8. Un K.O

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—Veinte mil dólares.

Esa fueron las palabras del abogado, el único capaz de alegar el caso de mi madre, esas palabras eran el precio entre la libertad y la muerte de mi madre.

Encontrar a mi padre no era una opción, por el simple hecho de que buscarlo sería tan inútil a como que apareciera por su propia cuenta, la verdad esperaba recibir la noticia de que estuviese muerto.

No soy el tipo de chica que piensa y juega de esta manera, es mi padre, si, pero también es el hombre que violó a mi madre para poder concebirme, quien metió a mi hermano en el mundo del el mundo de los sicarios y quien acusó a su propia esposa del suicidio de su hijo.

—En tres días. —Concluyó.

¿De dónde puede una sacar veinte mil dólares en tres días? El tenue recuerdo de lo ocurrido en la discoteca una semana atrás me hace sentir asco de mi misma.

Piensa, Odette, Piensa.

 No eres hija de un traqueto, debes pensar soluciones.

—Sea consciente, señorita, de que si conseguimos la forma de llevar a cabo el juicio de su madre; si su padre, quien fue el único testigo de lo ocurrido no se presenta, la sentencia será automática.

—Ese hombre nunca fue, ni será mi padre. —Murmuré. —Abogado, ese hombre violó a mi madre por más de diecisiete años, abortó en dos ocasiones ¿Usted cree que ese ser va a dar la cara? Él ni siquiera estuvo ahí.

El triste recuerdo del momento en que salí de casa y dejé a Ander en el patio lanzando piedras contra la pared era inevitable, estaba drogado, se le había ocurrido la brillante idea de mezclar pastillitas rojas con alcohol y el resultado fue todo esto.

—¿Cómo está tan segura? Usted tampoco se encontraba en la casa el día del homicidio.

Cuando salí, habíamos discutido, alguien lo andaba buscando para asesinarlo y el no dejaba de repetir que debía hacer algo al respecto. Tenía que salir de casa, necesitaba información sobre lo que estaba sucediendo y sali al barrio a buscar a quien podría ayudarme con Ander.

—¡Fue un suicidio, maldita sea! Ella no lo mató, Ander se quitó la vida por voluntad propia y no se trata de la primera vez.

Mi madre llegó antes que yo, Ander estaba tirado en el patio con el cuello cortado. Mi madre estaba tirada gritando y sujetándolo para poder escuchar su corazón, para poder escuchar si aún tenía vida.

No podía reaccionar en ese momento, no tenía idea de cómo tomar la situación, mi hermanito se había quitado la vida, eso era un hecho. Mi padre estaba en la habitación de arriba, y teniendo varios antecedentes para evitar ser fichado como sospechoso, le pareció más conveniente culpar a mi madre.

Cisne Negro ✔ Asher #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora