016;; Celebrimbor

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En el instante en que sus miradas se cruzaron una bella amistad creció, por una sola parte, porque las intenciones de Annatar no siempre fueron las mejores

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En el instante en que sus miradas se cruzaron una bella amistad creció, por una sola parte, porque las intenciones de Annatar no siempre fueron las mejores.

Celebrimbor dio cobijo, en su completa ignorancia, a su perdición, pero siempre lo hizo de buena manera; olvidó en nombre de su invitado, las advertencia de sus allegados.

El morocho llegó a sentir aprecio por el rubio de sus cabellos, por sus sabias palabras y enseñanzas. Comenzaron por charlar de vez en cuando y después, pasaban las noches enteras discutiendo en las forjas sobre nuevos y novedosos proyectos.

—Verás, amigo, que con el tiempo, podrás incluso superar al elfo de gran renombre que era tu abuelo —le dijo Annatar a Celebrimbor con cierto tono de burla pero que más pareció de ternura—. Escuchame, porque seguro nacimos por la bendición de Eru para estar juntos y acrecentar tu talento para esto.

El azabache asintió y una cautivadora sonrisa se le pintó en el rostro. Celebrimbor se sentía emocionado por tener a alguien que, quizá, compartía su mismo amor por la orfebrería.

Tiempo después y tras la forja de los anillos, la guerra desató; Annatar le traicionó y la amistad en la que alguna vez creyó, se desmoronó. Y como todo lo que sube tiene que bajar, las muertes terminaron, pero los lamentos perduraron y con ellos, el nombre de Celebrimbor se grabó en la historia.

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