XVI. El Juicio

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Anabella estaba en el vestíbulo del Tribunal, un lugar bastante amplio con columnas del tipo griego que se alzaban imponentes alrededor de todo el vestíbulo. Había cuadros con pinturas de arzobispos, de santos y obras bastante significativas que representaban la devoción religiosa y en ese lugar Anabella estaba dudando de lo que ella creía en frente de unas puertas altas de metal doradas adornadas en relieve por el escudo del Tribunal.

Las puertas se abrieron en toda su extensión mostrando una habitación un poco mas pequeña que el vestíbulo, cuadrada, con un estrado en el frente el cual lo formaban los jueces del aquel juicio que eran cuatro y el quinto juez que era el principal es el arzobispo quien con su simple presencia impone respeto, en el lado derecho del estrado estaba el jurado conformado por pobladores e inquisidores. En el medio se encontraba el verdugo que era un hombre completamente de negro y con el rostro cubierto por una capucha negra, este hombre estaba delante del "Potro" que era una "cama" de madera que tenía dos mecanismos de rotación en los extremos del armazón que tiraban de unas cuerdas colocadas en cada una de las puntas y el proceso consistía en atar de manos y pies al acusado, girar los mecanismos que a su vez tiraban de las cuerdas las cuales estiraban las extremidades con el fin de dislocarlas generando un gran dolor en el que estaba siendo torturado además de dejarlo inútil porque no se podría mover dando paso a la muerte.

En ese potro estaba Alejandro "Serk" con la mirada perdida en el techo y con sus manos atadas a las cuerdas de aquella "maquina", Anabella posa sus ojos en aquel hombre que por un momento hizo feliz su existencia, pero eso cambiaria en este juicio. Alejandro la ve pensando en lo que había vivido con ella, no se arrepentía de lo sucedido en Biar, pero al parecer aun no aceptaba lo que estaba pasando y se dirigió a ella.

- ¿Qué sientes por mí? – Le susurro Alejandro a Anabella.

Ella lo escucho, pero lo ignoro con todo el dolor de su corazón e inicio el juicio.

- Su Eminencia, que el señor este con usted, jueces que el señor les ilumine sus decisiones y jurado bendecidos sean. Hoy nos reunimos para dar juicio y ejecución a este hombre llamado Alejandro Álvarez quien siendo un brujo se hacía llamar "Serk". Este mantenía una secta que hacia culto a Astaroth además de que a mi llegada estaba en el proceso de un ritual de sacrificio de vírgenes.

- ¿Es cierto eso? – Le pregunto el arzobispo a Serk

Este no contesto por lo que el arzobispo con una señal que percibió el verdugo hizo girar el mecanismo iniciando la tortura con un leve dolor.

- ¿Es en realidad usted un brujo?

De nuevo no contesto, acto seguido el mecanismo giro y el dolor se acrecentaba lo cual se podía notar en el rostro de Serk.

- ¿Usted realmente estaba sacrificando vírgenes?

El seguía sin contestar y al girar el mecanismo ocurrió lo que Anabella lo quería que pasara porque sabia que ella iba a fallar si esta situación se daba: Alejandro grito.

Anabella se estremeció por aquel grito seco y desgarrador por lo que ella se acerco a Alejandro lo cual llamo la atención de todos los que estaban en aquella habitación. Anabella se acerca al oído de Alejandro susurrándole:

- Responde por favor, acabemos esto rápido.

- No lo hare hasta que no me digas que sientes por mí.

- No me hagas esto.

Anabella se percató que la veían por lo que se aparto y el arzobispo continuo su interrogatorio

- ¿Hace cuánto usted practica la brujería?

- ¿Por qué cree en Astaroth?

Fue una oleada de preguntas del arzobispo que obviamente buscaban que Alejandro afirmara una de estas, pero este ni se inmutaba porque de un modo u otro lo iban a ejecutar. Pero los acontecimientos dieron un giro inesperado ya que normalmente estos juicios se hacían rápidos, pero en este en especial el arzobispo solicito un receso que aun siendo corto era extraño verlo en uno de estos actos de la inquisición.

La Inquisidora y El BrujoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora