diecisiete

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Miriam:
~31 de diciembre, 19:00 horas~

Me quedé callada cuando oí cómo alguien llamaba a la puerta.
—Miriam, abre —Insistió mi hermano después de que no le contestara.

—¿Qué quieres? —Pregunté cortante.

—Hablar contigo —Respondió Efren rápidamente.

Me acerqué a la puerta y tras mover el cerrojo, abrí, avisando a mi hermano de lo siguiente:
—Date prisa porque me están esperando en casa de Mimi.

—¿Vas a irte?

—Claro —Afirmé con tono molesto. —Si están papá y mamá aquí, no voy a quedarme.

—Ni siquiera les has dado una oportunidad —Empezó a hablar Efren al tiempo que se sentaba en la cama.

—No estoy preparada para dársela —Le corté enfadada. —Y lo sabías perfectamente.

—Pensé que al ser navidad y al haber vuelto al pueblo... —Continuó mi hermano con la cabeza gacha.

—Que sea navidad no significa que vaya a olvidar todo de repente —Expliqué impaciente mientras terminaba de hacer la maleta. —Y no he vuelto al pueblo, solo voy a estar unos días.

—Pero ellos se arrepienten, Miriam —Insistió Efren, que al ver que captó mi atención y me giré para ver qué más tenía que decir sobre aquello, continuó: —Cuando volví de Madrid y les conté que nos habíamos visto, no pararon de preguntarme por ti, querían saber si estabas bien.

—Si tanto les importara, me habrían llamado —Reflexioné en voz alta con la mirada clavada en el suelo.

—Eso les dije yo —Contestó mi hermano chascando los dedos para llamar mi atención de nuevo y que así levantara la vista. —Pensaban que no querrías hablar con ellos, que les colgarías, y eso les habría partido más aún el corazón.

—¿Más aún? —Pregunté molesta cuando me di cuenta de cómo mi hermano estaba tratando de darle a todo la vuelta. —Si alguien puede hablar aquí de un corazón roto, esa soy yo, y nadie más.

—Que sí, Miriam —Me dio la razón. —No estoy tratando de hacerlos pasar por víctimas, porque todo esto fue su culpa.

—Pues es lo que me ha parecido —Expliqué seria elevando las cejas y encogiéndome de hombros.

—Lo siento entonces —Se disculpó mi hermano levantándose de la cama y agarrándome del brazo. —Ya sabes lo que pienso de todo esto, de hecho, les eché la bronca cuando volví de Madrid y me tiré un tiempo sin hablarlos. Creo que eso también los hizo recapacitar...

—No sé... —Negué volviendo a girarme para cerrar la maleta y terminar de recoger. —No creo que esté preparada todavía, Efren.

—Bueno, ellos se arrepienten —Siguió hablando mientras le daba la espalda. —Al menos escucha lo que tienen que decirte, ¿no?

Esperó a que yo le contestara pero no respondí, así que continuó:
—Escúchalos y después decide si puedes perdonarlos o todavía necesitas tiempo, anda —Insistió mi hermano apoyando una mano en mi hombro, provocando que me girara para mirarle. —Piensa que bajarán las defensas y si quieres podrás hasta humillarlos.

Los dos nos reímos ante su propuesta, que no me pareció tan descabellada y, después nos abrazamos:

—Y lo siento por haberte mentido —Susurró Efren cuando estuvo pegado a mí. —Estaba intentando arreglar las cosas.

—Bueno, da igual —Le perdoné finalmente al separarnos. —Pero que sea la última vez, porque sabes que odio no tenerlo todo bajo control.


CON LAS GANAS [AMIRIAM]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora