Capítulo 04.

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― ¿Y qué hace la señora Min? ― Preguntó una enfermera que siempre trataba de ligar con él. ― ¿O acaso no tiene?

YoonGi ignoró las preguntas que le molestaban para hacer su trabajo, pero al estar ella sentada a su lado en la cafetería, no podía levantarse e irse así sin más.

Suspiró con cansancio. Necesitaba unas merecidas vacaciones.

― No, y si me disculpa, JiHye, ― Creyó recordar que así se llamaba. ― debo ir a ver como se encuentran mis pacientes.

Intentó levantarse e irse como planeó, pero aquella mujer era insistente.

Vaya que lo era si lo siguió por todos los pasillos aun con la esperanza que le diera su número. Sin embargo, era triste admitir que ni siquiera tenía móvil, aunque podría darle el de su madre si así deseaba ella.

― ¿Y no tiene novia?

El silencio siempre fue su mejor aliando, así que optó otra vez por él.

― Umh, me tomaré eso como un no. ― Sonrió JiHye. ― Entonces, ¿no le gusta nadie?

― No, soy gay. ― Admitió mirándola a los ojos con toda la sinceridad que podía reunir.

Ella asintió, con la mirada gacha, e huyó al saber que no tenía ninguna posibilidad si ni siquiera le gustaban las mujeres, cosa bastante errónea, ya que él simplemente era bisexual, nada más. Aunque, esa escusa le resultaba siempre infalible.

Sonrió con satisfacción, viendo como aquella muchacha se alejaba.

― Ahora que se ha ido, ¿quién debo ir a ver? ― Murmuró para si mismo, una cosa que hacía con regularidad. No era porque se estaba sumiendo en la locura, no. Como gran parte de su trabajo estaba solo, empezó a hablar consigo para, por lo menos, hacerlo con alguien.

Volvió a revisar en sus papeles, igual de organizados que siempre, para ver qué habitación debía ir ahora. Doscientos veintisiete, la de Jeon Jungkook, aquel pequeño de grandes ojos y el motivo de su visita era para poder quitarle las vendas que el día anterior él mismo había puesto porque ya no eran necesarias. Sería una visita tanto rápida como entretenida ya que ese niño, cuando estaba a su lado, no podía dejar de hablar.

Cuando hubo llegado, escuchó unos raros ruidos en la habitación. Le extrañó escuchar alguna cosa aparte de la televisión, que normalmente era la acompañante del enfermizo niño. Aunque puede que estuviera jugando a cualquier cosa y solo fuera su imaginación.

Se encogió de hombros y abrió la puerta corrediza.

― Jungkook, buenos días. ― Le habló al niño mientras miraba sus papeles. ― He venido a quitarte las vendas, así que espero que ya no te duela nada.

Alzó el mentón extrañado al no escuchar la típica risilla suya cuando le hablaba y sin querer se le resbalaron todas las hojas que tenía ordenadas.

― ¡¿Qué mierda está haciendo?! ― Le habló a aquella mujer disfrazada de enfermera que ni conocía. ― ¡Suelte al niño ahora mismo!

La señora parecía ida. Solo miraba el suelo de la habitación aún agarrando con fuerza el delgado brazo de Jungkook.

Al ver que no se alejaba del niño que se encontraba en ropa interior decidió actuar de inmediato.

― ¡Que te alejes de él! ― Le dió un manotazo a la mujer y por suerte funcionó.

Tomó en sus brazos a Jungkook y él como un pequeño monito lo abrazó mientras temblaba. Hundió el rostro en su cuello, sonándose los mocos en la camisa que traía, aunque no le importó mucho que digamos.

― Y ahora, ¿quién mierda es usted? ― Acarició con su diestra la diminuta espalda de Jungkook mientras fulminaba con la mirada a aquella mujer tintada de rubio.

Ella miró hacia los lados, seguro buscaba una vía de escape fácil y rápida para no tener que justificar todos sus actos. YoonGi sabía bien lo que era capaz de hacerle al pequeño de grandes ojos y qué estaba a punto de hacer si no hubiera aparecido él por esas puertas.

― Debo irme, con permiso.

Penosamente intentó huir de la habitación que estaba bien protegida por él, sin embargo, en un acto por proteger a Jungkook decidió que lo mejor fuera hacerse a un lado y dejarla salir.

Ella huyó lo más rápido que pudo, como sus planes habían previsto, cosa que aquella mujer no. Antes de dejar al pequeño en la camilla, le avisó a una enfermera para que llamara a seguridad y ellos se hiciesen cargo de esa lunática vestida de enfermera.

Se sentó en la camilla de Jungkook y lo arrulló con sus brazos lo mejor que supo hacer. Él hipaba mientras YoonGi le susurraba dulces palabras para que dejara de llorar.

― Ya todo ha pasado, no sucederá nada malo si estoy contigo. ― Le susurraba contra su oreja una y otra vez, intentando disminuir los sollozos de este. ― Nunca más te volverán a hacer daño si estoy contigo, te lo prometo.

Jungkook solo asintió entre sollozos e intentó creer en las palabras del doctor Min, aún si no eran ciertas.

Izanami ➵ BTS;; jeon jungkook [BD #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora