006 ;; Gimli

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Se detuvieron a descansar

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Se detuvieron a descansar. A Legolas le había tocado la guardia y Gimli se recostó más próximo al elfo. Aragorn se había ido a reconocer el sitio, pero no se hubo alejado tanto.

—¡Hey, señor enano! —le llamó Legolas moviéndolo por los hombros.

Gimli abrió los ojos tan de repente que se sintió cegado por la belleza del elfo. Parecía que Legolas daba más luz que la fogata.

—Argh... ¿No le han dicho, elfo, que a veces su belleza puede ser más mortal que la espada del orco? —gruñó el enano bostezando—. ¿Qué pasa?

Legolas rió, se cruzó de brazos y dio la bienvenida, a su buen amigo con un poco de caldo bien caliente.

—¿Pero qué dice? —burló el elfo—. ¿Y a usted no le han dicho que grita cuando tiene pesadillas?

El enano se encogió de hombros, avergonzado. Se tapó las mejillas con la misma barba.

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