Capitulo 34

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Creo que no hay nada mejor que sentirse limpia y fresca. Y más cuando mi cabello huele maravilloso. El gran defecto, es que debo pelear y rabiar para desenredarlo. Y en eso me encontraba justamente ahora.
- Cabello de la real mierrda- maldigo, con el cepillo enredado entre mis mechones. Más de una vez pensé en cortarlo, pero me da flojera.
Todo me da flojera. Soy la bruja más floja del mundo, no se porque me buscan tanto. Sabrina la bruja adolescente era mil veces mejor que yo, hasta tenía un gato parlanchín.
Creo que...todas las brujas estamos mal del mate.
La puerta se abre, y puedo visualizar la figura esbelta de la rubia hueca. Estúpida vampira rubia.
- Se te ofrece algo?- pregunto con desagrado.
- Creo que empiezo a odiar tu faceta de perra- ruedo los ojos, como si me importase- en fin, vine a decirte que tenemos visitas así que se solicita tu presencia en el salón. Claro, si es que la princesita se apurará sería mejor.
- no puedo ir, estoy demasiado ocupada con esto- señalo el nudo en mi cabeza.
- haber, dame eso- en un acto rápido quita el cepillo de mis manos.
Podría haberle dicho que no me toque, pero sinceramente estoy cansada de pelear con mi cabello. Ella cepilla mi cabello con delicadeza, lo cual me es extraño.
- ¿Cuál era tu nombre?- pregunto.
- Rebekah, pero solías decirme Bekah- responde, en un tono apagado.
- mmm...- murmuro, como si no me importara. Pero la situación me incomoda.
Rebekah termina con mi cabello, y me entrega el cepillo. La observo, mientras ella baja la vista al suelo. Parece querer preguntarme algo, pero se encuentra dudosa.
Finalmente suelta un suspiro.
- Baja al salón, por favor- y sale a gran velocidad por donde mismo entro.
Podría quedarme en mi habitación, pero la curiosidad me gana. Me coloco los zapatos y decido bajar.
Una vez en la planta baja, camino en dirección al salón. Pero me detengo fuera de este al escuchar voces desconocidas. ¿Y ahora a quien se supone que tengo que "recordar"?
- _____ entra, te estamos esperando- oigo que la voz del tal Klaus me llama desde adentro. Indecisa, giro la perilla y empujo la puerta.
Hay seis pares de ojos observándome. Cuatro, son los dueños de la casa. Y dos, pertenecen a una rubia y a un chico castaño claro.
- ¿Y bien?- pregunto, para romper el hielo.
- Amor, he traído a alguien que quizás conoscas- habla Klaus.
Dirijo mi vista hacia los invitados. Es cierto que sus rostros se me hacen conocidos, pero no puedo recordarles.
- Soy Stefan- se apresura en decir el muchacho- y ella es Caroline.
- ¿Nos recuerdas?- pregunta ella, en tono esperanzado. La observo neutral unos segundos. A pesar de ese aire familiar que tiene, no logro recordar. Y una parte de mi no quiere hacerlo, sigo enfadada debido a que me raptaron. Necesito a Thierry, ahora.
Marcel por favor ven por mi, suplico en mi mente.
- No, lo siento- respondo con total seriedad.
Ambos vampiros se quedan atónitos, y puedo leer la decepción en sus ojos.
- Entonces es cierto...te borraron la memoria- susurra Stefan. Frunzo el ceño.
- No me apetece tener esta conversación, esta claro que me han raptado- digo mordaz, y me doy vuelta para abandonar la habitación.
Sin embargo, cuando estoy a punto de lograr mi meta, una mano me detiene. Es el vampiro mayor, el que se hace llamar Elijah.
- Quédate, por favor- suplica.
- No- gruño.
Acto seguido, todo mi brazo empieza a aumentar en temperatura, hasta el punto en el que el vampiro debe retirar su mano rápidamente. Las cosas que hago cuando estoy enojada. Quizás un día llega a arder en llamas...eso sería genial.
La gran puerta se abre de golpe, y camino con el mentón en alto a través de ella.
Vuelvo a cerrarla, de igual forma.
Soy toda una Master a la hora de hacer salidas dramáticas. Me merezco un título.

Expect the unexpected (Los Mikaelson y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora