Relatos sobre la Tierra Media que te dejarán con muy buen sabor de boca. ¡Toma tú espada, colocate el yelmo y entra a este reino!
Datos.
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➤P...
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El mundo tomó forma gracias al canto de los Valar. El mundo no era como lo conocemos, en un inicio era oscuro, cada esquina estaba teñida de penumbras y tierras accidentadas donde la idea de la vida quedaba más como un sueño que una realidad. Los vientos, en las pocas veces que se hacían presentes, eran fríos y abrumadores.
Con la ahora idea dibujada pobremente de Arda inmaculada, los Poderes de la Tierra Media descendieron para moldearla cada vez más y mejor. Varda tomó una forma excepcional, al igual que el resto de las doncellas. Manwë se hizo presenten en el medio de un blanco puro y su cabello plata le rodeó bellamente la figura; detrás de él aparecieron Eonwë y demás Valar como Maiar con la ilusión pintada en sus joviales rostros.
En un rincón del mundo los Poderes comenzaron con su faena de moldearlo, mientras que en el norte algo se cernía. Algo comenzó a descender y con la oscuridad en su mirar, dedujeron que habían llegado aquellos quienes dieron la espalda a los designios de Ilúvatar y siguieron los pasos de Morgoth; Un remolino de nubes negras se formó en las lejanías y una poderosa descarga de truenos adornados con rayos voraces abrieron un boquete en una de las montañas que se recortaban en escena.
Los ojos le brillaron a Manwë, tragó saliva en seco y Varda le abrazó por la espalda, observaron la llegada de una de las peores calamidades formadas por las mentiras y corrupción de Melkor.
Entre polvo, tierra y penumbras, los rayos iluminaron a un ser de estatura colosal. Los estruendos le dieron paso a los sonidos guturales que daba forma. Orgulloso de su horror, el Demonio de Poder bajo el nombre de Gothmog se alzó entre las montañas envuelto en ríos de llamas y humo; extendió sus brazos del tamaño de lomas, formó un par de puños con sus manos, una de las cuales presumía un látigo cubierto en guirnaldas de fuego y dolor. Y se irguió con tal poderío que bramó haciendo eco en todo lo extenso de Arda.
Los alrededores temblaron ante su presencia, su grito encorvó a más de uno y Melkor, desde su sitio sintió el poder de los próximos años de Arda bajo sus manos. Tras el terrorífico descenso de Gothmog, unos cuantos más en similitud a él se hicieron presentes, pero ninguno logró infundir el mismo temor que El Señor de los Balrogs.
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