- Estaba agachado frente a la caja debajo de su cama, revolviendo entre sus cosas, decidiendo que usar primero, cuando vuelve a escuchar tu voz llamándolo. Desvía su mirada hacia tí. Joder que estabas demasiado provocador en esa posición y con aquello puesto. Muerde su labio, toma una vela y la prende, ya decidido en qué hacer, y luego la deja sobre la mesa de luz. Te vuelve a escuchar hablar, rogándole, prendiéndolo aún más. Toma un collar ancho de cuero negro, que en frente tenía un anillo grande metálico para poder agarrar, y un látigo, que consistía de varias cintas de cuero negro unidas a un mango. Con esos objetos en sus manos, se levanta, y te escucha volver a hablar en su idioma, sintiéndolo muy sensual, quitándole la paciencia cuando mencionas lo último. Se sube a la cama, arrodillándose entre tus piernas. - Vous êtes un bébé sale, méchant et désobéissant. Ainsi, vous serez traité comme tel, comme vous le méritez... - Susurra ronco contra tu oído, inclinado con su abdómen contra tu espalda, mientras te coloca el collar, pasándolo por delante de tu cuello y luego ajustándolo a tu medida. Luego jala de anillo, haciendo que bruscamente tires tu cabeza hacia atrás. - ...Et maintenant tu vas être obéissant dans tout ce que je demande, pas vrai bébé? - Susurra con tu oído a la altura de su boca, en tono rígido y de advertencia, para luego besar y morder la piel visible de tu cuello, con su entrepierna frotándose con tu trasero, aunque ambos estén vestidos en aquella zona. Comienza a pasar lentamente la cintas de su látigo por la piel del costado de tu espalda, y su otra mano aún seguía sostenía el anillo de tu cuello, pero sus labios pasan de estar en tu cuello a estar en tu mandíbula, y luego en tus labios, para besarte con profundidad, pero lentamente, al ritmo del látigo pasando por tu piel, así como también su lengua pasaba por la tuya. Repentinamente, da un latigazo a tu espalda, y corta de repente el beso y suelta el anillo, dejándote caer nuevamente en la cama, así como también, tus rodillas se debilitaron por inercia, y quedaste completamente acostado en la cama. - Mauvais bébé. - Susurra luego de ese azote, para luego acercarse rápidamente a la caja y tomar una cinta elástica, la cuál guarda en su bolsillo del pantalón. Toma tus caderas y te da vuelta, dejándote boca arriba. - Y tendrás más de eso. Es lo que merecen los bebés rebeldes. - Dice firme mientras toma tus muñecas y ata la cadena de las esposas al cabezal de la cama con la cinta elástica que quita de su bolsillo, dejándote completamente estirado. Continuaba agachado entre tus piernas, así que las toma y las posiciona a los costados de sus caderas. Corre tu venda para que puedas ver, pues él quería ver todas tus reacciones. Da un latigazo a tu pecho, luego otro a tu abdómen, sus ojos en tu rostro mordiendo su labio al disfrutar de tu reacción. - ¿Estás arrepentido ahora, bebé? - Pregunta con rudeza, para luego dar otro latigazo, seguido de otro, y luego de otro, viendo como tu torso comienza rápidamente a colorarse. - Creo que mereces más. - Dice, para luego darte algunos azotes más a tu torso delgado y delicado, que tanto le gustaba. Deja el látigo a un lado, para luego pasar sus manos por tu abdomen y pecho caliente y colorado, con tu corazón latiendo muy fuerte. Seducido por el calor de tu piel, se inclina para acercar sus labios a uno de tus pezones, y lamerlo, sintiendo el sabor de tu calor, para luego morderlo antes de soltarlo e ir a tus labios, para besarte apasionadamente, saboreando tu boca tan adictiva. Luego de unos segundos, antes de separar sus labios vuelve a bajar tu venda. - Eso fue sólo el comienzo, mi pequeño. - Susurra malicioso, para después tomar la vela que había prendido, y comenzar a derramar la cera caliente por tu torso, era una cera especial que se secaba al segundo, pero aún así daba la sensación de ardor, que no dejaba marcas. Los sonidos que salían de tus labios mientras dejaba cintas y gotas de cera blanca derretida por tu piel, lo dejaban cada vez con más ganas de follarte fuerte, muy fuerte. - Fuiste muy malo, bebé. Muy rudo. - Dice para luego salpicarte con fuerza. - Y ahora le toca a Monsieur ser más rudo de lo que fuiste. - Dice y vuelve a salpicarte con fuerza, dejando a la vela ya sin cera derretida, por lo que la vuelve a dejar en su lugar. Frotándote con su mano nuevamente, logra quitarte toda la vera que tenías encima. Lleva sus manos a tu bóxer y comienza a masajear tu trasero con las manos calientes. - Mucho más rudo...