Pasaron tres días después de aquel suceso en el altar de Astaroth y Alejandro caminaba por las calles de Biar como alma en pena, cabizbajo, con una expresión de decepción no muy propia de el pero el motivo de tal actitud para el era justificable ya que, a pesar, de estar a un paso de su objetivo parecía como si el destino o "Dios" se empecinaran en que este no pudiese encontrar el elemento faltante. Alejandro cruzo todo el pueblo ignorando las miradas de la gente, pasando de largo a las muchachas que se le insinuaban, todo para el ya no tenía mayor importancia en ese momento, no sabía cómo era posible que estando tan cerca de lograr su meta por la cual había luchado durante tanto tiempo parecía estar mas lejos de lo que se había imaginado.
Llego a la posada aun en depresión como si les pidiera permiso a sus pies para moverse, cruzo la recepción de camino a la cocina y se encontró con Marta de espaldas a la puerta limpiando los platos que había usado en la hora del desayuno. Este tomo asiento frente a la mesa y dejo caer la cabeza golpeando la mesa con su frente, el estruendo fue seco, pero parecía indoloro para él, pero había asustado a Marta quien se giro de golpe para ver que había pasado y se encontró con un hombre deprimido tirado en su mesa.
- Alejandro... ¿Qué haces aquí? – Dijo Marta con extrañeza al ver a aquel varón en la posada que había llegado sin previo aviso.
- ¿Acaso no puedo venir a verte? – Dijo Alejandro molesto ante la pregunta de Marta.
- Me alegra que hayas venido, pero ¿Qué sucede? Tienes cara de que algo te sucedió.
- Ya no queda ni una. – Dijo Alejandro esperando que Marta entendiera su referencia.
- ¿Qué no queda ya?
- Por Dio... Por favor Marta enserio te lo tendré que explicar otra vez. – Dijo Alejandro mientras se levantaba golpeando la mesa con sus palmas bien abiertas, - Marta, sabes lo que necesito.
Marta se quedo pensando por un breve instante tratando de recordar el porque la molestia de Alejandro.
- Alejandro, no me digas que hiciste el ritual.
- Estoy a un paso, el ultimo paso. Estoy cerca Marta, muy cerca.
- Joder, te dije de dejaras eso desde el principio, el camino que sigues es peligroso.
- De que sirve vivir con la posibilidad de hacer las cosas y no hacerlas. No me quedare viendo como teniendo oportunidad de vengar a mis padres no la aproveche.
- Alejandro. – Dijo Marta furiosa por las palabras del joven al que había cuidado desde que este quedo huérfano – En realidad cuanto llevas del ritual, pero más importante aún, donde encontraste a las primeras dos vírgenes, porque si me dices q estas en el ultimo paso quiere decir que necesitas una más. Pero quiero comprobar que lo que dices es cierto.
Alejandro dio un suspiro prolongado por sus pensamientos, sabía que no tuvo que haberle dicho lo que hacia a Marta. Cuando este le comento del ritual para Astaroth en aquel entonces solo quedo como algo de palabra mas no había planeado hacerlo, o al menos no le dijo a Marta que lo haría por lo que ahora estaba convencido que tenía que darle explicaciones a su cuidadora.
- Ya te dije, estoy en el ultimo paso y con respecto a las vírgenes, fueron las dos hijas de Manolo el señor de la carnicería. Como recordaras las primeras dos no importa si no son voluntarias por lo que no hubo problema...
- No hubo problema – interrumpió Marta a Alejandro - Mataste a dos mujeres por el amor de Dios y tienes el cinismo de decir que no hubo problema.
Anabella que no había salido de su habitación recordó que Marta la invito a comer pero esta no bajo a su encuentro pero necesitaba información del pueblo por lo que creyó conveniente hablar de nuevo con Marta teniendo la esperanza de que esta tuviera alguna pista de la secta.
A medida que esta bajaba las escaleras, se escuchaban unas voces que se hacían mas audibles cada vez que se acercaba a la recepción, esta se acerco a la cocina que era de donde las voces salían y pudo ver a Marta discutiendo con Alejandro por lo que se quedó detrás del muro para escuchar lo que estos decían para no interrumpir.
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La Inquisidora y El Brujo
RomanceUna inquisidora con la única misión de erradicar la herejía en una ciudad decide enamorarse de un hombre que ocultamente es un brujo. Una decisión para nada acertada pero ella no lo sabia hasta que ocurre la tragedia que se podía esperar y ella camb...