010 ;; Fingon

186 46 4
                                    

La derrota era inevitable

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

La derrota era inevitable. El Valiente hubo desempeñado de buena manera su papel en la grandiosa historia de la Tierra Media. Un lazo con el mismo fulgor del sol le ató de piernas, y lo obligó a caer. Varios fueron los enemigos que lo aplastaron, y de su cuerpo, su alma valerosa e inquebrantable se escapaba.

La muerte de Findekano, el Valiente, llegó y la sangre de su nuca salpicó el yelmo, pero suave fue la imagen que se impregnó en sus ojos azules como el firmamento; en ellos apareció su primo, Maitimo, recibiéndolo con una cálida sonrisa.

En ese momento le pareció que todo el cansancio sufrido cobraba sentido y valía.

—He vuelto.

Dijo entre murmullos partiéndose en esos momentos sus labios. Su alma se escapó, las fuerzas le abandonaron y pronto olvidó el dolor.

Murió. Desapareció del mundo, para volver a donde pertenece y esperar la vuelta de su tan amado pariente.

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
UtumnoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora