Los encuentros en secreto.

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En el dormitorio, sacó a las sirvientas que estaban allí. Sobre la cama estaban un camisón de seda y una bata de satén azul con flecos y  Aome profirió una exclamación. Las sirvientas lo habían sacado de sus maletas para plancharlo. Hacía sólo tres semanas, lo compró en una tienda de lencería cerca del hospital en
donde estuvo internado su padre. Para  Sesshomaru. La cruel realidad cortó sus pensamientos, pero, como no sabía en dónde estaba el resto de su ropa, se lo tuvo que poner.
Le llevaron la comida. Para entonces,  Aome ya sabía que estaba en el aposento de  Eloise por las fotos que había sobre el escritorio de la habitación. Todo era bastante fúnebre.
Después de las nueve,  Urasue apareció y arregló la cama de  Aome. La chica tuvo que controlarse para meterse en la cama de  Eloise y no agitar a la anciana. Pero, veinte minutos después, llena de visiones Espectrales de  Eloise,  Aome se levantó. ¡No tenía por qué hacer caso hasta ese extremo a la imaginación
alocada de  Urasue! Tenía que hallar otra cama.
Salió del cuarto y casi tropezó con una persona que dormía en el umbral, envuelta en un tapete.  Urasue abrió los ojos y le sonrió. Aome recordó a una de las brujas desdentadas de Macbeth. La anciana no pareció sorprenderse al verla. Se inclinó como si  Aome le hubiera ordenado algo y empezó a caminar por el largo
corredor sin encender una sola luz.
Después de dudarlo,  Aome la siguió. Cruzó un jardín cubierto, oscuro como una cueva e  Urasue abrió una puerta, oculta por las sombras. Le hizo señas a Aome de que pasara primero.  Aome entró con curiosidad al distinguir una escalera al fondo. Pero se sobresaltó cuando oyó que la puerta se cerraba. Quedó sumida en la penumbra. Trató de abrir la puerta por dentro, mas no tenía picaporte.

-¡Urasue, abre!

Gritó, frenética. No hubo respuesta. Incapaz de ver en la oscuridad, tuvo que encontrar la escalera a tientas. Había treinta y dos escalones estrechos. Arriba, sus manos tocaron madera y llena de pánico,  Aome empujó con todas sus fuerzas. Su impulso la hizo trastabillar en la oscura habitación.  Aome tropezó con algo que lastimó su pie desnudo y cayó al suelo, lanzando una maldición. Se tomó el adolorido pie y gimió de agonía.
De pronto, la habitación se iluminó. Atónita, miró con fijeza a  Sesshomaru que se había levantado de un salto de una silla junto a la ventana. Estaba igualmente perplejo por verla. Se quedó parado, inmóvil. Su camisa estaba desabrochada, tenía puestos unos jeans y los pies descalzos.

-Debo haberme equivocado de habitación .

Murmuró  Aome, ruborizada al pensar en el error que  Urasue
cometió.  Sesshomaru estaba paralizado, lo cual era raro en él. Contempló el elegante atuendo de su esposa.
Pareció respirar con mucha lentitud antes de acercarse y de agacharse frente a  Aome.

-Te pido una disculpa. Me... asustaste. Tu pie... ¿no te rompiste nada?

Parecía angustiado.

-Siento haberte molestado .

Murmuró  Aome.

-No estaba acostado. Fui a montar y... regresé .

Su voz se entrecortó cuando  Aome dejó de frotarse el pie y la
bata se deslizó de un pálido hombro para revelar la transparencia del delgado camisón.

-Viniste a mí... y no funcionó -murmuró con voz ronca. Sé lo que se siente. No debes estar avergonzada. Fue muy dulce de tu
parte y estoy conmovido.

Aome estuvo a punto de decirle la verdad, cuando sus miradas se encontraron con una electricidad que la
hizo perder el aliento. Su corazón se aceleró como si  Sesshomaru hubiera encendido algo. Con un índice, él le colocó un mechón de cabello detrás de la oreja.

-Y también es muy excitante.

Aome no podía pensar con claridad.  Sesshomaru acariciaba ahora su cuello y lo único que deseaba era perderse en el calor de esa mano. La intoxicaba su potente y masculino olor.

-¿Ex. . . citante? -repitió.

-Una invitación de alguien tan tímida -la tomó de los antebrazos para acercarla más. Tu generosidad me
avergüenza. El orgullo me mantenía alejado de ti, pero ahora que estás aquí. . .

-¿Sí? -urgió ella.

-No puedo rechazarte cuando noche tras noche te he deseado y ansiado .

UNA Y MIL NOCHES DE AMOR Donde viven las historias. Descúbrelo ahora