Capitulo 25

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Aquí estoy, en mi habitación. Más bien, estoy contra la puerta de mi habitación, dándome cabezazos. Hoy fue el día más estresante de la historia. Kol, Elena y Bonnie, los mellizos no mellizos...

¿Qué más puede pasar? ¿Qué aparezca James Dean en mi bañera? Ok, eso sería sumamente interesante. Pero por favor, de joven. En rebelde sin causa, ¡qué hombre!

Concentración, ________, concentración.

Algo bueno, hoy Kol no me escuchó cantar. Lo prolongué tanto, que logré zafarme de esa. Por ahora. Igualmente con Jer ya decidimos que canción tocar. Sería "Let it be". Al principio Jeremy se resistió a una canción lenta. El muy Oops! quería una canción metal a lo Iron Maiden, pero con su guitarra y mi voz, definitivamente no pegaba. Mis cuerdas vocales estallarían en un dos por tres.

Asi que me llamó nena. Lindo intento por hacerme sentir mal. Iluso.

Volviendo al espacio/ tiempo/ habitación, creo que me quedará un chichón en la frente de tantos golpes que me he dado. Pero me esta resultando para descargar mi frustración.

Voy a darme otro golpe, cuando la puerta se abre de improviso. Esta vez si que me golpea fuerte, y caigo al suelo, para colmo, sobre mi pobre trasero.

- ¡Santa mierda!- exclama Rebekah, agachándose a mi lado- ¿_______, estás bien?- me ayuda a ponerme de pie.

- Fuera de que probablemente mataste algunas, no sé, mil neuronas y abollaste mi trasero, todo bien-ironizo.

- No exageres- rie- además, tu eres la que se estaba dando golpes contra la puerta, a eso vine.

- Si...descargaba mi frustración-me encojo de hombros.

- ¿Día estresante? Tengo tu solución- sonríe de oreja a oreja.

- ¿Por qué creo que no va a gustarme?- meneo la cabeza.

- Calla- pone los ojos en blanco- como sea, vamos a ir a un baile. Asi que alístate porque nos vamos de compras y a la peluquería.

- ¿Baile, compras, peluquería? ¿Qué es todo esto?- pregunto, confundida.

- Día de los fundadores, ¿nadie te dijo nada?

- Al parecer, todos se olvidan de mi en esta casa- dramatizo.

- Ya ya niña, basta de parloteo, vámonos ya.

Rebekah me arrastra a su auto y me sube casi a la fuerza al asiento de copiloto. Esto es como un secuestro. Todo el camino parlotea sobre vestidos, formas, colores, texturas y blablabla. Me está dando jaqueca. Por fin, llegamos a una especie de boutique de diseñador. Tiene cara de ser costosa.

-Bekah- me comienzo a quejar.

- callada, ni una palabra más- espeta, con su adorable acento inglés.

Suspiro. Entramos a la tienda y al instante la rubia se separa de mi. Comienza a sacar vestidos de los colgadores como desquiciada. Realmente es una compradora compulsiva. Me fijo que todos los vestidos escogidos son, por lo menos, hasta los tobillos.

- ¿Qué esperas niña? ¡busca tu vestido!- exclama.

- Oh, claro.

Comienzo a mirar algunos. Pero nada me gusta. Que el color, el estampado, la textura. Siempre hay un pero. Que puedo decir, soy regodeona.

He visto por lo menos diez vestidos de satén fucsia chillones, con cortes en la espalda que realmente no me acomodan. Rebekah intentó enfundarme otros vestidos que enseñaban demasiado para mi estilo. Me estaba quedando sin opciones.

Hasta que ahí, detrás de lo que era un asqueroso vestido de prostituta azul, se encuentra el vestido perfecto. Strappless, escote en forma de corazón. Por la parte posterior, cae en cascada, mientras que por adelante, la parte más corta llega casi hasta la rodilla. El estampado trata de una especie de plumas de distintos tamaños que van en distintas direcciones. Conlleva, tonos grises, azules y verde oscuro. Y por último, el vestido se ciñe a mi cintura, creando la ilusión de figura de reloj de arena.

- ¡Es perfecto! Lo vas a llevar si o si- exclama Rebekah, apareciendo por detrás mío. Lo analizamos juntas frente al espejo.

- Si, creo que este es- sonrío.

Me observo junto a ella, quien me aprieta los hombros. Rebekah es, por lo menos, una o dos cabezas más alta que yo. De por sí ella es alta, pero bueno, todo el mundo aquí es más alto que yo. Menos Bonnie, con Bonnie estamos casi casi. Pero ella me odia. No hay club del enanismo esta vez.

Bekah paga todo (por si se me olvidó mencionar, Klaus & company pagan todos mis gastos, lo cual, encuentro innecesario.) y nos vamos hacia la peluquería. Otra vez, llegamos a lo que parece ser un salón prestigioso y caro. Aunque, la rubia entra como si fuera su hogar.

- Hola señorita Rebekah- la saluda una mujer de unos cuarenta más o menos, bien conservada, por así decirlo.

- Kristeen, hoy necesito de tu apoyo- me señala- para ella.

- ¿Y tú?- pregunto confundida.

- Oh, no se preocupe.

Kristeen llama a algunas de sus asistentas, que se llevan a Rebekah. Kristeen me hace sentarme en una silla frente a un espejo.

- ¿Y bien, que quiere hacer con su cabello señorita?- lo observa fascinada- aunque amo su largo, quizás un corte le vendría bien.

- Nada de cortes- aclaro- pero si...me gustaría un cambio de color.No tengo una idea aún, solo que contraste con mi piel- pido. La señora sonríe de oreja a oreja.

- Vas a quedar perfecta, te lo aseguro.

Pasó una hora en el puro cambio de color. Entre tintura, lavado, secado, incluso recortó un poco, pero no mucho.

- Ya está, ahora puedes mirarte- exclama, emocionada.

Con cautela, y temor del desastre que pueda tener en el cabello, me volteo hacia el espejo. Pero me llevo una grata sorpresa. Mi cabello sigue estando largo (¡yupi!) pero las ondas estás más definidas y el flequillo más corto. Y en cuanto al color, que puedo decir, me encanta. Está rojo. En realidad es entre morado y rojo, pero lo amo. Y se ve brillante y bien teñido.

- Es perfecto- digo.

- Lo sabia- sonríe complacida- ahora tengo órdenes de la señorita Rebekah de hacerle un buen peinado- pongo los ojos en blanco.

Recuerdenme informarme bien antes de que haya otro baile, para salir del Estado. Podría perfectamente haberme peinado en casa y todo eso.

Oigo campanas cuando terminan conmigo y Rebekah está lista también. Pensé que nunca iba a terminar, y que me iba a pudrir de aburrimiento aquí.

Ahora quedan solo dos horas para el baile. Y aún debemos vestirnos y maquillarnos.

Kill me. Please.

Expect the unexpected (Los Mikaelson y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora