordaba como su sonrisa había apagado la tormenta en su interior.

º.                             º.                              º.                             º.

-Eso será suficiente Kija- Yona tomo unas cuantas ramas de lo que habían recolectado y las cargo bajo su brazo.

-Será mejor que vayas por el agua que nos encargo Yoon- dijo tendiéndole el cántaro y agarrando con sus manos más ramas para que así Hak cargara menos.

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Hola! finalmente llegan las vacaciones.

Sinceramnete este capitulo lleva ya un mes terminado pero no me convencía así que ha atravesado por multiples cambios, pero finalmete esta aqui.

Espero avanzar mas rápido en esta historia así que espero verlos pronto en otro capitulo mas!.

Ya saben voten y comente :).

Una cancion que recomiendo y escuche al escribir este capitulo y su parte dos es: Hero: Everything under the sky 👍

Akatsuki No Yona.Erendini. #wattys2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora