s e i s.

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Stan iba camino a casa de su delgado novio. Llevaba tres hermosos girasoles, las flores favoritas del pelirrojo.

Llevaba una carta en su bolsillo, que, a su criterio, era bastante cursi.

Pero era lo que sentía por Kyle y sabía que le gustaría.

Pensaba en qué iba a decir. ¿Qué podría ser? ¿Algo como "una flor para otra flor"? No, sonaba estúpido, ya que traía tres flores, no una.

"Amo las flores, casi tanto como a ti, bebé". Mh, no.

"Esta flor dice que

te amo con todo mi ser,

espero que pronto

podamos coger".

No, sonaba a piropo de albañil.

Y de la nada, se encontró frente a la casa de su amado. Tocó el timbre con nerviosismo, escondió las flores tras su espalda y Kyle abrió la puerta.

Lo recibió feliz, con un pequeño beso.

Marsh tosió, sacó los girasoles y la carta y las entregó a su pequeño, diciendo:

-Una flor para amar tanto como a ti, espero que pronto podamos coger.

Kyle no pudo aguantar la carcajada saliendo de su boca.

Stan recapituló lo que había dicho. ¿Qué fue eso? Sus mejillas se tornaron rojas mientras Kyle apretaba su estómago.

Por lo menos estaba feliz.

-¡Ya bésame, idiota! -exigió el pelinegro para después poner un infantil puchero.

Su contrario aguantó la risa como pudo y asintió para obedecer. Aunque volvió a reír.

Se sentaron juntos en el sofá de la sala de estar, con una manta y palomitas en la pequeña mesa frente a ellos.

Pero algo andaba mal.

Stan tomó la mano de Kyle y acarició su muñeca.

Dios, ¿desde cuando sus muñecas estaban tan huesudas?

Abrió sus ojos como platos antes de acariciar su cintura por debajo de la camiseta. Fue de arriba a abajo, intentando disimular. Sintió sin problemas sus costillas y los huesos de sus caderas.

-Cariño, ¿has estado...? Ya sabes, ¿comiendo bien? -inquirió mientras lo miraba seriamente.

-¿Por qué me preguntas eso?

-Kyle, por el amor de Dios, ¡mírate! -se levantó del sillón y le quitó el abrigo con brusquedad.

-¡¿QUÉ HACES?! -gritó avergonzado. No entendía qué era lo que estaba mal esta vez.

-¡KYLE, MIRA TU CUERPO, POR FAVOR! ¡Carajo! ¡¿Crees que así estás mejor?!, ¡¿acaso crees que esto está bien?! -levantó su camiseta para dejar ver su estómago descarnado y sus costillas que se notaban sin esfuerzo.

El pequeño y delgado pelirrojo no pudo resistir más.

Soltó sus lágrimas, que caían sin parar.

Estaba roto. Y Stan lo sabía.

Sólo lo abrazó y acarició su cabello.

-Cariño... Voy a arreglarte, aunque sea lo último que haga.

W r o n g.  ✨kyle broflovski✨Where stories live. Discover now