Capítulo 4: Misión rango ¿C o B?

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Ryoma Haruka.

Ni bien abrí los ojos no sabía dónde estaba, miraba con terror todo mi alrededor, tenía la sensación de que alguien me había estado observando, lo que me dejaba un mal sabor de boca. Al reconocer que estaba en mi cuarto, lo primero que hice fue mirar la hora, eran las cuatro y treinta de la mañana, y aún no había amanecido. Mi frente se encontraba sudada y la temperatura de mi cuerpo no parecía querer nivelarse, necesitaba una ducha.

Avance al baño con pasos pesados, había vuelto a tener una pesadilla, unos ojos extraños me observaban desde la oscuridad del bosque, estando yo en un claro. Me hizo recordad cuando por imprudencia me metí en una zona de entrenamiento sumamente peligrosa, los detalles de lo que vi o hice ahí adentro eran borrosos, pero lo que recordaba era horrible. Dentro del baño lo primero que hice fue mirarme en el espejo, tenía las mejillas ruborizadas, las venas de mi esclerótica estaban marcada y debajo de mis ojos mis ojeras estaban mucho más marcadas, me veía enferma.

Hice una mueca y entre a en la ducha.

Al salir, me vestí con la ropa de siempre y me dirigí a la planta inferior. Todo estaba apagado en señal que Takuma seguía durmiendo. Desde la ventana de la cocina se podía notar como los rayos del sol comenzaban a asomarse por el horizonte. No me detuve mucho tiempo, me preparé el desayuno y algo para almorzar.

Mientras el arroz se cocinaba en la olla eléctrica, salí al jardín a desayunar, me senté en el escalón de la casa y me quedé mirando un punto fijo mientras tomaba la leche fría.

— Estás preocupada—. Me acusó Takuma sacándome de mi ensimismamiento.

Negué.

— Tengo un mal sabor de boca, seguramente vamos a tener que volver a rescatar al maldito gato de la señora del feudal—. Bufé.

— Así es como se comienza, Haruka—. Dice divertido.

—Ya me lo has dicho, no es necesario que lo repitas tanto.

— Mientras te quejes, lo seguiré diciendo.

Rodee los ojos con una pequeña sonrisa. No tenía ni idea de que hora era, pero tuve la necesidad de salir de la casa, con Takuma ahí, corría el riesgo de comentarle sobre mis pesadillas y, siendo sincera, no tenía ganas de que él se preocupara y alertara al Hokage. Cogí mi almuerzo y con un "Adiós" me fui en dirección a la torre del Kage. Mientras caminaba no sentí la presencia de mis guardias, hacia unos días que no la sentía, cosa que me alegraba mucho, tenía más independencia a la hora de moverme.

Al llegar me senté en un escalón a esperar al resto del equipo, no habría pasado mucho tiempo, cuando nos encontrábamos todos esperando a que Kakashi apareciera con la próxima misión. Como lo anticipé, a la esposa del feudal se le había vuelto a escapar su maldito gato. ¡Aish! ¿Esa mujer no se daba cuenta que su gato no la quería? O ¿Nunca llego a razonar que la mayoría de las veces los gatos saben volver a su casa?

— Tenemos varias tareas para el equipo 7—. Comentó el Hokage sin mirarnos—. Cuidar al hijo del mensajero, plantar patatas, hacer las compras con...

— ¡Basta! Quiero estar en una misión real... Algo retador y emocionante, no estas cosas de niños... Anda, di que sí viejo—. Asentí dándole la razón a Naruto.

— ¡Eso mismo! —. Exclamé inflando mis mejillas—. Estoy cansada de ir a rescatar un maldito gato todos los días...

— ¡Naruto, no puedes hablarle así al Hokage! Además, ustedes son genins, y al igual que los otros van a comenzar con misiones más sencillas. Y tu Haruka—. Me apunto Iruka—. ¡Deja de alentarlo!

La reencarnación del Sabio (Naruto)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora