VI. La Charla.

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Para Alejandro era un paseo por el pueblo con una persona que acababa de conocer que además era una persona muy bella, pero para Anabella una un reconocimiento de sus alrededores, de las personas que podrían ser sospechosas para ella además de tratar de encontrar a Serk. Las calles estaban repletas de mercaderes tratando de vender sus mercancías, algunas de dudosa procedencia, otras eran de necesidades básicas mientras que otros vendían cosas que para unos eran innecesarias, pero para otros pera como el Santo Grial a sus manos.

Los bares eran bastante habituales a tal punto que por cada calle había como mínimo tres bares repartidos de modo que no quedaran tan juntos, de aquellos muchas veces salían hombres que por su estado, su manera de andar o incluso por su forma de hablar hacía notar que su estado de embriaguez era muy exagerado, algunos no podían ni mantenerse en pie, a otros los sacaban a golpes o salían volando hacia la calle estrellando la cara en la tierra pero no se levantaban, se quedaban inmóviles incluso dormidos lo cual era entretenido porque los niños eran los primeros en hacer algarabía por este tipo de sucesos porque para ellos era otro juguete con el cual jugar.

Los carruajes brillaban por su ausencia ya que no había ni uno solo en todas las calles, aunque para los lugareños esto no era extraño ya que el pueblo en su mayoría era de comercio así que carruajes se verían en ciertas fechas por una que otra exportación o por pedidos de los nobles, pero fuera de eso no pasaban carruajes por aquellas calles de tierra en Biar.

Alejandro voltea la vista a su lado izquierdo notando que Anabella miraba en todas direcciones con desconfianza como si algo malo le fuera a ocurrir en aquel pueblo.

- Tranquila, no muerden, o al menos a mi no me han mordido.

- ¿Qué? – dice Anabella desconcertada.

- Es que no has dejado de ver a todos lados como si tuvieras miedo de la gente.

- A eso, lo siento, es que no soy de aquí.

- Se nota.

- ¿Como que se nota?

- Tu acento, tu manera de caminar, tu forma de vestir y porque si fueras de algún lugar de Valencia sabrías que en estos pueblos o al menos en Biar, todo es negocio, pero sobre todo no hay nada de inseguridad. Biar es de los pocos pueblos en donde no hay robos o actos violentos.

- Que buen ojo tienes, aunque ahora me siento vigilada, pero que buen ojo. – dice Anabella soltando una pequeña risilla un tanto burlona.

- Y bien ¿Qué te trae por aquí? Dudo que sea por comprar.

- Me encomendaron un trabajo nada más.

- ¿Algún noble? ¿Qué clase de trabajo?

- Se podría decir que fue un noble y sobre el trabajo me temo que no te puedo decir mucho. Pero el pueblo es bastante animado en cierto modo.

- Cierto, aquí es raro cuando las calles están vacías. Pero no me cambies el centro del tema, seguimos hablando de ti.

- Perdona. – Dice de nuevo Anabella sentando otra risilla, pero esta vez de vergüenza que se hacia notar por la robotización de sus mejillas.

- ¿Cuál es tu nombre completo?

- Anabella Isabel Aragón Carrillo. Y el tuyo

- Como Marta fue quien me recogió con su difunto esposo entonces podría decir que mi nombre completo es: Alejandro Álvarez Benavides.

- ¿Marta te recogió?

- Si, sucede que según lo que ella me cuenta era amiga de mi difunta madre pero que cuando tenia unos 2 meses de haber nacido la inquisición hizo una expedición en el pueblo y encontraron a unos brujos quemando sus casas o recintos como se quiera ver. El problema fue que el fuego se propago por todo el pueblo convirtiendo esto literalmente en un infierno y curiosamente ese según me cuenta Marta, mi madre me dejo con ella porque mis padres iban a hacer unas cosas en la casa, no se hacían, lo desconozco, pero resulta que ellos quedaron debajo de los escombros en llamas. Así que básicamente en su totalidad he vivido mis 20 años con Marta.

La Inquisidora y El BrujoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora