X. Después del Shock

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Al día siguiente, en la iglesia de Biar, Alejandro fue a buscar a Anabella quien estaba en la puerta de la iglesia con la mirada casi perdida y con un posible trauma provocado por los sucesos del día anterior. Alejandro la ve cuando este llega al recinto, detrás de ella aparece el padre Víctor quien aconseja a Anabella que se dé un paseo por el pueblo para poder despejar su mente.

Anabella accede y se va junto con Alejandro, quien se la lleva de primero a la posada, la cual no quedaba tan lejos de la iglesia, aunque él sabía que no era lo más sensato por lo que había pasado, de todas maneras, Anabella tenía que cambiar su ropa si quería que el día fuera diferente.

Al llegar a la posada Anabella se reúsa a entrar imponiendo resistencia la cual desiste al poco tiempo tras la insistencia de Alejandro, así que aun con su trauma y todo Anabella entro y se dirigió a su habitación, el lugar donde casi pierde la vida y aun con eso el cuerpo de Marta ya no estaba lo que daba a entender que Alejandro lo saco aquella noche.

Anabella baja con un vestido un poco mas formal, ya sin el escote tan provocativo, se da cuenta que Alejandro no está en la recepción, sino que estaba en la cocina del lugar por lo que va a su encuentro y toma asiento, pero no pronuncia una sola palabra, así que es Alejandro quien rompe el hielo:

- ¿Ya estas mejor?

- ¿A que te refieres con eso? ¿Es una broma? – Dijo Anabella con molestia.

- Para nada, es solo que me preocupa como te encuentras.

- Obviamente estoy mal.

- ¿Por qué te quería matar? ¿Te lo dijo?

Anabella se queda callada por un momento sin hacer notar su indecisión de que si le decía a Alejandro lo que realmente era o callar la verdad y cumplir con su deber.

- Solo entro con el cuchillo por delante.

- Que raro que Marta haya hecho eso.

- La verdad no me lo esperaba, pero no hablemos de eso.

- ¿Quieres comer?

- Esta bien.

Alejandro se disponía a cocinar, pero lo único que había eran hogazas de pan ya que le abastecimiento lo hacía Marta y al parecer se le había olvidado el llenar la cocina. Era como ver a dos reos en su hora de comida: Estaban comiendo cada uno de ellos una hogaza de pan con vaso con agua cada uno y sentados el uno al lado del otro. Estando en pleno acto alimenticio Alejandro vuelve a romper el hielo:

- Lo siento mucho.

- ¿Que sientes?

- Lo que sucedió con Marta.

- Lo agradezco, pero no me lo recuerdes por favor.

- ¿Qué te haría sentir mejor?

- No lo sé.

Anabella actuaba con indiferencia lo cual era bastante considerable teniendo en cuenta de que casi fue asesinada, pero Alejandro seguía con la iniciativa y aprovechando que estaban uno al lado del otro, este se gira hacia ella cruzando la mirada, y como si se tratase de un imán allí estaba Alejandro acercando su rostro al de Anabella de manera lenta pero decidida.

- ¿Qué haces? – Dijo Anabella confundida.

Alejandro ignora el enunciado y con una determinación bastante admirable este le encaja un beso bastante gratuito en los carnosos labios rojos de Anabella quien lo ve con los ojos exageradamente abiertos. El beso fue corto, bastante, a decir verdad, pero Anabella es quien toma las riendas de la situación impidiendo que este se alejara rodeando con sus delicados dedos la nunca de Alejandro atrayéndolo de nuevo hacia su rostro y esta vez es Anabella quien besa los labios de Alejandro quien responde este acto que se podría calificar como pasional en el cual los dos hacen una danza amorosa en un beso intenso demostrando la carnalidad de cada uno. Jugando con sus labios de un lado a otro en un vaivén de emociones pasan un tiempo bastante considerable hasta que estos se separan y Anabella sin decir más se levanta sin decir nada, camina hacia los escalones que dan al segundo piso. Mientras subía los escalones, su corazón seguía latiendo con intensidad además de que su respiración era agitada debió al sentimiento de pasión que experimento por primera vez con el hombre al que debía de capturar, pero sabia que era necesario para cumplir con su cometido por lo que debía acostumbrarse a tales actos carnales pero placenteros.

Luego de aquello, Anabella se quedó sola en su habitación, recostada en su cama con su vista perdida en el techo. Ya estaba la noche cubriendo las calles de Biar y con la luz de la luna, aquella habitación se iluminaba reflectando tenues rayos brillantes que le daban un aspecto melancólico a aquel lugar.

Anabella estaba pensando en lo que iba a suceder si su plan fracasaba. El fracaso para ella seria que al final terminara enamorándose de Alejandro, pero eso no era una opción en absoluto considerable, aun con eso sabía que no podía descartar esa opción. Mientras eso ocurría, al otro lado del pueblo, se encontraba Serk con Valentina en aquel sótano de veneración a Astaroth. Entre los dos reinaba un silencio bastante terrorífico, pero Valentina rompe aquella quietud con una pregunta que Serk no se esperaba en absoluto:

- ¿No estas desistiendo de tu objetivo verdad?

- ¿Por qué lo dices?

- Te veo raro... Como si dudaras de lo que debes hacer.

- ¿Pero porque lo dices mujer? Explícate.

- Tu mirada esta perdida. Estas con una cara de deprimido. Eso no es normal en ti.

- Marta Murió – Dijo Serk después de emitir un suspiro bastante melancólico.

- Es una pena, pero nunca demostraste algún afecto por Marta así que es muy raro. No creo que sea solo eso, a ti te pasa algo más.

- ¿a que te refieres?

- Mírame a los ojos

- ¿Para qué?

- ¡Solo hazlo!

Valentina al ver que Serk seguía perdido en sus pensamientos le tomo el rostro con sus manos y de modo que los dos hicieron contacto visual, Valentina gruño como si ya supiera de antemano que era lo que sucedía.

- ¿Es en serio? Te estas enamorando. ¿En serio Serk?

Serk se levantó estrepitosamente y alzando la voz le contesto a Valentina.

- ¿Qué te hace pensar eso?

- Por favor, no me jodas, se cuando alguien está enamorado.

- Pues yo no lo estoy – dijo Serk con un tono de enojo por lo que Valentina decía.

- Mira. Te diré algo y espero que te quede muy claro Serk. Si te veo en las calles flirteando con quien sea, incluso si es esa estúpida que se queda en la posada, te juro por Astaroth que además de contarle tu secreto, olvídate que te ayude con el ritual cuando ella te deje. Lo entiendes.

Serk se quedó cabizbajo ante la alegata de Valentina quien después de aquello se retiro dejando solo a Serk a la luz de las velas del altar.

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Aquí les dejo el nuevo capitulo. Es algo leve pero es necesario para la historia como tal así que espero su apoyo y su comprensión. Esperen el siguiente en el que espero dar aun mas emoción a la historia.
Voten, Comenten y denme amor :3


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La Inquisidora y El BrujoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora