Luego de aquel beso, paso cerca de una semana en donde los cruzaban sus miradas en la recepción de la posada ya que Alejandro se hizo cargo del negocio después de la muerte de Marta, era inevitable que sus ojos se encontrasen cada vez que Anabella entraba y salía del lugar.
Alejandro sabía que la afirmación de Valentina no era del todo mentira, cada vez que veía a Anabella sentía un estremecimiento por todo su interior al presenciar la figura monumental de aquella mujer. Le costaba aceptar el hecho de que sentía algo por ella desde aquel día. Mucho podía odiar aquel sentimiento, pero Anabella tenía que soportarlo y reprimirlo fuera como fuera si quería que su plan fuese un éxito.
Alejandro seguía aun en duelo por la muerte de Marta, se le veía deprimido, cabizbajo, además de que se había vuelto muy antisocial limitándose a hablar solo con Valentina y las pocas palabras que cruzaba con Anabella. Una mañana como cualquier otra, estos estaban desayunando en la cocina de la recepción en absoluto silencio, aun mayor que el de un mausoleo hasta que Anabella toma valor y después de un suspiro se dirige a Alejandro:
- ¿Qué te sucede?
- Nada. – Dijo Alejandro con su voz cortada como el nudo que sentía en la garganta mientras tenia la mirada perdida en la mesa de madera del comedor.
Anabella al ver esto se levanta de su asiento acercándose a Alejandro y con ternura como si tratara de un bebe tomo su rostro entre sus manos acercándolo hacia su cuerpo de modo que Alejandro siente la calidez del vientre de Anabella lo cual hace que sus ojos se cristalicen llevándolo a abrazar a Anabella a la altura de la cintura mientras se suelta en un llanto de desahogo. Anabella la acaricia la coronilla de la cabeza delicadamente a manera de consolarlo.
- Venga. Llevas una semana así. Se que es difícil pero no debes de retener lo que sientes.
- Pero ¿Por qué? - Dijo Alejandro en medio de su llanto - ¿Por qué tenía que ser así? No lo entiendo.
- Quizá era un plan de Dios o algo parecido. No podemos predecir el futuro o el accionar de las personas.
Alejandro levanta su rostro con violencia del vientre de Anabella y alza sus ojos haciendo contacto visual con ella demostrando la ira interna que sentía.
- Dios... DIOS. Ese ente por el que matan, esa divinidad por la que dejan niños huérfanos, ese ser que dicen que existe cuando pasan estas cosas. ¿Dónde estaba Dios allí? No me jodas con esas estupideces. Dios es egoísta y vengativo, sino no existiera la inquisición, si no fuera todo eso entonces porque no detuvo a Marta. Se vengo de ella por querer asesinar a alguien. No me Jodas con eso.
Alejandro después de decir aquellas palabras suspiro como si se hubiera quitado un peso de encima:
- Perdóname. No quise hablarte así. Pero me Jode.
- Lo sé, no te culpo, pero debes calmarte y superar lo sucedido. – Dijo Anabella con un tono comprensivo y calmado – te propongo algo. Mañana es la fiesta de La Virgen de Gracia y en la noche se hará una fogata en el centro del pueblo.
- A si, esa "fiesta". ¿Qué con eso?
- ¿Me quieres acompañar?
Luego de eso Alejandro observo a Anabella tratando de descifrar porque ese repentino interés, pero este agacho la cabeza mientras suspiraba demostrando su alivio por haberse desahogado.
- Lo pensare. -Dijo mientras tenía la cabeza agachada.
Anabella flexiona sus rodillas de modo que toma de nuevo el rostro de Alejandro, estando a punto de hablar, Anabella se acerca bruscamente encajándole un beso inesperado intensificado por la ternura y calidez de su rostro lo cual sorprendió a Alejandro quien quiso responder al beso, pero Anabella se apartó rápidamente y se encamino a la puerta del comedor traviesamente.
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La Inquisidora y El Brujo
Storie d'amoreUna inquisidora con la única misión de erradicar la herejía en una ciudad decide enamorarse de un hombre que ocultamente es un brujo. Una decisión para nada acertada pero ella no lo sabia hasta que ocurre la tragedia que se podía esperar y ella camb...