Máscaras

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Me recuesto en la frágil y efímera existencia que se supone debe de rendir frutos. Me pongo cómoda y veo por última vez la luz del día.

Mi rostro se va cubriendo de a poco, con agua y yeso, con mentiras y sufrimientos. Me recubro con capas y más capas de húmeda indiferencia hasta que no puedo ver nada de lo que me rodea, hasta que me quedo sin habla.

Vivo en un mundo de asentimientos y negaciones con la cabeza, me quedé sin sentidos desde el momento que accedí a esconderme detrás de esta careta. Falsa como las palabras que ya ni siquiera puedo pronunciar.

A voluntad he entregado mi voz y mi alma, a cambio de una seguridad que me deja sin libertad. Escondo lo que siento detrás de esa mezcla de miedos y decepciones pasadas. Me dejo llevar por las capas que encierran en su pálido color las noches en vela que torturan mi sueño.

Pongo la mejor de las sonrisas para que se quede grabada en el infinito que llamamos recuerdos, pero a quién quiero engañar, me siento muerta en vida. Sin quién me escuche o al menos trate de entender los balbuceos incomprensibles que mi corazón emite, temeroso de fallar nuevamente.

Me quedo quieta, ni siquiera me resisto. Trato de ser la mejor de las estatuas para no causar ninguna perturbación al medio que me rodea. Que todo se quede en calma y en silencio.

Que nadie me saque de esta zona de confort que he encontrado detrás de estas capas.

Y no es que viva atemorizada a cada paso que doy, sé que en mi todavía queda valentía, pero siento que no vale desperdiciarla si de dañar a alguien más se trata. Aunque, ¿sería tan malo decirlo? ¿Qué tan malo sería acortar distancias y hacer que mis acciones hablen de una vez por todas?

He aquí el gran problema. Quizá los actos hablen, pero a quién le gustaría besar un par de labios que siguen atrapados detrás de una máscara.

Pensamientos De MedianocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora