Capitulo 29

1.5K 83 12
                                    

Klaus

Emociones vampíricas, lo peor de ser inmortal. Cuando odias, odias con el alma. Cuando amas, amas profundamente hasta darlo todo. Y cuando sientes culpa...te consume. Se mantiene en tu conciencia, atormentándote infinitamente.

El último es mi problema. Momento en que no tengo nada que hacer, mi cabeza comienza a maquinar todos los momentos de lujuria que no debieron ser. Porque estoy en la búsqueda de ______, quien de veras me importa, no pasándola bien.

El caso es que un día, apareció Hayley. Una loba huérfana y despechada. Una escoria para sus padres adoptivos, igual como yo lo fui para mis padres biológicos. Me sentí identificado con su historia. Charlamos civilizadamente, la cosa se fue poniendo candente, y pues...terminó en algo que no tenía planeado. No lo confundo con amor, eso está claro, pero los momentos de lujuria que antes me parecían divertidos, ahora carecen de todo tipo de emoción.

Y no puedo pensar en otra cosa que no sea ______. Me enoja, me frustra no dar con ella.

Miro la habitación. Varios cuadros y jarrones despedazados, debido a mí. Era mi bruja, mi chica. Al diablo mis hermanos, es mía. Y la quiero de vuelta, donde sea que esté.

Suspiro. Con paso desanimado, salgo de mi estudio. Camino hacia el salón, donde me dispongo a servirme un vaso de alcohol. Pero justo debajo de la botella de vidrio, se encuentra un papel. Una nota. La desdoblo con cuidado, y leo su contenido.

"Klaus:

Sé que a pesar de mi colaboración en su plan, distrayendo a los Salvatore, no seré perdonada completamente. Por lo que dejo una última ofrenda de paz. Los rumores corren rápido, y se dice que una entidad llena de poder se ha visto en Nueva Orleans. Espero que sea de ayuda.

Con amor y odio, Katherine Pierce"

Arrugo la nota en mis manos, repentinamente me siento mejor, renovado. La esperanza se apodera de mí ser. ¿Podría ser, este dato, correcto? ¿Podría Katerina Petrova, tener una pista correcta? Es preocupante, de igual forma, porque la doppelganger más perra es una embustera de primera. Pero es mi única pista ahora.

Con velocidad vampírica corro a la biblioteca, donde veo a mi hermano mayor leyendo tranquilamente. Interrumpo, agitando fuertemente las puertas al entrar.

- Hermano- saluda, apenas levantando la vista de su libro.

- Elijah- devuelvo el saludo con una sonrisa- buenas noticias, nos vamos a Nueva Orleans.

--------------------------------------

Mi vehículo y el de Elijah están listos, preparados con el poco equipaje que pensamos necesitar. Le doy unas últimas indicaciones a mi aún confundido hermano, y me subo en mi auto, listo para partir. Noto que el espejo retrovisor está un poco corrido, por lo que me dedico a ajustarlo. Y me llevo una gran sorpresa, cuando a través de éste veo a dos caras, demasiado conocidas para mi.

- ¿Qué mierda hacen aquí?- gruño, enfadado.

- Es feo dejarnos fuera de los planes familiares- argumenta Rebekah- y además, queremos ayudar.

- Ustedes no van a ayudar, solo van a dejar un gran caos dónde sea que vayamos, y no estoy de humor para arreglarlo- digo, alzando la voz.

- Relájate hermano- rié Kol, pero su semblante cambia rápidamente- sabes que queremos esto tanto como tú.

Suspiro derrotado.

- ¿Y no podía ir con Elijah?- pregunto, en tono de sufrimiento.

- Elijah es aburrido, tú en cambio, me dejarás cambiar la estación radial- Bekah sonríe de oreja a oreja, y se pasa al asiento de copiloto.

Va a ser un muy largo viaje.

Y mis palabras se cumplen. Además de largo, agotador. Mi rubia hermana cambia la radio como se le antoja, teniendo yo que escuchar horrendas canciones que me ponen irritable. Por otra parte, Kol no deja de quejarse por todo, que la música, que el viaje es muy largo, que el asiento es incómodo. Imbécil, ¿por qué no se fue con Elijah?

- ¡Ya paren los dos!- grito, enojado- los dos son parecen pequeños animalillos molestos, intento concentrarme.

Ninguno de los dos responde, se limitan a guardar silencio. Por el rabillo del ojo soy capaz de notar como Rebekah me fulmina con la mirada. Vampira malcriada, actúa como una niña mimada al ser la única mujer de la familia.

El viaje transcurre en mi tan deseada paz y tranquilidad. En cuanto detengo el auto, Kol salta del asiento trasero hasta el exterior.

- ¡Ya era hora!- exclama- tengo hambre, ¿Qué hay de cenar?- sube las cejas con picardía, dándole doble sentido a la oración.

- No te comerás a nadie, si eso es lo que piensas- le regaña Elijah, plantándose a mi lado.

- El hermano aburrido, te lo dije Nik- bufa, sobreactuando- ¿Qué dices tú?

- Digo que cierres la boca, y nos sigas- respondo, molesto- y no quiero ningún desastre.

Kol entorna los ojos, pero me sigue, sin objetar.

Todos juntos nos adentramos en la que alguna vez fue nuestro hogar. Fue, porque tan pronto Mikael apareció en escena, salimos pintando margaritas de allí.

Me niego a seguir pensando en mi padre, y continúo caminando.

Más o menos un siglo hace la última vez que pisamos Nueva Orleans. Bueno, Kol no. El aún estaba en un ataúd.

Las calles están más coloridas, llenas de luces resplandecientes durante esta noche. La música llega de todas partes. Pintores, bailarines, malabaristas, magos, tarotistas...brujas.

¡Brujas!

Me abro paso entre la gente, a empujones. Con mis hermanos pisándome los talones, me acerco a una mujer mayor de piel morena, que parece leer el tarot. Sus se encuentran con los míos, y veo terror escrito en ellos.

- Hola...-le doy una sonrisa llena de hipocresía.

- Klaus Mikaelson-susurra. Mi sonrisa se enancha.

- Perfecto, así nos evitamos las presentaciones-digo- estoy buscando a alguien muy especial, una bruja muy poderosa.

La mujer traga saliva, disimuladamente. No tan disimulado, puesto que yo y mis hermanos lo notamos. Sus ojos se abren un poco más por la sorpresa, pero intenta ocultarlo.

- Sinceramente no sé de quién hablas, lo siento- sonríe falsamente.

- Se perfectamente que estás mintiendo- cambio mi tono de voz a uno más serio-tus signos vitales te delatan- y es cierto, su pulso acelerado, y su corazón bombeando a todo ritmo, lo dicen todo.

- Ya te dije que no sé nada- recalca, enojada- ahora déjame en paz.

- Escúchame bien- le oprimo fuertemente el brazo, causando una mueca de dolor en su cara- si no me vas a ayudar hablando, haz algo de vudú mágico.

- No puedo- espeta, entrecortadamente.

- ¿Cómo que no?- la miro, ceñudo.

- A las brujas aquí, ya no se nos permite hacer magia- murmura. A mis espaldas, Kol suelta una gran carcajada.

- ¿Y quién ah impuesto aquella ley tan ridícula?- ríe, divertido.

- Marcel- contesta, aterrada.

Elijah, Rebekah y yo intercambiamos miradas consternadas. Tengo una vaga idea de quién habla...

¿Es posible que sea...?

Expect the unexpected (Los Mikaelson y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora