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ASTRID.

Nos adentramos en la Isla. Caspian y Edmund iban a la cabeza, después Lucy y yo me quedé al final con Eustace.

Pasamos por algunas casas que parecían completamente abandonadas. Siendo honesta, este lugar me daba un poco de miedo, y por lo visto también a Eustace.

Astrid: ¿Quieres llevar mi espada? Tal vez te sientas más seguro.

Eustace: No, así estoy bien. Además, no se usar una espada, no quisiera lastimar a alguien.

Astrid: Bien, entonces quédate cerca de mi, no te separes.

Seguimos caminando. Llegamos a lo que parecía una iglesia y nos detuvimos ante la puerta.

Eustace: El lugar esta vacío -dijo acercándose a nosotros ¿en qué momento se alejó de mi?- Regresemos al barco.

Edmund: ¿No quieres venir a cuidar -se quedó pensando un momento- lo que puedas?

Eustace: Ah si, buena idea primo.

Los cuatro lo miramos. Caspian le dio una daga que traía con él.

Eustace: Esta bien, yo vigilo.

Astrid: Ten cuidado ¿de acuerdo?

Asintió y entramos a la iglesia.

Del techo colgaban muchas campanas. Demasiadas a mi parecer.

En el centro había un pequeño escritorio con algunos libros encima. Uno de estos estaba abierto, tenía una larga lista de nombres escritos en él.

Lucy: ¿Y todos estos nombres?

Edmund: ¿Por qué los habrán tachado?

Astrid: Parece una especie de pago.

Caspian: Venden esclavos.

Las campanas comenzaron a resonar y de estas colgaron sogas por las cuales bajaron unos hombres.

Desenvaine mi espada, lista para atacar.

Caspian derribaba algunos con su ballesta mientras los demás luchábamos.

Escuchamos un grito, muy agudo, que parecía provenir de fuera. La lucha se detuvo.

Un hombre entró por la puerta, tenía una daga puesta en el cuello de Eustace a modo de amenaza.

**: Si no desean que otra vez lo haga gritar como una niña, será mejor que suelten sus armas -ninguno hizo nada- ¡Háganlo!

Los cuatro soltamos nuestras espadas.

**: Pongan las cadenas.

Nos encadenaron las manos a los cuatro.

**: Ellos tres irán al mercado -dijo señalando con su daga a Lucy, Eustace y a mi- y esos dos a los calabozos.

Caspian: ¡Escúchame, traidor cobarde! ¡Yo soy tu Rey!

Astrid: Quitame las manos de encima, idiota.

Caspian: Si la lastimas, aunque sea un poco, lo pagarás muy caro.

**: En realidad, alguien más va a pagar, por todos ustedes.

Trate de liberarme de mi opresor soltándole un codazo en el estómago. Gran error. El hombre al que golpee me dio un fuerte puñetazo en el estómago haciendo que cayera de rodillas por el dolor. Me tomó por el cabello y me levantó. Ed y Lucy me miraron preocupados y Caspian miraba con furia a mi opresor.

Amor Narniano (Caspian & Astrid) Temporada IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora